🍒Parte 4

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Margarita le limpió la boca con una servilleta que encontró en la barra del sector común y le pidió a Sinclair que se la llevara porque el lugar estaba cerca del hotel.

—Que les quede claro que yo no estoy acostumbrado a estas cosas y hago este favor porque tenemos un amigo en común —manifestó con seriedad absoluta—. Solo espero que cuando recobre la sensatez no quiera tirarme un florero o llamar a la policía por pensar que la llevé a una habitación de hotel a la fuerza.

—Llevate su cartera, cuando se despierte, decile que me llame —le dijo la chica y subió a la zona vip para agarrar el bolso de mano y luego se lo entregó al hombre.

—De acuerdo.

Sinclair la sostuvo de los hombros y caminaron hacia la puerta de color verde lima que estaba al lado de la barra vip y el silencio apareció cuando quedaron solos en un pasillo que conectaba su oficina y el estacionamiento.

Cuando llegaron al auto y le abrió la puerta, le habló:

—¿Te encuentras mejor?

—No tanto, me sigue dando vueltas la cabeza.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? —le preguntó y ella negó con la cabeza—. ¿Adónde quieres que te lleve?

—No lo sé, siento que mis amigas me abandonaron.

—No te abandonaron, el lugar donde me hospedo está muy cerca del club, tu amiga Margarita me dijo que vive en la Provincia de Buenos Aires, pero no he ido por esa zona, pero puedes guiarme si quieres.

—Es complicado porque no puedo coordinar bien ahora.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—Ir a donde decís —respondió y le vino otra arcada.

—Está bien —asintió con la cabeza y le subió las piernas para meterlas en el asiento delantero ya que antes la había ayudado a sentarse.

El dueño del club entró al coche también y condujo hacia el hotel que estaba a pocas calles de ahí, pero entraron por el estacionamiento.

Subieron al piso correspondiente mientras él la sostenía de la cintura y cuando abrió la puerta la levantó en brazos para ir a la cama.

—Todo me da vueltas, ahora podrías aprovecharte de mí —le dijo y él la ignoró por completo, pero sí le respondió.

—No me aprovecharé de ti, ¿crees que conquisto así a las chicas? Tengo mejores métodos de seducción que ver a una chica ebria y llevarla a la cama —expresó con honestidad—, caramelo, no me conoces y no necesito que la mujer esté ebria para estar con ella, el sexo es de a dos, placentero y para disfrutar del momento, no solo para sacarse las ganas con una mujer que más termina pareciendo una muñeca.

—Como hablás —unió las cejas con algo de irritación y entrecerró los ojos intentando mirarlo bien, pero el cansancio y el mareo se lo impedían—, de todo, solo escuché placentero.

—Eso es lo importante —se hincó de rodillas para sacarle las sandalias—. Métete a la cama.

—¿Qué? —cuestionó y él la ayudó a sentarse en el borde del colchón y la tapó.

Antes de que él se alejara de ella, la joven le agarró la mano.

—¿Cómo te llamas? —Lo observó.

—Sinclair.

—Gracias por ayudarme, Sinclair —esbozó una sutil sonrisa y se quedó dormida.

El hombre apagó la luz principal del dormitorio y entornó la puerta para ir hacia la sala en donde iría a dormir en uno de los sillones de dos cuerpos de color rojo.


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Un Dios llamado Pecado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora