Arthur
Todo estaba en su sitio, la habitación lista para mi hija mientras se recuperaba. Dos enfermeras a su cuidado y el pediatra junto al medico cirujano. A pesar de lo reciente de la cirugía, la veía sonreír, aunque a veces su pequeño rostro se arrugaba de dolor. Le di un beso suave en la mejilla, y luego llamé a Lucrecia, mi nana.
—Lucrecia, necesito que le pongas atención a la niñera —dije con tono serio, manteniendo la vista en mi hija—. Ella parece buena en su trabajo, fue gracias a su rápida reacción que supe que Ayla necesitaba la cirugía de urgencia. Pero es… algo especial, por decirlo de alguna forma.
Lucrecia, siempre calmada, levantó una ceja.
—¿Especial? —preguntó con una sonrisa de ligera curiosidad.
—Sí, especial. Quiero decir, es un poco arrogante y odiosa. Sólo vigílala, no quiero que maltrate a mis hijas —añadí, algo molesto por la risa de Lucrecia.
—Mi niño, no creo que sea de ese tipo —respondió con una risita amable—. Se ve educada y tranquila.
—Bueno, si tú lo dices. Pero sólo asegúrate de que entienda las reglas de la casa. No quiero problemas, y que cuide bien de las niñas.
—A sus órdenes, señor. Haré todo lo que usted diga —respondió, inclinándose levemente antes de marcharse.
Me preparé para salir hacia la empresa. Había una reunión importante que no podía perderme, pero antes, decidí pasar por la habitación de Layla, mi otra hija pequeña. Al abrir la puerta, la vi observando con curiosidad a la niñera, Lía, quien le hablaba en voz baja.
—¿Te gustaría comer algo rico? —le preguntó Lía con una sonrisa, mientras le acariciaba el cabello.
Layla bajó la cabeza tímidamente antes de asentir. La niñera comenzó a peinarla, hablando con una amabilidad que me sorprendió.
—Vamos a peinarte bien bonita, hacerte unas colitas y ponerte ropa linda, luego bajamos a desayunar. ¿Te parece? —mencionó, y Layla sonrió por primera vez en mucho tiempo.
Observé un momento más, tratando de no interrumpir, pero al final decidí entrar.
—Buenos días, Layla —saludé.
Mi hija se levantó de la cama de inmediato, poniéndose rígida.
—Buenos días, papito —respondió en voz baja.
—¿Ya conociste a tu niñera? —pregunté.
—Sí, se llama Lía —dijo Layla, todavía nerviosa.
—Muy bien. Debo irme al trabajo. Ayla está en la otra habitación, cuando se sienta mejor vendrá a verte. Cuida de tu hermana mientras tanto.
Luego, me volví hacia Lía.
—Señorita Lía, espero que haga bien su trabajo y esté atenta a las niñas —declare con tono firme—. Todo estará bien entre nosotros mientras cumpla con lo que se espera.
—No se preocupe, señor Arthur. Sus niñas estarán en buenas manos. Conozco las reglas, y sé exactamente cómo usted quiere que se hagan las cosas —respondió ella con una sonrisa calmada, pero había algo en su tono que me irritaba.
—¿Por qué me tutea? —repliqué, sintiendo el enojo subir por mi pecho.
Ella simplemente arqueó una ceja, sin mostrar señal de incomodidad.
—No lo hago con mala intención. Sólo quiero que sepa que todo está bajo control. No tiene por qué preocuparse —respondió, como si no hubiera notado mi molestia—Puede irse tranquilo a su empresa.
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La niñera de las hijas del CEO: Arthur Zaens.
RomanceArthur Sáenz, un multimillonario frío y desalmado que ha vivido en la oscuridad desde la desaparición de su esposa, dejándolo solo con sus dos hijas gemelas. Desesperado por encontrar una niñera que cumpla con sus estrictas expectativas, Arthur cono...