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Pov.mina

Durante una noche, mientras veíamos una película de terror, mis pensamientos estaban en otra parte. Chaeyoung estaba cerca, tan cerca que podía sentir su respiración tranquila. Había algo en la manera en que estábamos que me hacía sentir segura, protegida. El miedo a estar sola en mi habitación, con los recuerdos a medias y las preguntas sin respuestas, me apretaba el pecho. No quería que se fuera, no esta noche.

—Chaeyoung… —dije de repente, mi voz sonaba más tímida de lo que esperaba.

—¿Sí? —respondió ella, girando la cabeza para mirarme con esa ternura que me desarmaba.

—¿Podrías… quedarte a dormir esta noche? —Las palabras salieron antes de que pudiera pensarlas dos veces.

Chaeyoung me miró con sorpresa, sus ojos parpadeando un par de veces antes de que su sonrisa suave reapareciera, cálida y comprensiva.

—¿Eso es lo que quieres? —me preguntó, inclinándose ligeramente hacia mí.

Asentí, sintiendo un nudo en la garganta que no sabía cómo deshacer.

—Sí… no quiero estar sola.

Chaeyoung se quedó en silencio por un momento, y luego, con la misma calma de siempre, me tomó de la mano.

—Minari, si eso es lo que necesitas, me quedaré contigo. No tienes que pedirlo dos veces.

Después de cenar y pasar un rato más viendo la televisión, el silencio se apoderó de la sala. Chaeyoung, como siempre, insistió en quedarse a dormir en el sofá, pero después de un largo debate, finalmente accedió a quedarse en mi habitación. Me daba vergüenza pedirlo directamente, pero sabía que no quería estar sola. Algo en su presencia me daba paz.

Cuando ambas nos cambiamos, me sentí algo nerviosa al verla entrar en mi habitación. Chaeyoung se quedó de pie por un momento, dudando si acercarse a la cama o no.

—Te lo dije, puedo dormir en el sofá, Minari. No quiero que te sientas incómoda —dijo, su voz suave y llena de comprensión.

—No, por favor... está bien si te quedas aquí —le respondí rápidamente, sin poder evitar mirar hacia abajo, con algo de timidez.

Chaeyoung suspiró, sonriendo con esa calidez suya, y finalmente se acercó a la cama. Se acostó al otro lado, dándome espacio, aunque su cercanía me hacía sentir más tranquila.

Apagué la luz y, por un momento, el cuarto quedó en completo silencio, solo roto por el suave sonido de nuestras respiraciones. Cerré los ojos, tratando de dejarme llevar por el cansancio, pero algo no me dejaba dormir.

Las imágenes del bosque volvieron a mí. El frío aire de la noche, las ramas crujientes bajo mis pies, y sobre todo, el cuerpo del chico tirado en el suelo, inmóvil. Sentí cómo una oleada de terror recorría mi cuerpo, mi corazón latiendo a mil por hora. Me incorporé rápidamente, casi sin pensar, con el sudor frío en la frente y mi respiración agitada.

—Mina, ¿qué pasa? —preguntó Chaeyoung, preocupada, incorporándose al instante al ver mi expresión aterrada.

No podía hablar. El nudo en mi garganta era demasiado grande. Solo podía pensar en aquella imagen, la del cuerpo cayendo y el sonido sordo al chocar contra el suelo. Mis manos temblaban mientras intentaba calmarme, pero las lágrimas ya empezaban a salir sin control.

Chaeyoung no dijo nada más. Se acercó a mí sin dudarlo, rodeándome con sus brazos, intentando ofrecerme el consuelo que tanto necesitaba. Me abrazó con tanta suavidad, con tanta ternura, que poco a poco comencé a sentirme menos asfixiada por el pánico.

REPUTATION -MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora