Noche en blanco, mañana en dulce [R+18]

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Era tarde en la noche cuando Alastor salió de su estudio después de haber dejado listos unos episodios para emitirse, no era demasiado tarde, hacía tres horas que se había despedido de Lucifer, pero era tarde para la hora a la que acostumbraba a irse a dormir. Tarareaba feliz por su trabajo bien hecho cuando su sombra comenzó a hacerle señas hacia el techo. ¿El techo? No. El piso de arriba.

En silencio dejó a su cuerpo irse con las sombras hasta el pasillo superior y último donde estaba el cuarto de la princesa y el del rey, todo parecía calmado hasta que dejó que sus sentidos se agudizaron y el olor a ángel alterado llegase a su nariz. Ángel que debería estar durmiendo. Alastor suspiró, cambiando sus pasos hacia el cuarto de Lucifer como otras tantas veces había hecho y en cuanto estuvo en la puerta pudo escuchar a la perfección que algo estaba pasando. Golpeó un par de veces la puerta, silenciando al instante lo que estuviese pasando al otro lado, pero no hubo movimiento.

—Lucifer, soy yo. — Dijo Alastor a la espera de que aquello animara al rey a abrir la puerta.

Los pasos al otro lado volvieron a moverse y la puerta se abrió mostrando a un Lucifer vestido con un pijama, un batín y manchas de carboncillo en la cara. No, no estaba durmiendo. Alastor no esperó la invitación, directamente entró en el dormitorio del rey donde la cama se veía claramente deshecha cómo si Lucifer hubiese salido de ella asqueado de no conseguir dormir, su escritorio hasta arriba de papeles garabateados, el suelo tenía aún más papeles. Alastor volvió a suspirar, dejando su bastón junto una de las mesillas de la cama antes de ir al escritorio para tratar de descifrar los pensamientos del rey.

—¿No puedes dormir?

—A veces me pasa — le confesó el rey a su lado, mirando dónde él miraba.

—Esa cabecita tuya te trae de cabeza hace siglos, ¿eh?

Esta vez el que suspiró fue el rey a su lado, no había energía para el humor en ese momento por lo que pudo descifrar el demonio. Volvió a dejar los dibujos en su sitio y dirigió de nuevo su atención al bajito rey a su lado. Tomó con suavidad el rostro blanquecino entre sus manos y con el pulgar limpió la mejilla del rey de la mancha negra. Tenía los ojos cansados, se notaba que los párpados le pesaban, su cara estaba hinchada, podía sentir todo el peso de Lucifer poco a poco caer sobre él.

—Vamos a la cama — susurró Alastor antes de inclinarse y besar sus labios con suavidad. — Tienes que dormir, mi dulce rey.

—Lo he intentado, — le confesó visiblemente agotado — pero a veces no puedo.

Alastor lo alzó entre sus brazos, no recibiendo ningún rechazo por parte del rubio, muestra de lo muy agotado que estaba. Recorrió los pocos metros hasta el gran lecho del rey y lo dejó con suavidad, pero no lo tapó.

No creía lo que iba a hacer. Alastor comenzó a quitarse la chaqueta, alejándose de la cama hasta una de las sillas cercanas donde dejarla perfectamente alisada para mañana antes de usar su magia para convertir su ropa en su típico pijama de satén negro y rojo. Su magia nunca arrugaba las prendas simples, pero su chaqueta era algo que apreciaba sobremanera. Sin zapatos, vestido con su fino pijama se acercó de nuevo al lado de la cama donde había dejado al rey, que ahora lo miraba con los ojos muy abiertos.

—Si no te mueves, no podré acostarme a tu lado — le explicó al ver que no se movía, obviamente Alastor podía dar la vuelta y entrar por el otro lado de la cama, pero eso crearía una separación enorme entre ambos.

Lucifer no dijo nada, simplemente obedeció haciéndose a un lado para que el demonio, después de dejar su monóculo en la mesita, entrara en la cama y acto seguido los tapara a ambos.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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