Capitulo Doce: De naturaleza humana

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 (Kara)

La luz del día acariciaba suavemente las paredes de cemento de la antigua casa Danvers, filtrándose por las cortinas gruesas que apenas permitían que la claridad entrara a mi habitación. Estaba por completo segura de que todo lo que había sido revelado la noche anterior era real y fehaciente, no obstante, requerí de algo de fuerza para abrir los ojos, encontrándome con los dos cuerpos aun desnudos de Lena y Svetlana. Prácticamente deje salir un suspiro de agradecimiento, pues aún podía sentir el aroma de sexualidad que había envuelto nuestros cuerpos en un abrazo inquietante y embriagador.

¿Qué hora era exactamente? Espero que no lo suficientemente tarde como para que Lena, la vampiresa que ambas deseábamos con desesperación, tuviera que huir y mantenerse en la penumbra. La mirada tranquila y satisfecha que ahora adornaba sus delicadas facciones era algo que quería contemplar por siempre. ¡Eternidad! Esa palabra me hace pensar en lo que ahora pesa sobre mis hombros. Le he dado sangre de la realeza de Kriptón a un vampiro y con eso supongo que he sellado un vínculo entre nosotras que no se disolverá.

¿Estamos unidas ahora? ¿Seremos un triángulo de amor para siempre? Parece que no soy la única con esa duda, pues Svetlana finalmente rompe el silencio. Su voz apenas en un susurro habla, como si temiera romper el frágil equilibrio de la mañana al mismo tiempo que estira el brazo para rodear a Lena.

—¿Y ahora qué? —Pregunta con un rastro de ansiedad—. No podemos volver atrás, lo sabes.

Lena, siempre al parecer tan evasiva, se levanta de su cómodo lugar entre las sábanas y camina hacia la ventana donde el sol apenas comienza a verse. Svetlana y yo sentimos un miedo terrible ante ese gesto. ¿Qué pretende hacer ahora? ¿Arder acaso? No obstante, su mirada llena de devoción y una pizca de desafío se gira hacia nosotras dejando ver unos colmillos brillantes llenos de ansiedad. Parece que le han surgido sin siquiera darse cuenta, pues creo que Lena siente cierta cohibides a razón de su naturaleza espectral; algo que igualmente me retuerce las entrañas a diferencia de Svetlana cuya sonrisa delirante parece suplicar por una mordida.

—Nosotras elegimos estar aquí. No importa lo que pase, queremos ser parte de ti. – Vuelve a hablar mi hermana empezando a vestirse.

Lena exhala con suavidad y muestra una sonrisa apenas visible en el borde de sus labios pálidos, pero sus ojos revelaban algo más profundo: el peso de las decisiones que no podía permitirse tomar. Su mordida es un acto de conquista más que de amor. Al clavarse en mi carne, sentiré cómo se desmorona el mundo que conozco. Lo sé, mi cuerpo se rendirá a la embriaguez de lo eterno. La vida se deslizará, mientras la muerte me abrazará suavemente. Luego moriré y me convertiré en lo que Lena es. Suena un plan de muchos siglos por venir, pero yo... ¿Realmente estoy lista para dejar atrás mi naturaleza humana?

—Amada mía, no puedes comprender lo que me pides —Respondió Lena con voz suave pero firme a la vez que regresaba el vestido a su cuerpo—. Si cruzan esa línea, no habrá vuelta atrás. La eternidad no es una bendición, es una condena.

Prácticamente puedo sentir el corazón de Svetlana romperse. Sus ojos se hacen llorosos, pero decide al final por mero orgullo mantenerse serena. Nadie habla por unos instantes, hasta que la vampiresa nos invita a regresar a la ciudad y disfrutar al menos de un tiempo con ella y a solas; antes de tomar cualquier decisión. "No existe ya algún hechizo sobre ustedes, probablemente nunca lo hubo, pero lo que vivan a mi lado a partir de hoy solo será por ustedes. Nada las ata al vampiro" aclaro, además. Me parece que es el acuerdo más razonable, uno que hubiera traído felicidad a más de una persona. Era un sueño y un anhelo que se interrumpió con un ruido ensordecedor que destruyo la calma de la mañana.

Sombras de TerciopeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora