El tiempo parecía arrastrarse mientras esperaban la decisión del Wizengamot. Los pasillos del Ministerio eran un reflejo de su ansiedad: oscuros, fríos, y vacíos. Hermione había comenzado a caminar en círculos, su rostro una máscara de tensión. Harry permanecía quieto, sus dedos jugueteando con el borde de su túnica, y Draco, aunque fingía calma, estaba inquieto, sus ojos brillaban con una luz afilada mientras observaba el pasillo frente a ellos.
Harry no podía dejar de pensar en lo que había confesado. No solo sobre el ritual, sino sobre la verdad que había estado escondiendo incluso de sí mismo. Su obsesión, su deseo de control, y lo que casi había perdido en ese proceso. La verdad lo había liberado en parte, pero también lo dejaba vulnerable ante lo que el Wizengamot decidiera.
Hermione se detuvo finalmente, mirando a los dos hombres.
—Si deciden encarcelarnos… —comenzó ella, su voz tensa—, creo que deberíamos tener un plan.
Draco la interrumpió con un gesto despreocupado, aunque Harry sabía que era una fachada.
—Oh, por favor, Granger. El Wizengamot sabe mejor que meternos a todos en Azkaban. Nos necesitan fuera, no dentro.
Hermione lo miró con escepticismo.
—¿Estás seguro? —preguntó ella—. Harry desató una magia oscura que casi destruye el Ministerio. No creo que vayan a ignorar eso solo porque somos, como tú dices, ‘necesarios’.
Draco soltó una risa breve y amarga.
—No lo harán por bondad, Granger. Pero son políticos. Jugarán sus cartas como mejor les convenga. Nos utilizarán de una forma u otra. Solo tenemos que asegurarnos de que sea en nuestros términos.
Harry observaba en silencio. Sabía que Draco tenía razón, en parte. Pero también sabía que cualquier decisión del Wizengamot vendría acompañada de condiciones, y no había garantía de que salieran de allí indemnes. Las cosas siempre eran más complicadas de lo que parecían en el mundo mágico.
En ese momento, la puerta del tribunal se abrió de golpe, y un auror asomó la cabeza, haciendo un gesto para que entraran. Era el momento de enfrentarse a la verdad definitiva.
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El tribunal estaba silencioso cuando los tres entraron nuevamente. Las caras graves del Wizengamot no revelaban mucho sobre su veredicto, pero Harry podía sentir la tensión en el aire. Kingsley Shacklebolt, en el centro, estaba erguido, su expresión seria pero no carente de compasión.
—Hemos deliberado —comenzó Kingsley, su voz resonando en la sala—. Y entendemos la magnitud de lo que ha ocurrido. Lo que sucedió en la mansión de Escocia fue un acto de insensatez, pero también reconocemos que no fue motivado por maldad, sino por una desesperación mal encaminada. Sin embargo, las consecuencias del uso de magia oscura no pueden ignorarse.
Harry sintió que su corazón latía con fuerza. Estaba preparado para cualquier cosa en ese momento, aunque no podía evitar preguntarse si realmente estaban a punto de perderlo todo.
Kingsley continuó:
—La magia que invocaron era peligrosa. Puso en riesgo no solo sus vidas, sino la estabilidad del mundo mágico. Y aunque lograron detener el caos, no podemos simplemente dejarlo pasar. Harry Potter, Draco Malfoy y Hermione Granger, este tribunal los sentencia a una vigilancia estricta bajo el control del Ministerio durante los próximos cinco años. No podrán practicar magia avanzada sin supervisión y estarán obligados a colaborar con el Departamento de Misterios para comprender y controlar cualquier resquicio de la magia que desataron.
Harry sintió un nudo en el estómago. No era Azkaban, pero tampoco era libertad. Durante cinco años, estarían bajo la lupa del Ministerio, sus vidas y su magia controladas. Pero, en el fondo, también sintió alivio. Podrían continuar, seguir adelante, aunque con restricciones. Habían salido relativamente ilesos.
Hermione soltó un suspiro entre dientes, y Draco, aunque no mostró emoción alguna, lo observó con atención. El veredicto era lo mejor que podían esperar en las circunstancias.
—También —agregó Kingsley, con un tono más suave—, deberán asistir a sesiones regulares de sanación mágica y emocional. Este tribunal no está ciego a las razones más profundas detrás de sus acciones. Sabemos que han estado lidiando con una gran carga, especialmente tú, Harry. Creemos que es importante que recibas ayuda, que encuentres formas de lidiar con lo que te ha estado consumiendo.
Harry sintió una mezcla de emociones ante esas palabras. Hablar abiertamente sobre su obsesión con Draco y el poder que había buscado no era algo que estuviera dispuesto a hacer, pero parecía que no tenía otra opción.
—¿Entienden y aceptan estos términos? —preguntó Kingsley finalmente, sus ojos recorriendo a los tres.
Harry fue el primero en responder, su voz apenas un susurro:
—Sí, lo entendemos.
Draco y Hermione asintieron en silencio. El destino de los próximos cinco años de sus vidas había quedado sellado.
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Al salir del tribunal, la luz del día los recibió, aunque para Harry parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que la había visto. El aire fresco llenó sus pulmones, y durante un momento se quedó quieto, permitiendo que la realidad de la situación se asentara. No eran prisioneros, pero tampoco eran completamente libres.
—Cinco años bajo la lupa del Ministerio... —murmuró Hermione, frotándose las sienes—. Podría ser peor, supongo.
—Podría ser —replicó Draco—. Pero no lo será si jugamos bien nuestras cartas.
Harry, que había permanecido en silencio, finalmente se volvió hacia ellos, con una sensación de resolución formándose dentro de él.
—Tenemos que asegurarnos de que lo que ocurrió no vuelva a pasar. Ni con nosotros, ni con nadie más. Vamos a usar este tiempo para arreglar las cosas. No solo lo que desatamos... sino también lo que llevamos dentro.
Draco lo miró, sorprendido por la firmeza en su voz. Había algo diferente en Harry ahora, algo más claro, como si finalmente estuviera dispuesto a enfrentarse a sí mismo.
—Así que... ¿sesiones de sanación emocional, Potter? —dijo Draco con una sonrisa ladeada, intentando aligerar el momento—. Suena terrible.
Harry le devolvió una sonrisa cansada.
—Es mejor que Azkaban.
Hermione los observaba con una mezcla de cansancio y alivio. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero al menos estaban juntos. Y después de todo lo que habían pasado, eso era lo que más importaba.
Mientras caminaban juntos fuera del Ministerio, Harry no pudo evitar mirar a Draco de reojo. Sabía que su relación había cambiado, evolucionado de formas que ni siquiera él entendía por completo. Pero, al mismo tiempo, había una paz en su corazón que no había sentido en mucho tiempo.
Había tocado el borde de la oscuridad, pero no lo había hecho solo; sentía que había algo más. Y ahora, junto a Draco y Hermione, estaba listo para enfrentar lo que viniera.
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Cenizas de un Juramento: El Límite del Amor
Hayran KurguDespués de la guerra, Harry Potter creía haber dejado atrás lo más oscuro de su vida, pero el destino tenía otros planes. Oscuras pasiones, verdades ocultas y decisiones fatales se entrelazan. ¿Qué harías si el único con quien puedes salvar el mund...