Capitulo 16

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POV Eleni

Después de tres días, Jungkook y yo estamos empacando nuestras cosas para iniciar el viaje a Estados Unidos. Me siento algo emocionada por este viaje; es la primera vez que voy a acompañarlo y, aunque me llena de nervios la responsabilidad, no puedo evitar sonreír al pensar en las aventuras que nos esperan juntos.

-¿Llevas el cargador de la cámara? -pregunta Jungkook mientras sostiene una camiseta doblada.

-Sí, está en la maleta pequeña -le respondo con una sonrisa, terminando de guardar mis cosas en la mía.

Seguimos empacando, entre risas y pequeñas bromas. Jungkook intenta doblar una sudadera y yo no puedo evitar reír cuando veo lo desordenada que queda. Él finge estar ofendido, pero enseguida nos encontramos jugando con la ropa como si fuéramos dos niños. Todo se siente ligero, como si el peso del viaje y las responsabilidades que vendrán no pudieran alcanzarnos en este momento.


Después de empacar, Jungkook y yo subimos al auto de la empresa, mientras ayudaban a Bam a acomodarse en su espacio en la parte trasera. Aunque estaba emocionada por el viaje, no podía evitar sentir una punzada de tristeza al pensar en cuánto lo íbamos a extrañar. Bam era parte de nuestra vida diaria, y estar sin él sería extraño.

Cuando llegamos a la casa de mis suegros, los padres de Jungkook nos recibieron con una cálida sonrisa. Después de dejar a Bam acomodado dentro, su madre se acercó a Jungkook, dándole un abrazo suave pero firme.

-Estoy tan orgullosa de ti, hijo -dijo con emoción en la voz-. Cuídate mucho, y Eleni... -se volvió hacia mí, tomándome las manos con cariño-. Cuídalo bien, sé que lo harás.

Le sonreí, asintiendo con seguridad.

-Lo cuidaré, no se preocupe -respondí, mientras Jungkook intercambiaba una mirada agradecida con su madre.

Su padre, más reservado, también le dio una palmada en el hombro a Jungkook, despidiéndose con un asentimiento lleno de orgullo.

-Que todo salga bien, hijo. Estaremos esperando a que vuelvan.

Jungkook les dedicó una sonrisa, y con una última mirada a Bam, nos despedimos y subimos al auto.



Ya en el aeropuerto, tuve que seguir el protocolo que habíamos acordado para mantener la discreción. Me coloqué una gorra y un cubrebocas, tratando de mezclarme entre el staff. Jungkook salió primero, como siempre, mientras yo caminaba unos pasos detrás, siguiendo al resto del equipo. A pesar de que estábamos rodeados de personas, me sentía segura sabiendo que todo estaba planeado.

Nos llevaron a una zona más alejada del aeropuerto, un lugar tranquilo, mientras esperábamos la señal para abordar. Me senté en una de las sillas más alejadas, observando a Jungkook desde atrás. A pesar de la distancia entre nosotros en ese momento, la conexión era palpable. Él estaba enfocado, revisando su teléfono, mientras yo simplemente me acomodaba en mi asiento, esperando pacientemente.

Una vez que llamaron para nuestro vuelo, Jungkook se levantó y me miró de reojo antes de seguir caminando. Yo avancé junto con los del staff, manteniendo la distancia. A veces me sentía un poco mal por tener que ocultarnos así, pero entendía perfectamente que la vida de Jungkook no era fácil, y yo había aceptado todo esto desde el principio.

Al subir al avión privado, finalmente pude quitarme el cubrebocas y respirar con más libertad. Jungkook, sin decir nada, me guió hacia nuestros asientos. Sus ojos tenían esa mirada que ya conocía demasiado bien: esa mezcla de frustración y tristeza por no poder vivir nuestras salidas como cualquier otra pareja.

Tomé su mano suavemente, entrelazando mis dedos con los suyos, y le sonreí, intentando transmitirle seguridad y paz. -Te amo mucho -le dije, manteniendo mi voz tranquila, casi susurrante.

Jungkook me devolvió una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza mientras respondía en un tono bajo. -Yo también te amo.

