Capitulo 27: Valentia

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P.O.V. DAKOTA SWAN

El sonido del viento aullaba suavemente entre los árboles de La Push, pero en la pequeña casa en la que me encontraba, el silencio era casi absoluto. Seth, acostado en el sofá, respiraba con dificultad, y cada jadeo que salía de sus labios me recordaba cuán cerca habíamos estado de perderlo. Su herida, aunque sanaba con una rapidez sobrehumana gracias a su condición de licántropo, seguía siendo una cicatriz visible de todo lo que habíamos pasado.

Había sido el oso. Aquel monstruo que me había seguido, atraído por el olor de la sangre de Bella que inadvertidamente cargaba conmigo cada vez que iba a visitarla. El mismo olor que había puesto a toda la manada en peligro, según lo que me dijo Jacob. Seth había sido el más afectado. Fue su valentía y su instinto protector lo que lo había llevado a lanzarse primero al ataque, buscando alejarme del peligro, sin importarle el riesgo.

Me acerqué a él, observando cómo las heridas en su torso, antes tan profundas, ahora parecían apenas unas marcas rosadas. Sin embargo, el dolor aún seguía allí. No solo el físico, sino también el emocional. Sabía que Seth se culpaba por no haberme protegido lo suficiente, a pesar de haber arriesgado su vida por mí. Pero yo no podía verlo de esa manera. Él había sido mi salvación.

—Seth —susurré, colocando una mano suavemente en su frente, sintiendo la calidez que aún irradiaba su piel—. Todo estará bien.

Él abrió los ojos lentamente, sus pupilas desenfocadas al principio, pero poco a poco recobrando la claridad. Me miró, y en ese instante, una pequeña sonrisa, débil pero sincera, se dibujó en su rostro.

—Estás aquí... —murmuró con la voz ronca.

—Siempre —le respondí, tratando de sonar más fuerte de lo que me sentía en ese momento—. ¿Cómo te sientes?

Seth se incorporó con un gemido suave, llevándose una mano al costado. Aún le dolía, pero no era el tipo de dolor que lo frenaría. Era un luchador, siempre lo había sido. Lo admiraba tanto y estaba tan agradecida con él por haber salvado mi vida.

—Mejor que ayer, supongo —dijo, haciendo un esfuerzo por sonar despreocupado, pero la tensión en su expresión delataba el esfuerzo que hacía por no preocuparme.

Sentí una mezcla de alivio y culpa. Alivio porque seguía aquí conmigo, porque la bestia no lo había matado, pero culpa porque era mi presencia la que había atraído al peligro en primer lugar.

—Seth, lo siento —solté, mi voz temblando—. Si no hubiera sido por mí, nada de esto habría pasado. El oso te atacó porque yo...

Seth negó con la cabeza antes de que pudiera terminar. Se inclinó hacia adelante, ignorando el dolor en su cuerpo, y tomó mis manos entre las suyas.

—No vuelvas a decir eso —Me dijo, sonreí triste—. Nada de esto es tu culpa, Dak. Ese oso habría encontrado una razón para atacar de todas formas. Yo solo hice lo que tenía que hacer.

Pero sus palabras no aliviaban la culpa que me carcomía por dentro. Aun así, sabía que insistir no cambiaría nada, y lo último que quería era hacer que se sintiera peor.

Mientras permanecíamos allí, en silencio, con nuestras manos entrelazadas, un aullido resonó en la distancia. Era Sam. La manada estaba en movimiento nuevamente, siempre alerta ante cualquier nuevo peligro.

Seth suspiró, bajando la mirada por un instante antes de volver a alzarla hacia mí.

—Necesito salir ahí —dijo con resolución.

—¿Qué? ¡No, Seth! No estás listo todavía —protesté, pero él me interrumpió con una mirada que no supe diferenciar.

—La manada me necesita. Y tú también. No voy a quedarme aquí mientras los Vulturis rondan cerca. Sabes que están cada vez más atentos. No es solo esa cosa que enfrentamos, Dakota. Es todo esto. Él bebe de Bella, lo que sea que tengas esos vampiros. Y tú estás en medio de todo, te están vigilando.

¡Cierto! Sam había dicho que Los Vulturis que por lo que sé es que son como la realiza Vampírica y son los que controlan las normas de los Vampiros y a l vez mantienen el orden, había escuchado a los Cullen hablar sobre eso, a Edward, Carlisle y Alice, y eran aterradores todo lo que podían llegar hacer! Pues según la manada, los Vulturi ya sabían del embarazada de Bella, Jacob y Sam habían sentido su olor, por lo que lo suponían.

Mis manos se estremecieron en las suyas. Lo sabía, claro que lo sabía. Los Vulturis no habían atacado aún, pero su presencia se hacía más fuerte con cada día que pasaba. Han mandado a vigilarnos. Estaban esperando, observando, tratando de entender el origen del feto de Bella, pero también querían respuestas sobre mí. El lazo que tenía con Bella me convertía en una pieza de su rompecabezas, una que ellos creían esencia y claro del porque sabia de ellos.

Me aterraba horriblemente.

Seth me miró con determinación.

—No voy a dejar que te toquen —dijo, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que me hizo sentir protegida.—. Es mi deber.

—Pero aún no estás listo —repetí, incapaz de ocultar mi preocupación—. Apenas puedes moverte sin que te duela. No puedes salir y pelear ahora.

Seth se encogió de hombros, esbozando una media sonrisa.

—He pasado por peores.

Lo sabía, claro que lo sabía. Pero, aun así, no podía evitar el miedo que me invadía al pensar en lo que podía suceder si salía a pelear en ese estado.

—Dakota —dijo suavemente, su tono más calmado—. Estaré bien, La manada está unida. Sam, Jacob... todos. No estamos solos en esto, y yo tampoco. Pero no puedo quedarme aquí sabiendo que los demás están luchando. No soy así.

Me quedé en silencio por un momento, buscando algo, cualquier cosa que decir para convencerlo de quedarse, pero en el fondo sabía que tenía razón. Seth no era alguien que se quedara al margen cuando las cosas se complicaban. Era un guerrero, un protector. Era lo que lo definía.

—Solo prométeme una cosa —dije finalmente, mi voz quebrada.

—Lo que quieras.

—Prométeme que no harás ninguna locura. No te arriesgues más de lo necesario.

Seth sonrió, inclinándose un poco más hacia mí, su mirada suave.

—Te lo prometo. Pero... —hizo una pausa, su expresión más seria—. Prométeme que no vas a huir. Que te quedarás con nosotros, conmigo. Todavía tengo algo que decirte.......

Mis labios temblaron mientras asentía, sabiendo que no podía dejarme llevar por el miedo. La batalla no había terminado. Estábamos todos en peligro, pero mientras permaneciera con la manada, con Seth y los demás, sabía que había esperanza.

Seth se levantó lentamente, apoyándose en la pared para estabilizarse. Me levanté también, observándolo con cuidado.

—Voy a estar bien —aseguró, viendo la preocupación en mis ojos.

Le di un pequeño abrazo, sintiendo el calor de su cuerpo y el latido constante de su corazón.

—Nos vemos ¿sí? —susurró antes de salir, con la misma valentía con la que siempre enfrentaba todo.

Mientras lo veía partir, no pude evitar sentir que la verdadera tormenta estaba por llegar. Y esta vez, sería más devastadora que cualquier oso o criatura que hubiéramos enfrentado antes. Los Vulturis estaban al acecho, y nosotros, poco a poco, nos estábamos quedando sin tiempo.

DESTINO IMPRIMADO - SETH CLEARWATERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora