Habían pasado días desde su nueva liberación y unos golpes en su puerta sonaron con fuerza. Empezaban a ser una costumbre que debía eliminar cuanto antes, no podía ser que lo estuviesen interrumpiendo con tanta frecuencia, era él quien molestaba, no al revés. Alastor cerró el periódico que estaba leyendo y se puso en pie yendo directo a la puerta, donde al otro lado le esperaba un Lucero del Alba.
—Buenos días, Alastor. —Le saludo Lucifer, y Alastor tenía preparada una respuesta ofensiva para esa tan molesta interrupción, pero Vaggie también estaba ahí. ¿Dos personas venían a buscarlo?
—Angelitos, ¿qué puedo hacer por vosotros? —Preguntó el demonio mostrando sus dorados dientes y exasperando con ello a la más bajita.
—Charlie te quiere para el ejercicio de grupo. —Le informó Vaggie.
—¿La princesa exige mi presencia? —Eso no era propio de ella.
—Realmente ha dicho que le haría mucha ilusión que te unieras, —le explicó Lucifer, pero Vaggie ya estaba sacando su lanza. Si el poder secreto de la princesa empezaba a ser que sus deseos inocentes se convertían en órdenes para su alrededor, iba a ser un poder muy divertido.
—Claro que me uniré, —calmó Lucifer a la pequeña exorcista saliendo de su cuarto y dejando que su puerta se cerrara mientras dirigía sus pasos hacia el ascensor— no tengo ninguna reunión hasta dentro de unas horas.
Alastor se sentía inquieto en la cercanía de Lucifer, esa mente angelical lo había tomado por sorpresa dos veces y no quería que ocurriera en una tercera ocasión. Los tres entraron al ascensor y Vaggie esperó a que las puertas se cerraran para decir algo más.
—Charlie quiere hablar hoy con Angel, porque hoy no tiene rodaje.
Tanto él como Lucifer se giraron para mirarla, pero la joven estaba muy ocupada dejando escapar el aire de sus pulmones como si hubiese estado aguantando ese secreto durante días. Y literalmente no habían pasado ni 72 horas desde la conversación en su habitación.
—Bueno, la princesa nunca destacó por su paciencia. —La voz de Alastor sonó con ese deje de humor que él tenía, porque Charlie era capaz de hacer eso en él en cualquier momento.— ¿Algo más que debamos saber?
—Cree de verdad que se lo puede cargar. —Susurró Vaggie sin necesitar decir el nombre de a quien se estaba refiriendo: Valentino.
—¿Qué crees tú? —Le preguntó Lucifer.
—No lo sé, creo que puede hacerlo, pero le falta...
—Maldad. —Terminó Alastor por la chica a tiempo que las puertas se abrían en la planta principal y salía del ascensor con su brillante sonrisa.— ¡Princesa! —Se desplazó entre las sombras hasta materializarse junto a la rubia que jugueteaba con sus papeles— ¿me querías aquí?
—Alastor, necesitaba una pareja para papá, ¿y quién mejor que tú?
—Eh, ¿tal vez Niffty? —le sugirió el demonio muy seriamente pero su sonrisa hizo reír a la princesa.
—Ponte con papá en la mesa de allí —le señaló la chica donde ya el Lucero del Alba esperaba sentado.
El ceño de Alastor se frunció cuando vio que su acompañante estaba jugueteando con las cosas en la mesa sin esperarlo. O saber que tenía que hacer.
—¿Te ha dicho Char-char en qué consiste? —Le preguntó Lucifer cuando llegó a su lado y fue a sentarse.
—Podría ser. —Dijo para chinchar al rey mientras tomaba asiento a su lado.
—Gilipollas.
—Que le jodan, su alteza.
—Oh, hace siglos de eso. —¿Por qué todo en el puto infierno iba directo a una puta bragueta? Lucifer debió leer su cara de asco porque la broma no cesó.— ¿No había programas guarrones en la radio de tu época?
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Hazbin Hotel Series: Jaque al Ciervo
RomanceUn nuevo Hotel, nuevos huéspedes. Alastor no pensaba que el rey del infierno pudiese ver a través de los tratos, seguir las cadenas, conocer los bozales que algunos portaban en ese mundo. No, Alastor no lo había tenido debidamente en cuenta y poco a...