CAPITULO 6

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CHRIS

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CHRIS

Puse en marcha el coche en dirección al departamento de Carly. Mi mente estaba fija en terminar de una vez con todo esto, pero el universo, caprichoso como siempre, tenía otros planes. A lo lejos, bajo la tenue luz de la carretera y la cortina de lluvia, vi una figura. Una chica caminando lentamente, la silueta de su cuerpo dibujada por las gotas que caían implacables.

Reduje la velocidad, y al acercarme, mi corazón dio un vuelco. Era ella.

Detuve el auto y bajé la ventanilla.

—¿Te llevo? —pregunté, mi voz más suave de lo que imaginé. Ella no respondió, así que insistí—. Vamos, no te lo pediré de nuevo.

Subió rápidamente. Su cuerpo empapado parecía un cuadro salido de los sueños más profundos de un artista. Su vestido, pegado a su piel, revelaba más de lo que ocultaba. Cada curva, cada línea, era una obra maestra esculpida por algún dios olvidado. Su cabello, oscuro y mojado, caía en mechones desordenados, dejando pequeños riachuelos que escurrían sobre el asiento de cuero.

—Perdón, señor Evans. Sé que en mi vida jamás podré pagar uno como este.

No respondí de inmediato. Su voz, delicada y tímida, era un contraste perfecto con la tormenta que parecía rodearla.

—Si te lo propones, podrías —finalmente contesté, intentando no parecer demasiado interesado— ¿A dónde vamos?

Ella me dio la dirección, pero no podía concentrarme en la carretera. Mis ojos volvían una y otra vez a ella, como si temieran perder algún detalle, estaba nerviosa, movía las manos intentando secarse, aunque sabía que era inútil, cada movimiento suyo, tan inocente y natural, era un golpe directo a mi autocontrol.

Me estremecí. Ella no era consciente del poder que tenía sobre mí, su presencia llenaba el auto como un perfume embriagador, imposible de ignorar, cuando finalmente llegamos, detuve el auto frente a su edificio.

—Ya está —me sonrió, y por un instante, el mundo se detuvo.

Era esa sonrisa, tan pequeña, tan sutil, pero con la capacidad de iluminar cualquier oscuridad.

—Gracias.

—De nada. —Respondí, pero no quería que se bajara. Algo en mí se rebelaba contra el tiempo. Contra la realidad—. ______, ¿tienes tiempo para salir a cenar?

Ella se quedó muda, sorprendida. Parecía medir mis palabras, como si buscaran algún significado oculto, entonces su teléfono sonó, rompiendo el momento.

—Señor, no puedo —su tono era una mezcla de culpa y firmeza—. Debo estudiar.

—Solo será un momento.

—Lo siento. —Abrió la puerta y bajó apresuradamente, mirando atrás solo para decir—. Perdóneme.

La vi alejarse, sus pasos apresurados resonaban en mi cabeza como un eco interminable.

Obscura Obsesión / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora