🍑Parte 5

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Mataderos

Barrio Naón

Los dos quedaron en silencio, pero fue la chica quien habló.

—¿Bajas?

—No, tengo que irme.

—Bueno, nos vemos un día de estos entonces.

Se acercó a saludarlo, pero él le dio un beso en la mejilla y se miraron a los ojos cuando se separaron a pocos centímetros del otro.

Esperanza entró a la casa y Margarita se asomó desde la cocina para verla.

—¿Alguna novedad? —Le sonrió.

—Ninguna, todo bien.

—¿Qué pasó? —Frunció el ceño.

—Ni yo sé lo que pasó, me llevó a conocer su nuevo departamento y enseguida me dijo que él no era bueno para mí y que solo quiere una amistad, después empezó a decirme frases que para mí eran como piropos, y le dije que no sabía a lo que estaba jugando porque primero me decía una cosa y después hacía otra.

—Creo entender lo que pasó, pero sería bueno que lo hablaran mejor, ¿no?

—¿Para qué? Si él no está interesado en mí. Hasta creí que estaba interesado en vos.

—¿En mí? —cuestionó y se rio a carcajadas—. Estás loca, Espi, ese hombre nunca clavó los ojos en mí sino en vos.

—¿Y por qué en mí?

—Porque le pareciste interesante, ¿o no te diste cuenta cómo te mira?

—Pero es al cuete porque ya me dijo que solo quiere una amistad conmigo.

—Te entiendo a vos y lo entiendo a él, pero si no lo hablan, nunca lo van a saber.

La chica asintió con la cabeza, pero no le dijo más nada.

—¿Así que compró departamento?

—Sí, al principio pensé que lo había alquilado, pero me dijo que lo compró.

—Eso es bueno, ¿no? —le comentó y ella alzó los hombros en señal de no saber—, ¿qué haces así? —se burló imitando el gesto—, te encanta y no podés negármelo.

—Por más que me encante no quiere conocerme más, solo en plan amigos.

—Sí, seguro que en ese plan —acotó con algo de burla en su voz—. Vení que vamos a comer algo y yo seguiré trabajando.

—¿Ya sabés cuándo te vas?

—Dentro de diez días.

—Me parece genial que tengas esa posibilidad de expandirte laboralmente, aunque sea por la empresa.

—La verdad es que me gusta, pero también me tiene preocupada que vos te quedés sola.

—Ya te dije que por mí no tenés que preocuparte.

—Pero si Sinclair se muda acá por un tiempo, podés convivir con él —le sonrió de lado con picardía y le guiñó un ojo.

—Los amigos no conviven.

—Nosotras lo hacemos.

—Sí, pero no los mixtos.

—Los mixtos conviven también, vos tenés miedo que te haga algo que te guste —rio y le acercó un plato con comida—, ¿por qué creíste que Sinclair venía a verme?

—No sé, hablan entre ustedes, parece que se llevan bien y supuse que estaba pasando algo o que él te dijera algo.

—A mí no me gustan los hombres de pelo oscuro y ojos claros, es lindo y atractivo, no puedo negártelo, pero no es mi tipo de hombre, me parece divertido y educado, pero no me interesa como algo amoroso. A vos te viene como anillo al dedo alguien como él.

Un Dios llamado Pecado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora