˚˖𓍢ִ໋🌷͙֒ꜰᴜᴛᴀᴛꜱᴜ ✧🩷 ɴᴏ ˚.ᴛᴀᴍᴀꜱʜĪ 🎀༘⋆

❗ᴄᴇʟᴏꜱ ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴏꜱ (ꜱᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ)❗

Después de la conversación con Robin, Luffy se sentía un poco más tranquilo, pero los pensamientos sobre lo que había sentido hacia Zoro seguían rondando en su mente. ¿Celos? Todavía le parecía raro. Pero si había algo que Luffy sabía con certeza era que Zoro era alguien especial para él, mucho más allá de ser simplemente su espadachín. Era su primer nakama, el primero en creer en él como capitán.

Esa noche, la tripulación decidió pasarla en la taberna de la isla. Había música, risas y comida en abundancia, justo lo que les encantaba. Sanji, como siempre, estaba rodeado de mujeres mientras les servía platos con una elegancia exagerada, pero Luffy no prestaba atención a eso. Estaba ocupado observando, una vez más, a Zoro.

El espadachín estaba sentado en la esquina, como de costumbre, con una botella de sake en la mano. Sin embargo, esta vez no estaba solo. Las mismas chicas que habían coqueteado con él en el mercado ahora lo habían encontrado en la taberna. Se reían, una de ellas incluso se apoyaba en su hombro. Aunque Zoro no mostraba interés, ni tampoco las apartaba, el simple hecho de verlas tan cerca lo incomodaba.

El malestar volvió a aparecer en el pecho de Luffy, pero esta vez era más fuerte. Su apetito, por primera vez, parecía haber desaparecido. Tomó un gran bocado de carne, pero el sabor no era lo mismo. ¿Por qué seguía sintiéndose así? Ni siquiera sabía cómo explicar lo que le pasaba. ¿Realmente tenía celos?

No podía soportarlo más.

Sin pensarlo mucho, Luffy se levantó de golpe, causando que Nami y Usopp lo miraran con sorpresa.

—¿A dónde vas, Luffy? —preguntó Nami con una ceja arqueada.

—Voy a buscar a Zoro —respondió Luffy con determinación, pero sin esperar una respuesta, salió de la mesa y caminó directo hacia donde estaba su espadachín.

Las risas de las chicas se detuvieron abruptamente cuando Luffy apareció, poniéndose entre ellas y Zoro. Los ojos oscuros de Luffy brillaban con algo diferente, algo que Zoro no solía ver en su capitán. Sin embargo, antes de que alguien pudiera decir algo, Luffy habló.

—Zoro, vámonos de aquí —dijo, su tono más serio de lo habitual.

Zoro lo miró con una ligera confusión, pero se encogió de hombros y se levantó. Las chicas intentaron protestar, pero Luffy las ignoró por completo. Solo había una cosa en su mente: sacar a Zoro de ahí.

Ambos salieron de la taberna, caminando hacia un callejón oscuro y tranquilo, lejos del bullicio. Zoro, con su típica calma, se detuvo y miró a su capitán.

—¿Qué pasa, Luffy? —preguntó, cruzando los brazos—. Parecías muy raro allá dentro.

Luffy lo miró fijamente, sus emociones aún revueltas. Por un momento, no supo qué decir. Todo lo que había sentido durante el día estaba a punto de explotar dentro de él, pero no tenía las palabras para explicarlo.

—Esas chicas... —comenzó, frunciendo el ceño—. No me gusta que estén tan cerca de ti.

Zoro parpadeó, sorprendido por la franqueza de Luffy. No era común que su capitán mostrara incomodidad por algo así.

—¿Qué? ¿Por qué te importa? —preguntó, con una ligera sonrisa de burla—. No las estaba tomando en serio, solo estaban ahí.

Luffy apretó los puños, sintiendo la frustración crecer. No era solo cuestión de que Zoro no las tomara en serio; era el hecho de que, por alguna razón, no quería que nadie estuviera tan cerca de él, especialmente de esa manera.

—No lo entiendo, pero me molesta —confesó Luffy, mirándolo con honestidad—. Cuando te veo con ellas, me siento raro. Como si... como si te estuvieran alejando de mí. No me gusta. No quiero que estén tan cerca de ti.

Zoro lo observó en silencio durante unos segundos. Nunca había visto a Luffy tan vulnerable, tan confundido por sus propios sentimientos. El espadachín había aprendido a leer a su capitán con el tiempo; sabía que Luffy solía ser directo en todo, pero en ese momento, había algo diferente en sus palabras.

—Luffy... —comenzó Zoro, su tono más suave de lo habitual—. ¿Estás celoso?

Luffy se sonrojó, recordando lo que Robin le había dicho más temprano. No estaba acostumbrado a pensar en esos términos, pero sabía que lo que sentía era una especie de malestar, y Zoro había dado en el clavo.

—No lo sé —dijo, rascándose la cabeza con frustración—. Solo sé que no quiero que estén cerca de ti. Tú eres mi nakama, no el de ellas.

Zoro no pudo evitar sonreír ligeramente ante la simplicidad con la que Luffy lo había dicho. Pero al mismo tiempo, algo cálido se agitó dentro de él. Sabía que para Luffy, los lazos de nakama eran lo más sagrado, pero esta vez... esto era diferente. Había algo más en la forma en que Luffy lo miraba, en la forma en que su voz temblaba al hablar de esas chicas.

—Luffy —dijo Zoro, dando un paso hacia él—. No importa quién esté cerca de mí. Tú siempre serás mi capitán. Nadie va a cambiar eso. Y si te molesta, simplemente dímelo. No tienes que guardártelo.

Luffy lo miró a los ojos, sintiendo que el peso en su pecho comenzaba a aliviarse. Las palabras de Zoro eran tranquilizadoras, pero aún había algo que no entendía por completo.

—Entonces... ¿está bien que no quiera que otros estén tan cerca de ti? —preguntó, buscando alguna claridad en sus propios sentimientos.

Zoro asintió, colocándole una mano firme en el hombro.

—Sí, está bien. Todos tenemos algo o alguien que no queremos compartir con los demás. Y si eso soy yo para ti, está bien. No te preocupes por esas tonterías de las chicas.

Luffy, aún sin comprender todo lo que pasaba en su interior, asintió lentamente. Sentía que las cosas entre ellos dos eran más claras ahora, aunque sabía que seguía habiendo algo más profundo que aún no podía entender del todo. Sin embargo, por el momento, estar cerca de Zoro y escuchar sus palabras le daba paz.

Con una sonrisa renovada, Luffy finalmente dejó escapar una pequeña risa.

—¡Entonces está bien! ¡Mientras sigas siendo mi nakama, no me importa nada más!

Zoro soltó una ligera risa también, y ambos caminaron de regreso al barco, donde los aguardaba el resto de la tripulación. Aunque Luffy aún tenía muchas preguntas sin responder sobre lo que realmente sentía, una cosa estaba clara: Zoro siempre estaría a su lado, y eso era suficiente para él... por ahora.