II

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No importa cuantas veces baje la mirada e intente volver a mirarlo a los ojos. Su mirada fría siempre va a paralizarme, robándome todas las palabras y congelando la sangre en mis venas. Las lágrimas, inevitables, a veces fluyen sin control. Sus palabras me atraviesan como cuchillos. No sé sí es porque en el fondo tienen algo de verdad, o sí es porque las repitió tantas veces que se volvieron realidad.

Esa canción, se volvió mi maldición. Recorre mis venas como veneno, cada nota es una daga que me recuerda quien soy. No importa cuánto me esconda, puedo escucharla "I can feel it coming in the air tonight", y con cada repetición, mi deseo de arrancarme la piel crece.

He intentado tantas veces ignorarlo, enfrentarlo, pero siempre desisto. Cada vez que creo que puedo resistir, la canción se envuelve a mi alrededor, recordándome que no puedo escapar. Es como sí él supiera exactamente cómo abrir las heridas más profundas de mi alma. "I've seen your face before, my friend, but I don't know if you know who I am", recita, "I was there and I saw what you did, I saw it with my own two eyes, so you can wipe off that grin, I know where you've been, it's all been a pack of lies", me replicó, como sí estuviera metido en la canción, y la canción no dejara de sonar en mi cabeza.

Cuando la tortura psicológica se vuelve insoportable, cierro los ojos fuertemente, rogando por un descanso. Pero cuando los abro, estoy de nuevo en esa maldita cama, en la misma habitación, y la canción sigue sonando, infinita, torturandome. A veces, él abre la puerta de golpe con la intención de asustarme, pero nunca levanta la voz, sólo se queda allí, en la puerta, mirándome con desprecio, insistiendo en una conversación que no quiero tener "But I know the reason why you keep your silence up, no, you don't fool me", recita con una calma que me destroza.

No sé cómo hacerlo parar. Su voz es como un eco en mi cabeza, imposible de silenciar. "Well, the hurt doesn't show, but the pain still grows" dice, como si estuviera revelando un secreto que siempre supe pero que nunca quise aceptar. Y en ese momento, el peso de mi memoria me aplasta, haciéndome imposible hablar, haciéndome imposible respirar.

Intento gritar, pero mi voz es sólo un susurro que se pierde en la oscuridad. Quiero rasgarme las venas, pero él sostiene mi mano con fuerza, impidiéndomelo. Y entonces, resignado, dejo de luchar. Intento levantarme, buscando algún escape, pero al llegar al baño, lo primero que noto es la ausencia del espejo, como sí hasta mi reflejo hubiera decidido abandonarme. Aquí no hay agua corriente, pero las paredes están manchadas por la humedad, y la oscuridad es todo lo que conozco. Siempre es de noche, siempre estoy solo, y él siempre tiene razón. Algo que repite constantemente, es que eso está relacionado con mi falta de actitud.

No he visto otro mueble en mi habitación aparte de mi cama, nada que me ofrezca consuelo o esperanza. Y él, ese maldito barman, siempre está allí, recordándome quién soy y lo que he hecho. La música sigue, como una sentencia eterna, y no hay nadie que pueda detenerla.

No siento calor, pero tampoco hace frío, sólo un vacío que me consume lentamente. Mis brazos, pálidos, parecen pertenecer a otra persona, alguien que ya no soy. No quiero estar aquí, pero tampoco hay otro lugar al que pertenezca. No hay nadie que me espere, nadie que me quiera, nadie que me necesite. Estoy solo, culpable, y perdido en este lugar que es a la vez mi prisión y mi única realidad

No me siento mejor, no siento que algún día vaya a curarme. Y por eso no me quejo. Simplemente dejo que el barman me moleste, que me atormenten porque sé que no hay escapatoria. Quiero dejar esta vida "I can feel it coming in the air tonight", pero incluso en la muerte sé que estaré solo.

PrisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora