Capitulo Quince: Sombras

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(Red Daughter)

La brisa de ese día lluvioso acariciaba mi piel y el sabor de la victoria aún en mis labios me hacía sentir completamente invencible. El DEO había sido reducido a cenizas; Alex y Kara, derrotadas cual pequeñas ratas; Lena a mi lado, dejando únicamente atrás los ecos de la destrucción, las luces titilantes de las explosiones y el aroma metálico del caos. ¡Esto! Fue lo que siempre temieron los humanos, cuando supieron de mi existencia, de la existencia del vampiro y ahora, se ha hecho realidad. Nosotras dos... Finalmente Juntas ¿Qué sigue a continuación?

Cuando finalmente cruzamos la puerta del penthouse de Lena, siento que es la primera vez que disfruto de su amplitud, necesito detenerme para observar el interior y los exquisitos detalles que no note antes por temor. El peso de estar en el hogar de la mujer que había alterado cada fibra de mi ser se siente por todo mi cuerpo. Los ventanales mostraban la extensión brillante de Ciudad Nacional. Los edificios parecían ceder ante la inclemencia de la lluvia, bajo el hechizo etéreo de un demonio que prometía más que solo amor fiel. Lena caminaba con gracia depredadora, su figura alta y esbelta dominando la habitación, me hacía olvidar que apenas pocos días atrás su cuerpo moribundo manchaba la alfombra con sangre.

Realmente no puedo apartar los ojos de ella, me llama y me seduce. Pese a que ambas no hemos pronunciado palabras luego de todo lo ocurrido, ese silencio que había sido incómodo en nuestra huida debido a su intervención para salvar la vida de esa humana despreciable, ahora parecía que se tornaba cargado de algo más. Lena se detuvo frente a una mesa de cristal y giró lentamente hacia mí, sus ojos verdes brillando con una intensidad que estremeció mi cuerpo me dieron a entender que deseaba profanarme una vez más. Había una mezcla de deseo y peligro que se colaba entre nosotras anunciando el final de todos los miedos.

-Lo hemos hecho. - Murmure, rompiendo el hechizo del silencio, aunque mi voz apenas era un susurro.

-Lo hemos hecho. - Repitió Lena, pero había algo diferente en su tono. – Finalmente, lo hemos hecho.

La voz del vampiro, señalaba algo más que deseo; no era orgullo lo que se escondía bajo sus palabras, ni incertidumbre o pena, era otra cosa, algo más profundo, más oscuro que había estado dormido durante siglos y ahora finalmente surgía de ella. Di un paso hacia adelante, insegura de qué decir para no comprometer el maratón sexual que se aproximaba. Lena no se movió, pero la tensión entre nosotras aumentaba con cada segundo que pasaba. Cuanto silencio que gritaba mil cosas, y entonces, sin previo aviso, habló de nuevo.

- ¿Sabes lo que esto significa, mi amor? - Su voz cambio, ahora era suave, seductora, pero también cruel. - ¿De verdad lo comprendes?

- Significa que hemos ganado mi vampiresa. El DEO está destruido. Alex y Kara han caído. Ciudad Nacional será nuestra, tal y como lo querías. – Respondí.

"¿Será nuestra?" Al pronunciar aquella duda, Lena dio un paso hacia mí, como un depredador acechando, como muestra de que el vampiro no dejo rastro de la persona que era antes. "¿O será tuya?" Continuo con su tono de voz, cálido y frío a la vez, que me dejó sin aliento. "Dime, Svetlana, ¿Sabes lo que significa la devoción de un vampiro?" Finalizo, llegando a estar tan peligrosamente cerca, que su aliento espectral erizaba mi piel por completo. ¿Cómo puedo ser tan humana estando junto a ella? Es lo que me pregunto es estos momentos, creyendo torpemente que el beber de su sangre no me hizo plenamente vulnerable a sus deseos más oscuros.

No obstante, la pregunta resonó en mi mente como un golpe. Había sentido la transformación, la conexión con Lena que me hacía vibrar de poder. Sabía que estaba cambiada, que ahora algo oscuro y antiguo habitaba mi mente a través de los siglos de testimonios que pasaban de los recuerdos del vampiro a mi cuerpo a través de su sangre. Pero la intensidad de la pregunta, se alejaba por completo de todo ese sufrimiento que ella había soportado sobre su cuerpo tan solo para llegar a este momento, donde finalmente se ponía de rodillas ante mí.

Sombras de TerciopeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora