"Malditas flores." Reprochaba el adolescente molesto al tratar de peinar su cabello en punta, como usualmente lo hacía cuando no tenía aquellos brotes. Ahora se veía obligado a llevar su cabello un tanto despeinado, dejando que las ondas de su cabello tomasen la dirección deseada mientras intentaba que los mechones con flores no se enredaron mucho entre sí.
Después de tres largos años no lograba acostumbrarse al habitual crecimiento de las flores. Este había comenzado con unos cuantos brotes al mes, después a la semana y estos últimos meses era algo completamente diario, se sentía fastidiado, agobiado y más agotado de lo acostumbrado.
Cortó un par de flores de su flequillo, ya que le estorbaban a la vista y dudoso como siempre, ingirió aquel par de flores de cerezo. Siendo así que una mueca de disgusto y su piel erizada daban indicios del asco ante el sabor, no sabía qué hacer con aquellos brotes, por lo que suponía que ingerirlos eran la mejor opción. Sin saber, Satori hacía una práctica poco usual debido a que no contaba con la guía de algún floricultor adulto.
—Esto es para que puedas tomar un taxi de regreso a casa.— entregaba su padre al pelirrojo unos pocos billetes esperando que fuese suficiente para que le alcanzara el dinero.
—¿Vas a llegar para la cena?— indagó antes de bajarse del vehículo. Tendou se encargaba usualmente de la preparación porque su padre regresaba noche del trabajo o directamente regresaba a la mañana siguiente para llevarlo a la escuela.
—No estoy seguro, pero te aviso.— sonreía algo triste el señor antes de dar una leve caricia en los suaves cabellos de su hijo. Eran igual de rojos y suaves que los de su amada esposa que extrañaba. Tendou era la viva imagen de ella, por lo que trataba de hacer su mejor esfuerzo en cuidar al pequeño retoño que ambos habían concebido. — No olvides de tomar el sol, trataré de comprar tus suplementos el siguiente mes.
Satori asintió sin decir una palabra más, y se abrió camino al nuevo ciclo de su vida; la preparatoria. Era su primer día en el nuevo instituto, Shiratorizawa, el cual lo había seleccionado debido a que era reconocida por el alto nivel académico y por el equipo de voleibol, el cual era de su interés. Tendou amaba el voleibol, pero la constante flora creciendo por su cabello le gastaba sus energías siendo así que tuvo que abandonar su deporte favorito a mediados de nivel secundaria, era un destino un tanto triste, aunque gracias a ese "desfavorable evento," había descubierto su nueva pasión; la cocina. No había algo que no amase de la cocina y más aún su punto central se había convertido en la repostería.
Tendou amaba lo dulce, le recordaba al confort de los momentos con su madre, a quien algunas noches lloraba por extrañarla. Amaba a su padre, pero el calor materno era algo esencial para la vida del chico
Al ingresar a su salón correspondiente sintió diversas miradas sobre él, ¿Iban a criticar sus flores nuevamente o el color de su cabello? Por lo que rápidamente agachó la vista tratando de no hacer contacto visual con nadie. Si no notaba que lo veían fijamente, no iba a morir en ansiedad.
—Lindas flores.— habló el chico de ojos verdes que estaba en la entrada, para después proseguir hablando con su grupo de amigos al no recibir respuesta por parte del pelirrojo.
Le gustaron mis flores... Sus ojos se llenaron de brillo, pero no debía confiarse. Que al alto chico le hubiesen gustado no implicaba que al resto de la clase compartiera la misma opinión, incluso no sabía si lo decía en serio o simplemente había sido sarcástico, pues su firme expresión era algo confusa.
La campana del descanso sonaba, sacándolo de su trance. Se había desvelado un poco leyendo manga, por lo que en ocasiones se dormía con los ojos abiertos durante clase y ser el primer día no lo hacía la excepción para quedarse en un tranquilo sueño a mitad de la clase, ya que cada clase era la misma dinámica; saludar, presentarse, los trabajos y exposiciones que iban a tener a lo largo del semestre, y entre mil tareas más de las cuales (aún) no quería preocuparse. Ya era suficiente presión con saber que debía mantener un puntaje perfecto para su beca.
Los alumnos salieron en diversos grupitos y Satori al ser el nuevo (y tímido) no tuvo que apresurar su paso para salir del salón o esperar a alguien, podía hacer las cosas a su ritmo. Como todos parecían llevarse demasiado bien entre sí, implicaba que le iba a ser muy difícil entablar una amistad o acercarse a alguien, pero, por otra parte, le aliviaba que nadie lo iba a estar juzgando por las flores o por el color de su cabello, a pesar de haber recibido un halago por la mañana.
