La Carta

131 11 9
                                    


Alastor despertó en su suave y lujosa cama a la hora de siempre, sólo que ese día su rutina incluía mirar ese cuadrado endemoniado que le había dado Charlie la noche anterior. Había cedido a los deseos de la princesa y no solamente colgó la transmisión de anoche, sino que había preparado otro programa para que se subiese al medio día. Su antena nueva y sus nuevas instalaciones vibraban con sus poderes, Lucifer los había construido a medida y se veía reflejado en los números que ahora mostraba esa maldita plataforma. A saber, cuantos hilos había movido el padre de la princesa.

Si esa niña supiese el poder que tenía, el poder celestial de su padre y la voz demoniaca de su madre que a todo el infierno hizo prosperar. Si cantase en su radio con todo su corazón, tal vez eso sería suficiente para romper los grilletes de su cuello.

Nunca se tendría que haber encariñado de una herramienta, esa chica iba a ser su puerta de atrás, su escapatoria de aquel trato cruel que le impedía usar todos sus poderes. Si pudiese matar a Lilith, si pudiese... Había tantos planes en su cabeza. Se vistió con su traje habitual y salió de su dormitorio con el pequeño teléfono en su chaqueta dispuesto a arreglar los desastres que los inquilinos hubiesen causado aquella noche junto a Niffty. Aunque todo parecía en plenas condiciones.

Lucifer era una nueva pieza en el tablero, antes de la lucha contra Adán y cómo ese patético rey los salvó, su presencia habría sido una molestia, pero a la luz de los nuevos hechos tal vez no era tan terrible. Convivir con ese rey bajito que conocía la existencia de su trato con Lilith no tendría que darle quebraderos de cabeza. Pero aun así ya le estaba doliendo.

—¡Alastor! —Lo saludó Charlie en cuanto puso un pie en la cocina donde todos estaban desayunando,— ¿te quedarás para el primer ejercicio? ¡Vamos a hacer un abanico de buenas cualidades!

Angel y Cherri resoplaron, cosa que irritó a Alastor y con un golpe de bastón en el suelo una pequeña parte del zumo que contenían sus vasos fue directa a la cara de ambos inquilinos irrespetuosos.

—¡Tío! —Se quejó Angel— no es lo peor que me han tirado a la cara, pero al menos los otros me pagaron.

—Claro que estaré, princesa. —Le confirmó Alastor.

—¿Estar en qué? —Esa voz era la del rey del infierno uniéndose al resto de la tropa, pero sin su usual sombrero... se veía aún más... bajo.

—En los ejercicios de confianza —repitió Charlie— ¿te apuntas papá?

—Claro cariño, pero tendrías que ir a la puerta.

El rey lo había comentado cómo si nada, pero Alastor vio a través de sus palabras.

—¿Eh? —Charlie no lo entendió.

Alastor no tenía paciencia para esos juegos y desvaneciéndose entre las sombras salió a uno de los laterales de la puerta exterior del hotel, había unas 10 almas desgraciadas esperando ser recibidas. ¿Qué cojones? Cómo llegó volvió a desaparecerse hasta la cocina donde continuaba el juego entre padre e hija.

—Princesa, —le llamó Alastor mientras terminaba de surgir de las sombras— creo que tiene posibles nuevos inquilinos esperando ser recibidos.

—¡¿Quééééé?!

La princesa salió disparada junto a su novia para recibir a sus nuevos posibles huéspedes, seguidos de Angel y Cherri, dejando a Lucifer y Alastor solos. Niffty debía estar cazando bichos.

—Parece que la princesa está recibiendo cada vez más reconocimiento entre sus súbditos. —Comentó Alastor mientras tomaba asiento en la mesa y una taza de té aparecía delante suyo.

Hazbin Hotel Series: Jaque al CiervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora