Epílogo (part. 1)

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Pov Jisoo






¿Alguna vez han deseado algo o alguien con tanta intensidad que consumía todo tu ser por completo?





¿Algo o ese alguien que prácticamente con solo pensarlo podías saborearlo en tu lengua?




¿Algo o alguien que era en lo único que pensabas día tras día aún que no lo quisieras?




Esa sensación que por ese deseo que es tan intensa y que se vuelve parte de ti, que puedes sentir debajo de la piel, dentro de tu corazón, y que inevitablemente está consumiendo tu mente.






Bueno les contaré que para mí, ese algo o alguien era Rose.






Ella era mi esencia que traté de negar tantas veces.






No recuerdo un momento en mi vida en el que no la quisiera, y en el que no pensara en ella.






Cuando creí que no la amaba y cuando terminé aceptando que estaba locamente enamorada de ella.
















Estaba como la mierda exhausta de todo.




Yo había estado trabajando más de sesenta horas a la semana durante los últimos tres años, en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de San Francisco.





Quien haya dicho que intentar convertirme en socia aligeraría mi carga de trabajo estaba hablando pura mierda de tonterías, por qué fue todo lo contrario.





Tantas cosas sucedieron en los últimos años.





Lamentablemente más de las que me gustaría recordar.







Mi cuerpo y mente sentían como si yo tuviera veintinueve años y estuviera a punto de cumplir cincuenta malditos años, no se en que momento mi vida ya no me satisfacía.






Mi avión aterrizó en Nueva York y la verdad, es que apenas tuve tiempo de observar el entorno antes de tener que recoger mi automóvil de alquiler y poder registrarme en algún hotel.





No es que importara la verdad, ya que no pensaba utilizarlo durante mucho tiempo.





Para mí, eso era solo temporal, solo si las cosas salían como yo lo había planeado.






La realidad era que yo me había sumergido en el trabajo todos estos años, solo para poder olvidar.





Juro que Intenté sacarla de mi mente teniendo sexo con un sinnúmero de bellas mujeres que no significaban nada para mí.





Nada.






Todos los que conocía, mis compañeros del trabajo y amigos se estaban casando o formaban una familia, pero yo estaba paralizada por qué, cada vez que imaginaba mi futuro, siempre me encontraba soñando que era con Rose a mi lado.





La única y nadie más.




¿Por qué estaba en New York?, pues yo había decidido que ya era tiempo de dejar de correr, ya era hora de reclamar lo que era legítimamente mío, lo que siempre había sido mío.





Cuando Mark, un amigo de la carrera de derecho que estaba casado y tenía un hijo en camino, me pidió que lo ayudara a poner en marcha su nueva firma de abogados, durante unos cuantos meses, aproveché la oportunidad.






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