Capitulo 36: Atado por el Destino

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El silencio en la casa de los Cullen era silencioso pero a la vez incómodo. Jacob seguía de pie, inmóvil frente a la pequeña niña en los brazos de Rosalie, sus ojos atrapados en un torbellino de emociones que no podía procesar. Todo lo que había pensado, todo lo que había odiado, todo lo que había estado dispuesto a destruir, ahora era el centro de su mundo. La impronta lo había cambiado por completo.

Rosalie, que había estado protectora, solo lo vio con un eje de grandeza y sin importancia. Pero de pronto sintió como si la energía violenta que él traía consigo se hubiera desvanecido, reemplazada por una devoción silenciosa que ninguno de los presentes podía entender del todo, excepto Edward.

Edward, todavía en shock, trataba de asimilar lo que acababa de presenciar. La impronta. No era algo que esperara, y mucho menos con su propia hija. Había oído sobre ello, pero verlo con sus propios ojos, sentir el cambio en Jacob... era surrealista.

—Jacob, ¿qué estás haciendo? —preguntó Edward, aunque la respuesta ya estaba clara. No era una acción consciente; era algo más profundo.

Jacob, sin apartar la vista de la niña,
habló con una voz apenas reconocible por el tono de confusión y asombro.

—No lo sé... no lo sé... —dijo, su voz quebrándose—. No quería... yo solo... vine a...

Rosalie, mirando la reacción de Jacob con una mezcla de desconcierto, bajó la guardia solo un poco, aun así, no le tenía para nada de confianza en como miraba al pequeño ser. La bebé, que había estado inquieta momentos antes, ahora estaba tranquila en los brazos de Rosalie, como si también sintiera la conexión invisible que ahora unía a Jacob con ella.

Esme, fue la primera en romper el silencio pesado que flotaba en la habitación. Se acercó lentamente, posando una mano suave en el brazo de Rosalie, como si con ese simple gesto pudiera aliviar parte de la tensión.

—Jacob, ¿qué significa esto? —preguntó Esme con su tono gentil, tratando de entender lo que estaba pasando.

Jacob apartó la vista de la bebé por un momento y miró a Esme, su rostro todavía mostrando la lucha interna que estaba viviendo.

—Significa... que estoy atado a ella, es mi impronta—susurró, con una mezcla de reverencia y miedo—. No puedo evitarlo. No puedo luchar contra esto.

La revelación cayó como una piedra en el agua, enviando ondas de shock por toda la casa. Emmett, que hasta ese momento había permanecido callado y observando desde el fondo, dio un paso adelante.

—¿Impronta? —preguntó, su voz retumbando en la quietud.

Edward asintió lentamente, sin apartar la vista de Jacob. Podía leer cada pensamiento que pasaba por la mente de Jacob, la confusión, el asombro, el miedo de lo que significaba todo esto.

—Sí —respondió Edward—. Se ha impreso de ella.

La incredulidad en el aire era palpable. No solo por la naturaleza del vínculo, sino por lo que significaba. Jacob, el lobo que había odiado tanto a los vampiros, que había luchado para proteger a Bella de lo que él consideraba una amenaza, ahora estaba irrevocablemente conectado con la hija de Bella y Edward.

—Esto es una locura —murmuró Alice, que había estado observando desde la sombra. Ni siquiera ella lo vio venir, estaba llena de incertidumbre que ni siquiera sus visiones eran claras.

Jacob, sin embargo, no podía escuchar el murmullo a su alrededor. Estaba completamente absorto en el pequeño ser frente a él, cada célula de su cuerpo sintonizada con la bebé. Sentía la necesidad de protegerla, de cuidarla, y al mismo tiempo, la extraña sensación de que su destino estaba ligado a ella, aunque no quisiera aceptarlo.

En ese momento, Dakota llegó corriendo a la casa, con Seth detrás, habían cruzado la frontera sin más remedio. Dakota preocupada a mas no poder no tuvo remedio, y Seth no tenía más que ir detrás de su impronta, aunque eso significase cruzar la frontera de los Cullen, probablemente Sam le daría un bocho por mil. Al entrar, Dakota se quedó inmóvil al ver la escena frente a ella. Jacob estaba frente a la bebé, con una expresión completamente diferente a la que había tenido cuando salió corriendo lleno de rabia.

—¿Qué está pasando? —preguntó Dakota, su voz apenas un susurro.

Edward giró hacia ella sorprendido de verla, pero su mirada rápidamente paso a una seria, y habló despacio, intentando mantener la calma en sus palabras.

—Jacob se ha impreso de la niña —dijo, como si decirlo en voz alta lo hiciera más real.

Dakota abrió los ojos de par en par, luchando por procesar lo que eso significaba. Sabía lo que la impronta significaba para los lobos; había visto cómo afectaba a su vida, cómo los cambiaba. Lo sabía bien, por la historia de los lobos, de su pasado, por las charlas que había ido en la Push, las charlas del viejo Billy Black. Pero nunca había imaginado que algo así podría ocurrir con la hija de Bella, con un híbrido vampiro-humano.

—Esto... no tiene sentido —susurró Dakota, incapaz de encontrar una forma de asimilar lo que acababa de escuchar.

Seth, que hasta entonces había estado en silencio, dio un paso adelante y miró a Jacob.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja, genuinamente preocupado por su amigo.

Jacob solo asintió, todavía incapaz de procesar todo. Pero en el fondo, sabía que su vida acababa de cambiar para siempre. Todo el odio, el conflicto, la lucha interna que había sentido por tanto tiempo, ahora era irrelevante. Su único propósito ahora era proteger a la niña, amarla, aunque eso significara unirse de alguna manera a todo lo que había odiado.

Dakota, mirando a Jacob con incredulidad, decidió no decir nada más por el momento. Sabía que era algo que tenían que lidiar más adelante En su lugar, dirigió su atención a Edward.

—¿Bella...? —preguntó, su preocupación por su hermana volviendo a llenar su mente.

—Está en proceso de transformación —respondió Edward con voz grave—. Aún no sabemos cómo será. Solo podemos esperar a que el veneno este haciendo efecto.

El silencio volvió a caer sobre el grupo, mientras todos intentaban asimilar la montaña de revelaciones que se habían dado en tan solo unos minutos. Jacob, ahora inmóvil y en paz de alguna manera, miró de nuevo a la pequeña niña. Todo había cambiado, y aunque el camino adelante sería complicado, su conexión con ella era irrompible.

El destino había decidido. Y aunque nadie podía predecir las consecuencias de esa impronta, una cosa era clara: Jacob no podía luchar contra lo que sentía.

DESTINO IMPRIMADO - SETH CLEARWATERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora