Sí, consiento.

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— ¿Estás interesado en que te bese, Alastor?

Era una muy buena pregunta, ¿estaba interesado realmente en besar a Lucifer? Si. Efectivamente.

—Si, Lucifer.

Que confesar la verdad en su cabeza al rey se hubiese convertido en una práctica habitual y sencilla, había hecho muchísimo más sencillo para conseguir decir aquello. Lucifer estaba contra él cuando soltó sus manos, se puso de puntillas y rodeó su cuello. Esa diferencia de altura, en ese instante, le daba unas ideas excesivamente explícitas. Ideas nuevas. Ideas raras.

Más extrañas desde que los labios de Lucifer tomaron los suyos, una presión suave y dulce, literalmente dulce, sabía a miel. La lengua del rey acarició su boca, recorrió sus labios antes de meterse entre ellos y chocar directamente contra la suya. roces húmedos, lentos e intensos que lo invitaron a envolver la cintura del rey entre sus brazos. Lo apretó con fuerza, tirando de su cuerpo de una forma directa y salvaje, permitiendo que el rey se hundiera aún más dentro de su boca.

Joder.

Alastor los hizo girar, dejando a Lucifer preso contra la pared en la que antes él se apoyaba, todo ello mientras el beso se volvía aún más demandante. Su lengua recorría su boca, estudiaba cada parte de él con detenimiento. Su sabor era cada vez más intenso, más dulce. Era angelical cómo podía notar cada vez más matices, cómo su mismísima magia. El Lucero del Alba sabía a luz, a felicidad, pasión, sexo, era cómo volar. Alastor gimió, fue un sonido animal que surgió de lo profundo de su pecho mientras sus manos se aferraban al cuerpo del ángel cómo a la única roca en un mar en la que poder sobrevivir al oleaje.


Tenía muchas palabras para definir cómo se estaba sintiendo, cómo las manos de Alastor lo estaban abrazando, como la cabeza de Alastor caía sobre él para profundizar el beso y su espalda chocaba contra la pared cuando los hizo girar. Joder. Dio un salto ágil, envolviendo sus piernas en su cuerpo para quedar suspendido a merced de su nuevo amante. Joder.

El beso fue más y más fuerte, su lengua luchaba con la del demonio, era cómo el fuego y la sangre. Quería cada vez más, podía sentirse duro dentro de sus pantalones, hacía siglos que no sentía una emoción así, que un primer beso era de verdad el primero. Estaba drenando la emoción de Alastor, sentía cómo suya esa primera excursión en el placer, en el cuerpo y los roces.

Sus manos ascendieron por su cuello, acariciando el nacimiento de su cabello, subiendo cada vez más hasta alcanzar sus orejas, sacando un gemido de la profundidad del pecho de Alastor. Eso era interesante y quedaba archivado en su mente para futuros encuentros. Lucifer seguía apresando el cabello del demonio, dejando que ahora fuese él quien marcase los ritmos, quien siguiese el beso hasta donde desease.

El rey del infierno, disfrutando de un beso cómo un recién llegado al infierno, cómo un adolescente humano descubriendo el cuerpo, era patético lo mucho que eso estaba derribando sus muros.

Fue el tono de llamada de Char-char, junto el abrupto parón de actividad por parte de Alastor dentro del beso lo que sacó a Lucifer del momento tan mágico que estaba viviendo.

—Hay problemas abajo. — Dijo Alastor sin moverse ni un milímetro, dejando que su frente cayera contra la del rey. — No es peligroso. — Volvió a hablar, sacando de Lucifer una sonrisa cuando sintió su falta de aire.

—¿Abajo?

Lucifer aún seguía atontado por ese beso, por sus manos, por el olor de Alastor y ¡joder su teléfono! Sacó una de sus manos del pelo rojizo y rápidamente sacó su teléfono del bolsillo interior de su americana para darle a descolgar, escuchando al instante la voz de Charlie

Hazbin Hotel Series: Jaque al CiervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora