Marie Elizabeth Halliwell recibe una oferta para ejercer como doctora en el Instituto Psiquiatrico Clementine Rosewood Bathory, ubicado en Black River Town.
Todo se vuelve confuso cuando los pacientes la reconocen, pero ella está segura que nunca lo...
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué esta historia, ahora leyendo nuevamente los capítulos me doy cuenta que hay detalles que pudieron pulirse y no mencionemos algunos otros errores de escritura. Es por eso que me daré el tiempo para revisarla y realizar algunas mejoras en el desarrollo sin perder la esencia de la historia que ya han leído.
Cabe aclarar que hasta que tenga todos los capítulos listos subiré las actualizaciones juntas, mientras tanto les dejo un adelanto de otra historia que estoy desarrollando por si quieren darle una oportunidad.
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2 de enero.
Una botella de agua golpeó mi brazo con fuerza.
Me giré despacio sobre el capo de la camioneta para dirigirle una mala mirada a Ethan. Esta rodó hasta caer al suelo y ensuciarse. Nos habíamos detenido un momento en la carretera para observar el atardecer. Los campos de este país eran hermosos, podría quedarme horas observándolos.
Gian nos invitó a pasar una semana en un pueblo escondido en un punto ciego en el mapa, cada año él venía a vacacionar con sus familiares. Él es un chico que conocimos en un seminario en Luxemburgo. Meses después se transfirió a nuestra universidad y los demás pudieron conocerlo. Todos convencimos a nuestros padres de pasar unos días con él. Mamá no estaba tan convencida, pero luego de un par de advertencias de mi parte aquí estoy.
—¿Nunca dejarás de ser tan grosero? —pregunté burlona. Louise y Tim rieron mientras que Wendy y Elaine se tomaban fotografías a unos metros. Estábamos a unos tres kilómetros del pueblo.
—¿Y tú tan distraída? —resoplé. Un sitio como este es digno de admirar—, baja de ahí, Hasret. Puedes caerte.
El sonido como de una trompeta me hizo ver hacia el horizonte, donde el sol se ocultaba. Las chicas dejaron de tomarse fotos, intrigadas por aquel suceso. No mentiré diciendo que los latidos de mi corazón no se aceleraron por los nervios. Varias aves salieron volando en manada hacia las afueras y el viento sopló fuerte despeinando mi cabello. Un escalofrío recorrió mi espalda.
Las palabras de Ethan se repitieron en mi mente y cerré mis ojos un momento cuando sentí un dolor punzante en mi cabeza. Sentía que esas palabras las había escuchado antes, pero no podía recordar cuando.
—¿Qué diablos fue eso? —abrí mis ojos y fruncí el ceño ante las palabras de Elaine. Tal vez era un anuncio de que el sol se opondría—, se escuchó como las películas del juicio final.
—No digas tonterías, tampoco intentes asustarnos —respondió molesta Wendy. Ethan se acercó a la camioneta y me extendió la mano para bajar. Suspiré y la tomé.
Cuando mis pies tocaron suelo, tropecé y golpeé mis espalda contra la puerta del vehículo. La acción me provocó un susto. Mi respiración se aceleró por un momento, pero logré recomponerme.
