❗ ᴄᴇʟᴏꜱ ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴏꜱ (ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ) ❗

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La tripulación de los Sombrero de Paja había arribado a una nueva isla, una pequeña pero vibrante comunidad en medio del Grand Line

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La tripulación de los Sombrero de Paja había arribado a una nueva isla, una pequeña pero vibrante comunidad en medio del Grand Line. Luffy, Zoro, Nami, Usopp, Robin, Franky, Chopper, Brook y Sanji habían decidido tomar un descanso para reabastecerse de comida y materiales. El ambiente era alegre, y como siempre, Luffy pensaba en una sola cosa: la comida.

Mientras caminaban por el mercado de la isla, Luffy, con su habitual sonrisa despreocupada, se detenía en cada puesto, oliendo los diferentes tipos de frutas, carne y dulces. El olor a carne asada lo hacía babear, y su estómago rugía ruidosamente. De repente, escuchó una risa coqueta cerca de él. Giró la cabeza para ver a Zoro, quien estaba rodeado de un pequeño grupo de mujeres locales. Sonreían y reían, tocando el brazo musculoso del espadachín, admirando su físico y su aura ruda.

Al principio, Luffy no le dio importancia. Después de todo, Zoro siempre había sido un poco distante con las mujeres, más centrado en sus espadas que en las interacciones sociales. Pero algo comenzó a retorcerse dentro de él. Las sonrisas de las chicas eran demasiado brillantes, sus manos demasiado cercanas. Y Zoro... no las rechazaba. No las alejaba, ni siquiera con una mueca de disgusto. Parecía indiferente, pero eso no bastaba para Luffy. De repente, una sensación extraña se apoderó de su pecho. Una molestia desconocida.

—¿Qué está pasando? —murmuró Luffy en voz baja, frunciendo el ceño mientras miraba la escena.

A medida que las mujeres seguían coqueteando con Zoro, Luffy sentía algo que nunca había experimentado antes. No entendía por qué le molestaba tanto que las manos de esas chicas se posaran en el hombro de Zoro o que estuvieran tan cerca de él. Zoro ni siquiera las estaba mirando de esa manera... entonces, ¿por qué le irritaba tanto?

Luffy caminó un poco más cerca, sus puños apretados, pero ni siquiera él sabía por qué. Sabía que no era una amenaza real, pero el mero hecho de ver a Zoro, su fiel compañero, rodeado de personas que parecían acaparar su atención, lo incomodaba de una manera que no podía explicar.

—¡Zoro! —gritó de repente, interrumpiendo la conversación que el espadachín apenas sostenía con las chicas. Zoro alzó la vista con su típico semblante serio, mientras las mujeres lo miraban con sorpresa.

—¿Qué pasa, Luffy? —preguntó Zoro, con una ligera mueca de desconcierto.

—Nada, solo... ¿Por qué estás aquí? ¡Vamos a buscar más carne! —respondió Luffy con una sonrisa forzada, aunque algo en su interior seguía pesándole.

Zoro lo miró por un momento, encogiéndose de hombros con indiferencia. Las chicas soltaron risitas, pero Zoro se apartó de ellas con un gesto brusco, dirigiéndose hacia Luffy.

—Voy en un segundo —respondió Zoro.

Luffy asintió, pero en lugar de sentirse mejor, esa sensación incómoda seguía ardiendo en su pecho. Sin saber qué más hacer, se alejó del grupo, sus pensamientos eran un torbellino.

Más tarde, mientras la tripulación descansaba en el barco, Luffy, aún confundido por sus propios sentimientos, decidió buscar a Robin. Siempre le había parecido la más sabia entre todos ellos, y tal vez ella podría ayudarlo a entender lo que estaba sintiendo. La encontró leyendo tranquilamente en la cubierta.

—Robin —llamó Luffy, con una seriedad inusual en él.

Robin levantó la vista de su libro, arqueando una ceja.

—¿Sí, capitán? —preguntó suavemente, con una sonrisa ligera en sus labios.

—Quiero preguntarte algo —dijo, sentándose junto a ella—. Es que... me siento raro. Hoy, cuando Zoro estaba hablando con esas chicas, no sé por qué, pero me molestó. Quiero decir, no me importa que hablen con él, pero... ¡Me sentí mal cuando las vi tocándolo y acercándose tanto!

Robin lo observó detenidamente, asintiendo lentamente, como si ya entendiera lo que Luffy estaba experimentando.

—Luffy... lo que describes suena a que estás sintiendo celos —respondió con calma.

Luffy frunció el ceño, claramente confundido.

—¿Celos? ¿Qué es eso?

Robin cerró su libro y lo colocó a un lado antes de explicar.

—Los celos son un sentimiento que surge cuando alguien que nos importa recibe atención o afecto de otras personas, y sentimos que eso nos incomoda o molesta. En tu caso, parece que no te gusta ver a Zoro con esas chicas porque, de alguna manera, sientes que te lo están "quitando".

Luffy parpadeó, asimilando las palabras de Robin. ¿Celos? ¿Él, celoso de Zoro? Eso sonaba raro... pero tenía sentido. No quería que esas chicas estuvieran tan cerca de Zoro porque... Zoro era su compañero, su espadachín. Y, de repente, el pensamiento de que alguien más pudiera robarse su atención lo hacía sentir incómodo.

—Pero, ¿por qué? —preguntó Luffy, llevándose una mano a la cabeza—. No quiero que me lo quiten, pero no entiendo por qué me molesta tanto. ¡Zoro es mi nakama!

Robin soltó una pequeña risa.

—Luffy, es natural sentirte así cuando alguien a quien valoras mucho parece estar más cerca de otros. A veces, sin darnos cuenta, los sentimientos que tenemos hacia nuestros amigos pueden ser más profundos de lo que pensamos.

Luffy la miró en silencio, su mente girando en torno a lo que acababa de escuchar. No entendía completamente lo que estaba pasando en su corazón, pero una cosa era clara: no quería que nadie estuviera tan cerca de Zoro, y eso lo confundía.

—Supongo que tengo que pensar en eso... —murmuró Luffy.

Robin sonrió con comprensión.

—Es algo que tomarás tu tiempo para entender. Pero no te preocupes, Luffy. Zoro siempre será tu nakama, y lo más importante, siempre estará a tu lado.

Luffy sonrió ligeramente, más tranquilo.

—Sí, tienes razón. Zoro es mi compañero —repitió con firmeza.

Con la confusión aún presente, pero con una nueva comprensión en su interior, Luffy se levantó y fue en busca de Zoro. Aunque no entendía del todo los sentimientos que lo estaban invadiendo, sabía una cosa con certeza: no quería perder a Zoro de su lado, y haría todo lo posible para asegurarse de que eso nunca sucediera.

 Aunque no entendía del todo los sentimientos que lo estaban invadiendo, sabía una cosa con certeza: no quería perder a Zoro de su lado, y haría todo lo posible para asegurarse de que eso nunca sucediera

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