(Kara)
Cuando era adolescente vivíamos en Kansas, en un lugar completamente distinto al "Castillo" que mi familia tenía en Kriptón. Con frecuencia sentía nostalgia ya que, allí todo era siempre tan brillante a diferencia de como veía a la tierra. No es que nuestra fortuna fuera de la realeza, pero aquel rincón del universo era suficiente como para que una pequeña niña llevara una vida soñada; la vida de la hija de la gran Casa de El. Ese hubiera sido mi destino de no haber sido por la tragedia que arrasó con todo mi planeta. En cambio, ahora y con los limitados recursos que gozan los humanos, sólo he podido llevar una existencia cómoda.
Mi padre (mi nuevo padre) es humano y yo, naturalmente, tengo un apellido humano, "Danvers". ¿Qué más puedo decir sobre él? Mi padre servía en el ejército, y era un hombre valiente que todos admiraban, por ello, cuando alcanzó cierto estatus, con su reducida familia pudo adquirir aquella pequeña residencia, rodeada de algunas hectáreas de tierra, donde me ocultó, por mi protección, junto a su esposa y su hija (su verdadera hija). Al principio por supuesto, me sentía sola, desubicada y torpe, a la sombra de mi hermana, pero con el tiempo descubrí que no existe nada más pintoresco y solitario que la propia existencia humana.
En ese entonces, había optado por caminar por una suave colina que dominaba un extenso bosque. Una carretera angosta y abandonada pasaba por delante dejando ver un lago donde nadaban los cisnes; podía pasar horas allí sin que nadie me molestara, soñando una y otra vez hasta que mis pies comenzaban a elevarse del suelo. He dicho que es un lugar muy solitario, así que juzguen ustedes mismos si digo la verdad al respecto de mis poderes, pese a que nadie en Kansas los llego a ver, pero ese es un tema sin relevancia ahora.
Había días incluso, en que con un simple andar lograba alcanzar desde la puerta de entrada de mi hogar, pasando por la carretera, hasta llegar al bosque que aún hoy se extiende quince millas a la derecha y doce a la izquierda, sin llegar a soltar una gota de sudor siquiera. Podía avanzar incluso hasta el pueblo inhabitado más próximo en tan solo segundos, cuando necesitaba tomar un respiro. Me agradaba ir allí pues existía una iglesia gótica en ruinas; donde las tumbas, casi ocultas entre piedras y follaje, parecía que pertenecieron a algo muerto hace mucho tiempo atrás, como mi propio hogar. Hay una leyenda que explica por qué fue abandonado por sus habitantes este extraño y melancólico paraje. Pero ya hablaré de ello más adelante, cuando entiendan la historia de la duquesa.
Para la época en que ocurrieron los hechos que voy a narrar a continuación, tenía solamente diecisiete años. Mi madre (mi nueva madre) era una dama en toda la extensión de la palabra, que ejercía las funciones de institutriz, protectora y guía para completar mi adaptación, pero ella no podía estar junto a mi todo el tiempo. Algunas muchachas amigas de mi hermana venían de vez en cuando a la casa y como ya había dejado atrás las épocas de instituto, esas eran las habituales relaciones sociales que podía tener, así que, por lo general, era una vida muy aislada, que quería abandonar lo antes posible.
Realmente estaba sola, no obstante, no era que tuviera miedo... pues era una de aquellas afortunadas adolescentes a quienes han evitado expresamente los malos tratos o incluso una mera historia de fantasmas para inculcar pena por diversión, ya que todos a mi alrededor creían que no era nada más que una invitada frágil... una que debía irse pronto con una buena impresión de la tierra para evitar que en algún momento arrasará con toda la vida que existía allí.
Siempre fui fuerte, algo cercano a un dios, por lo que, si en algún momento lloré, fue seguramente porque me sentí abandonada; por mi propia gente; en una profunda sensación que se arraigó cada vez más haciendo que llorar se volviera casi una costumbre por las largas noches deseando sin cesar una manera de sentirme igual a los demás, sentirme bienvenida, apreciada... amada (era obvio que el dormir no era una cuestión que en algún momento aprendería). Y así fue, por tantos años, hasta que, con gran sorpresa y sin previo aviso, una noche vi al lado de mi cama un rostro bellísimo que me contemplaba con aire virginal, a través de unos profundos ojos verdes. Era una joven que estaba arrodillada y tenía sus manos bajo mi manta rozando sus dedos fríos con los míos con total admiración... era como si yo, fuese lo único valioso en el mundo para ella. Algo digno de contemplación.
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Sombras de Terciopelo
FanficKara, es una joven inocente y curiosa, que se siente irresistiblemente atraída por una enigmática y seductora figura de su infancia. Mientras tanto, Red Daughter sigue los pasos de una visitante misteriosa cuya belleza oculta un deseo tan antiguo co...