Por indicación de su padre, el chico la mayor parte del descanso, la pasó en la azotea dándose un baño de sol. Era relajante, pero no sabía decir si se debía a su condición o era realmente algo tranquilizador, sin duda, era la mejor parte de sus días.
El timbre sonó terminando con aquel goce de sol, retornando a la cruel realidad; álgebra. La materia se le daba perfecto, tan perfecto que le aburría lo lento de la clase, pero aun así trataba de hacer los trabajos y ejercicios al ritmo de los demás chicos.
En el ápice de su aburrimiento, notó que todo estaba extrañamente tranquilo, estaba acostumbrado a constantes burlas, jalones de cabello y por qué no, a que sus florecitas fuesen arrancadas sin delicadeza alguna. Era sumamente doloroso y aquel punzante dolor muchas ocasiones le hacía llorar a mitad de la clase, pero al ser el único floriculturista de su clase, constantemente los niños se excusaban con que "se caían como las hojas de los árboles." Siendo así que nadie creía que el mejor alumno del salón fuese capaz de hacer un atroz acto en contra de otro alumno.
A pesar de la paz en su salón e indiferencia por su aspecto, la ansiedad de Satori iba al límite a cada segundo del día. Temía que de sorpresa le acorralaran para lastimarlo por ser un poco diferente.
El timbre nuevamente sonó, al fin podía ir al refugio de su casa a descansar tranquilo sin preocuparse si alguno de sus compañeros le iba a jalar el cabello o hacer algún comentario hiriente, a pesar de que no había indicios de que esto fuese a suceder.
—¿Por qué me sigues?— Se detuvo en seco Tendou sin mirar hacia atrás. Llevaba desde la salida viendo como el alto chico de ojos verdes iba detrás de él desde el instituto hasta mitad de camino a su casa.
—No te estoy siguiendo, es mi ruta de regreso a mi casa.— Se detuvo al lado de Satori por breves segundos antes de seguir su camino. Tendou quien aún estaba congelado a mitad de la acera, solo lo veía un poco avergonzado. —Hueles dulce.— Ushijima era algo tímido como para tratar de entablar una conversación o hablar mínimamente respecto a las flores, de lo cual estaba un poco dudoso.
Hizo aquel segundo leve halago, ya que durante ese primer día, notaba al pelirrojo algo inseguro por sus flores, en múltiples ocasiones vio como es que trataba de ocultarlas; sabía que para algunos floricultoristas era un tema altamente sensible, o que se podían sentir acomplejados o simplemente no les agradaba que se hiciese mención de ello, era un conocimiento aprendido gracias a su familia, ya que la mayor parte eran floriculturistas, salvo por él y su padre.
"Gracias." Sus palabras se habían atorado en su garganta, por lo que se limitó a verle alejarse, quería agradecerle por el dulce comentario, pero si corría se iba a desmayar antes de llegar, por el hecho de que no se encontraba en una buena condición física.
Llevaba algo de tiempo sin tomar los suplementos que necesitaba debido a lo caros que eran y para su mala suerte, presentaban muchos problemas económicos en su hogar en esos momentos, misma razón por la que el dinero que se supone que debía usar para el regreso a su casa lo guardaba para conseguir el medicamento necesario. Mientras que el padre, por su parte, le había dado ese dinero para que no tuviese que agotarse caminando. Le daba miedo que su hijo se desmayase a mitad de camino y no hubiese alguien cerca para socorrerlo en el instante.
[...]
Las tardes de Tendou, se reducían a leer manga, vender algunas manualidades en línea o hacerse promoción para tener más ventas debido a la poca demanda de estas, actividad. Su padre no estaba del todo de acuerdo, ya que deseaba que su hijo estudiase únicamente, por otra parte, comprendía las acciones de su hijo.
«Papá 7:58 PM
¿Cómo estás mi cerezo? Llegaré para la cena, pero no prepares nada aún. Llevaré una de tus comidas favoritas para celebrar tu primer día. »
Tendou extrañaba que su madre le dijera aquel apodo, por lo que leves lágrimas comenzaron a caer en cuanto leyó el texto, ¿Hace cuántos años había escuchado ese apodo salir de los labios de su madre? La extrañaba, la necesitaba y sobre todo necesitaba de su guía para saber qué hacer con las flores que había heredado, las cuales en ocasiones odiaba por solo sentir la ausencia de ella.
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Mi Cerezo {Ushiten [AU] [Haikyuu] [Gardenverse] }
FanfictionHistoria completada. A partir del capítulo 13 "son extras," me niego a terminar mi fanfic que más me ha divertido escribir. Tenía 13 años, cuando los primeros brotes de flor de cerezo crecían en las puntas del rojizo cabello de Satori Tendou. No se...