Lucifer llevaba un par de horas despierto en la cocina dibujando en su cuaderno, había preparado el desayuno e intercambiado algunas palabras con los huéspedes más madrugadores mientras seguía trabajando en los bocetos. Desde que estaba en el Hotel su inspiración había vuelto, no limitada simplemente a los patitos de goma, sino una creatividad que desbordaba por todo su ser.
Su cabeza pensaba en narraciones, formas y colores, todo ello quedaba indicado a carboncillo en su cuaderno, pero su cabeza también era traidora a veces, y llevaba unos minutos dibujando a alguien: unas orejas puntiagudas, unos dientes afilados enmarcados por esa sonrisa.
Alastor.
Todo lo que pensó cuando puso los pies por primera vez en ese Hotel había resultado ser erróneo, los huéspedes, sus intenciones, el éxito de Charlie... Y obviamente, Alastor. Lo dibujó con una sonrisa sutil, sus comisuras mostrando dulzura, sus ojos tiernos cómo si mirase algo preciado, exactamente cómo lo vio anoche al hundir la mano en su magia. Los pasos lo alertaron de nuevas visitas en la cocina, así que pasó de página, repitiendo el boceto original que había terminado sepultado por un retrato del demonio.
—Buenos días, papá.
—Buenos días, majestad.
—Buenos días a los dos. —Les contestó Lucifer.
Alastor y Charlie habían entrado a la vez en la cocina, al parecer Vaggie se había ido a despertar a todos aquellos que seguían durmiendo, eran las 10:30, quedaba nada para la nueva actividad de su hija. La silla a su lado se movió y Alastor se sentó en ella mientras hacía aparecer su taza de té.
—¿No desayunas más? —preguntó Lucifer.
—Ya he comido, ciervo —explicó Alastor mientras se inclinaba para mirar los garabatos del cuaderno que estaba delante suyo — ¿trabajando?
—No, solamente bocetando algunas cosas que se me han ocurrido. —Lucifer no mentía del todo, pero cuando su hija se sentó a su otro lado fue cómo estar acorralado.
—¿Cómo qué? —preguntó Charlie mientras empezaba a comer su plato de tortitas y miraba también el cuaderno de su padre.
—Bueno, ya sabéis, había pensado en las dos primeras plantas hacer algunas salas, cómo una para reuniones, un despacho para la directora del Hotel, una habitación de descanso para los huéspedes, tal vez con una fuente.
—¿Cómo un sitio de relax? —Preguntó Charlie muy interesada.
—Sí. Mira.
Lucifer pasó las páginas con cuidado hasta ese boceto en concreto, una sala que emulaba un bosque con las paredes en movimiento y una fuente en un extremo.
—Papá, esto está genial.
—Grac-
—¿No era así el Edén? —Preguntó Alastor.
Joder. Si que se parecía. Las manos de Lucifer se congelaron mientras miraba el boceto ante él.
—Quiero decir, —se explicó Alastor cuando no hubo respuesta— no lo he visto, pero juraría que en mi época lo representaban cómo algo así.
—No era la intención, la verdad... —murmuró Lucifer mientras cogía su cuaderno y lo alzaba para mirar más detenidamente su dibujo, pero una mano sobre su brazo lo detuvo de caer en una espiral.
—Pues a mí me parece genial —Charlie estaba sonriéndole, orgullosa por su idea— un Edén en el Hotel, sería increíble papá.
—Gracias cariño.
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Hazbin Hotel Series: Jaque al Ciervo
RomanceUn nuevo Hotel, nuevos huéspedes. Alastor no pensaba que el rey del infierno pudiese ver a través de los tratos, seguir las cadenas, conocer los bozales que algunos portaban en ese mundo. No, Alastor no lo había tenido debidamente en cuenta y poco a...