Fueron largas horas de viaje. Dormimos un poco, comimos algo sencillo y vimos alguna que otra película, pero lo mejor fue que no paramos de molestarnos y sonreírnos en el proceso. Estar juntos hacía que todo pareciera más ligero, incluso en un vuelo tan largo.

Finalmente, el avión comenzó su descenso al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy en Nueva York. Jungkook estaba profundamente dormido, con la cabeza apoyada en mi hombro. Lo miré con ternura por unos segundos antes de decidir que ya era hora de despertarlo suavemente.

-Kookie... -susurré, mientras le acariciaba el cabello para intentar despertarlo poco a poco-. Ya llegamos.

Jungkook, medio soñoliento, soltó un suave quejido pero no se movió. Me reí suavemente y le dije:

-Vamos, ya debemos bajar -dije, peinando su cabello con mis dedos mientras lo despertaba.

Él sonrió y, con los ojos aún cerrados, me respondió en voz baja:

-Hola, amor.

-Hola -le respondí con una sonrisa-. Ya debemos bajar, ¿sí?

Jungkook se estiró, soltando un pequeño suspiro antes de comenzar a arreglarse. Mientras tanto, yo empecé a ponerme la gorra y el cubrebocas, siguiendo el protocolo que ya conocía. Noté cómo Jungkook me observaba atentamente, esa mirada que ya conocía tan bien. Sin mirarlo directamente, le solté en tono juguetón:

-¿Qué? Incluso cubierta se nota mi hermosura, ¿no?

Jungkook soltó una pequeña risa, y mientras me miraba de arriba abajo, mordiendo suavemente su labio donde estaba su piercing, me respondió:

-Sin duda alguna, amor.



Logramos salir del aeropuerto sin contratiempos, gracias a la eficiente seguridad. Me tuve que trepar en otro auto para no levantar sospechas, pero durante el trayecto, conversé animadamente con algunos del staff. De repente, sentí vibrar mi teléfono: era un mensaje de Jungkook preguntando si estaba bien.

"Sí, todo perfecto" respondí rápidamente, sintiéndome aliviada de saber que él también estaba bien.

Finalmente, llegamos al gran hotel, un lugar de lujo que desprendía elegancia por cada rincón. Después de que pidieron algunas habitaciones, nos dieron las indicaciones y subimos en el ascensor hacia una planta súper alta. Mientras el ascensor se deslizaba hacia arriba, la emoción crecía en mí. Cuando las puertas se abrieron, me di cuenta de que ese pasillo era solo para nosotros.

Jungkook tomó la tarjeta y la deslizó en la cerradura, abriendo la puerta con un suave clic. Entramos juntos y, al instante, quedé maravillada. La vista desde el cuarto era impresionante; el sol iluminaba la habitación, revelando un espacio inmenso.

-¡Wow! -exclamé, dando unos pasos hacia el interior-. Esto es increíble.

El cuarto contaba con una cocina moderna, una enorme cama matrimonial en el centro, y un baño de lujo que parecía sacado de un sueño. Todo era tan perfecto, un pequeño refugio que me hacía sentir emocionada por la aventura que nos esperaba en Nueva York.

-Esto es solo el comienzo, Eleni -dijo Jungkook, acercándose a mí con una sonrisa que iluminaba su rostro-. ¿Listos para disfrutar de la ciudad?

No pude resistirme y me lancé a la gran cama, sintiendo la suavidad que me envolvía como un abrazo. Cerré los ojos un momento, dejando que la comodidad me relajara. Pero, de repente, sentí un peso sobre mí. Al abrir los ojos, vi a Jungkook sonriendo, una chispa traviesa en su mirada.

-Amor -dijo, inclinándose para darme un beso suave que me hizo sonreír.

-Dime, Kookie -respondí, sintiendo que mi corazón latía más rápido.

-¿Tienes hambre? -me preguntó, su tono reflejando su preocupación.

-Demasiado -admití, a la vez que un gran bostezo se escapó de mis labios-. También tengo mucho sueño.

Jungkook miró el reloj y se dio cuenta de que ya eran las 6 de la tarde.

-Perfecto, entonces comeremos algo y después nos iremos a dormir -dijo, levantándose y extendiendo su mano hacia mí.

Lo seguí, sintiéndome agradecida por su consideración. Sabía que sería un buen descanso después de un largo viaje.

Nuestra Historia Secreta. J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora