🍊Parte 7

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Esperanza cerró la puerta con llave y pasadores, y caminó hacia la cocina en donde vio a su amiga preparar algo para comer.

—Ni siquiera es la hora de la merienda, pero sería bueno que comas algo, yo necesito comer algo porque tengo hambre.

—Marga, ¿qué voy a hacer ahora?

—Vas a descansar, a recuperarte y después ya veremos.

—No quiero que me mantengas.

—Hasta que no consigas un trabajo, lo haré y sabes bien que yo no tengo problemas en que vivas conmigo y mantenerte.

—Lo sé, pero a mí sí me incomoda.

—Espi, tu papá nunca te dio un sueldo o plata por si querías comprarte algo, ¿por qué no hacés lo que te ofrezco y cuando consigas trabajo, te pagas lo que querés?

—No me gusta del todo tu idea, pero lamentablemente te la tengo que aceptar porque es cierto que no tengo plata, cuando consiga trabajo, vamos a pagar a medias las cosas, o yo me encargo de los impuestos o los servicios.

—Sí, tranquila, por eso no te hagas dramas —rio por lo bajo para dejarle saber que no tenía que preocuparse por esas cosas.

Marga le ofreció un plato con un sanguche y de a poco se lo fue comiendo porque no quería mover tanto la mandíbula por miedo a que los puntos se le abrieran.

—Hice cinco más por si querés comer otro.

—No, gracias, creo que termino el sanguche y me voy a dormir, estoy cansada.

—Me parece bien. Los sanguches los dejaré dentro de la heladera por si querés comer cuando te despertes.

—Bueno, gracias.

Las chicas hablaron mientras comieron, pero cuando Marga vio que su amiga había terminado, le dijo que se fuera a dormir. Ella se lo agradeció y se fue al cuarto que solía usar.

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Recién cuando bajó el sol, Aurelio se presentó en la casa de Margarita y los dos empezaron a discutir.

—No te voy a dejar entrar, siempre fuiste un machista asqueroso que se la desquitaba con Esperanza, ya no vas a poder hacer eso, viejo desgraciado.

—Habló la puta principal del trío. Llamala, porque volverá a su casa.

—Si crees que lo que me decís me afecta, te equivocaste y no la llamaré, ¿querés que llame a la policía mejor? —le cuestionó con burla—. ¿Y de paso le digo que quiero hacerte una denuncia por maltrato? ¿Eso querés, Aurelio? Si tu problema siempre fue con tu esposa, no la metas a tu hija en tus mierdas de machismo y controlador. Todo tiene un límite y Esperanza ya se cansó de vos, de ese compañero pelotudo que tiene y de la vida miserable que le hiciste tener —le recalcó varias cosas y con seriedad mientras estaban en la entrada de la casa—. Así que, no te preocupes más por ella, ahora se quedará conmigo porque no volverá a trabajar para vos.

—Ella tiene que estar a mi lado —alzó un poco la voz.

—¡Reacciona, Aurelio! No es de tu propiedad, no es de nadie, vas a tener que ir buscando otra empleada porque Espi ya no va a trabajar más en un lugar donde la explotan y la tratan mal. No te va a quedar de otra que meter la mano en el bolsillo y sacar plata.

—Si es por eso, le pagaré, así se deja de joder.

—¿No entendés que no es por eso? ¡La golpeaste, Aurelio! —Apretó los dientes—, desde que se fue tu mujer que te desquitaste con ella, siempre vivió mal por tu culpa, ahora no vengas a exigir algo que sabes bien no te corresponden, andate de acá porque de verdad voy a llamar a la policía y no te va a gustar nada lo que les voy a decir —su respuesta fue sin titubeos.

Aurelio se quedó callado, se dio media vuelta y se fue.

Margarita entró a su casa y se encontró con su amiga.

—No creí que vendría.

—Pensé que seguías durmiendo.

—Los gritos me despertaron, escuché todo lo que discutieron.

—Perdón, pero en serio tu papá se pasó, tuve que dejarle claras las cosas.

—Lo sé, solo espero que esto no traiga más problemas o que quiera venir de nuevo.

—No creo que tenga ganas de venir con lo que le dije. Se hace el machito con quien él cree que es débil.

—Desde que mamá se fue, se intensificó —admitió—. Volveré a la cama.

—De acuerdo, yo me quedaré para terminar un trabajo y me voy a dormir también.

—Buenas noches.

—Gracias, igualmente.

Dos horas después Marga se fue a dormir y Esperanza se había despertado otra vez por la herida que le estaba punzando, intentó acomodar mejor las almohadas quedándose casi sentada en la cama y trató de conciliar el sueño una vez más.


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Un Dios llamado Pecado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora