Sinopsis
La vida de _____ se pondrá patas arriba cuando Harry, hijo de su padrastro, se muda a vivir con ellos. Harry es un inadaptado, un engreído dispuesto a atormentarla... _____ no lo soporta. Le fastidia que la tome con ella porque no quiere estar allí, le fastidia que traiga chicas a su habitación, pero lo que más le fastidia es cómo reacciona su cuerpo cuando lo tiene delante...Al principio pensó que lo único bueno que tenía eran sus abdominales perfectos y sus tatuajes; que no había nada más que un físico, pero se engañaba, había más, mucho más, y se le escapaba de las manos... Una noche, las cosas empezaron a cambiar entre ellos y llegaron a un punto crítico.¿Cómo hacer frente a estos sentimientos? ¿Podría Harry romperle el corazón? _____ tenía que tomar una decisión... Y esta determinación podría cambiar sus vidas para siempre.
PARTE I
1
Yo estaba esperando nerviosa ante el ventanal de nuestra sala de estar, tratando de ver algo a través
de los cristales empañados por el frío. De un momento a otro, el Volvo familiar de Randy subiría por la rampa de la entrada. Randy había ido al aeropuerto Logan a recoger a su hijo Harry, que iba a pasar un año con nosotros porque su madre se iba al extranjero por motivos de trabajo.
Randy y mi madre, Sarah, solo llevaban casados un par de años. Mi padrastro y yo nos llevábamos bien, pero tampoco puedo decir que estuviéramos muy unidos. Esto es todo lo que sabía sobre la vida anterior de Randy: su exmujer, Pilar, era una artista ecuatoriana afincada en la zona de la bahía de San Francisco, y su hijo era un punk tatuado a quien, según él, siempre le dejaban hacer lo que quería.
Yo nunca había visto en persona a mi hermanastro, solo lo conocía por una fotografía que le habían hecho hacía años, poco antes de que Randy se casara con mi madre. Por la foto, se veía que seguramente había heredado el pelo oscuro y el tono bronceado de la piel de su madre sudamericana, pero también tenía los ojos claros y las facciones más finas del padre. Tenía un aspecto pulcro. Pero Randy decía que últimamente Harry se había vuelto muy rebelde. Y eso incluía hacerse tatuajes cuando solo tenía quince años, meterse en líos por beber aunque aún no tenía la edad y fumar porros. Randy le reprochaba a Pilar que fuera tan permisiva, que se centrara demasiado en su carrera y dejara que Harry se saliera siempre con la suya.
Y por lo que decía, la había animado a aceptar un puesto temporal dando clases para una galería de arte en Londres para que Harry, que ahora tenía diecisiete años, pudiera venir a vivir con nosotros.
Porque, aunque Randy viajaba un par de veces al año al oeste, no estaba allí de forma continuada para poder disciplinar a su hijo. Eso era algo que le carcomía, y decía que estaba impaciente por tener la oportunidad de meterlo en vereda durante el año que iba a pasar con nosotros.
Yo seguía mirando la nieve sucia que bordeaba la calle, con una fuerte sensación de hormigueo en el estómago. Mi hermanastro californiano no se iba a sentir muy bien acogido con aquel gélido tiempo de Boston. Tenía un hermanastro.
La idea me resultaba rara. Ojalá nos lleváramos bien. Yo era hija única, y siempre había querido tener un hermano. Me reí por ser tan idiota y pensar que de la noche a la mañana nos íbamos a convertir en almas gemelas, como los dichosos Donny y Marie Osmond, o Jake y Maggie Gyllenhaal. Esa mañana, había oído una vieja canción de los Coldplay que ni siquiera sabía que existía, «Brothers and Sisters». En realidad no habla de hermanos de verdad, pero me convencí a mí misma de que era un buen presagio. Todo iría bien, no había por qué tener miedo.
Mi madre no dejaba de trajinar mientras acababa de preparar la habitación de Harry, y parecía tan nerviosa como yo. Había convertido el despacho en un dormitorio. Mamá y yo habíamos ido juntas a Walmart a comprar sábanas nuevas y otras cosas.