La música y gritos llevaban dos horas absolutamente descontrolados desde que Charlie le había entregado el contrato a Angel y este lo había roto con ayuda de ella.
Era la fiesta que más pronto había empezado en ese hotel de las viejas glorias y Alastor simplemente miraba desde la tribuna con su vaso de whisky.
—¿No te gustan las celebraciones? —Habló tras él la calmada voz de Lucifer que se unió a su lado para observarlos bailar.
—¿Cuál fue el truco de la baraja? —Preguntó Alastor ignorando el responder al rey, mierda, incluso se olvidó de llamarlo por su título.
—Cada carta tiene un brillo único, es difícil de diferenciarlos, casi imposible si no has estado 100 años jugando con tu padre a emparejar cartas o adivinarlas.
La respuesta divirtió a Alastor, haciendo que un resoplido escapara de sus labios mientras su sonrisa se hacía aún más sincera.
Era extraño cómo ese Hotel había cambiado algo dentro suyo, pero si él había sido capaz de notar ese cambio en sí mismo, el resto también debía haberlo hecho. Todos estaban cambiando, incluido Husk.
—Llevas todo el día con esa sonrisa. —Lo interrumpió Lucifer haciendo que dejase de mirar los pobres intentos de baile de Husk.
—Es mi sonrisa de siempre, su majestad.
—No, —le corrigió Lucifer mientras se remangaba los puños de la camisa— esa es auténtica.
—Puede que lo esté disfrutando un poquito más de lo normal. —Confesó dejando de mirar las manos enguantadas del rey que cada vez iban mostrando más y más piel.
—El demonio de la radio, festejando con sus compañeros la liberación de un alma. Increíble.
—Cállese, su majestad.
Lucifer rio con la orden del demonio que lo volvió a mirar mientras este se quitaba los guantes negros y con un brillo los hacía desaparecer.
—Charlie quiere habilitar la sala de gran comedor que hay escaleras abajo del Hall en una discoteca para atraer más gente y que los huéspedes tengan un espacio seguro sin Uves. —Le informó el rey.
—Si, es una buena idea. —Lo sopesó Alastor unos segundos antes de repetir.— Podría traer a algunos demonios que me deben unos favores.
—Vamos a tener que estar pendiente de los uves, sobre todo tú.
—¿Se está preocupando por mí, su majestad?
Lucifer estaba mucho más perjudicado que él, desde el inició había seguido la fiesta ahí abajo con el resto, algo alejado pero bailando cada poco con su hija.
—Claro que sí, no voy a dejarte solito.
El puchero de Lucifer lo incomodó más de lo normal, no tenía sentido que esa cara de estúpido lo alterara, ni que pusiese morritos, juntase las cejas... Joder. Solito.
—No creo haber pedido niñera, su majestad. —Contestó con molestia el demonio terminándose el final del vaso, pero entonces Lucifer sacudió algo que tenía en la mano que sonaba a líquido en cristal, una botella de whisky, y un buen whisky.
—Venga, no seas soso. Tengo más alcohol. —Escuchar al rey canturrear esa última palabra cómo si eso fuese un digno ejemplo de tentación sacó otra genuina sonrisa a Alastor, y volvió a patearse mentalmente.
—Ponme otra copa. —Le dijo el demonio mientras extendía el brazo con el vaso para que le rellenara otros 3 dedos, si traía alcohol podía soportarlo mejor. Se llevó el vaso a los labios y en cuanto estos se mojaron sintió el fuerte saber, joder, normal que el rey fuese ya así, era fuerte.
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Hazbin Hotel Series: Jaque al Ciervo
RomanceUn nuevo Hotel, nuevos huéspedes. Alastor no pensaba que el rey del infierno pudiese ver a través de los tratos, seguir las cadenas, conocer los bozales que algunos portaban en ese mundo. No, Alastor no lo había tenido debidamente en cuenta y poco a...