Cambio de mano

163 19 1
                                    


—Ese dueño tampoco quiere ejercer de amo, quiere un aliado con poder para defender este puto hotel. Tanto del cielo, cómo del infierno.

Toda la piel del cuerpo de Alastor se volvió fría con un fuerte escalofrío, que empezó en su cuello, subió por su pelo mientras bajaba por su espalda y recorría sus extremidades. Estaba tan jodidamente metido en esa sensación que cuando la cadena recibió un tirón y volvió el rostro para mirar a Lucifer, este estaba de pie delante suyo. No le sacaba demasiada altura a pesar de que Alastor permanecía en su rojo sillón, pero aun así podía sentir el poder recorrer la cadena y todo su cuerpo.

—¿Qué dirías? —preguntó Lucifer con una voz suave, tentadora.

—¿Yo? Pensaba que era un supuesto, su majestad.

—Venga, Alastor —dijo sacudiendo levemente la cadena, sacándole una sonrisa llena de humor— puedo manipular los tratos de mi ex-esposa, pero no voy a interferir en tu voluntad.

—Nadie más lo sabrá. —Quiso asegurarse Alastor, tal vez eso era en teoría una pregunta, pero sonó como una orden en toda regla.

—Nadie, solamente tú y yo. —Le confirmó Lucifer sin apartar la mirada de sus ojos.

Estaba decidido. Alastor levantó la mano con elegancia hasta la blanca piel del Lucero del Alba, rodeándola con suavidad, dejando que sus garras lo acariciaran mientras la envolvía opacando un poco aquel divino brillo.

—Acepto.

La sonrisa que le mostró Lucifer mientras su mano se cerraba con aún más fuerza sobre su cadena removió algo dentro de Alastor, "es algo parecido a ese intrépido rugido que las tripas susurran cuando miras..." maldita niña, se había vuelto un blandengue.

—Tenemos trato. —Confirmó el rey, inclinándose sobre el sillón de Alastor, acercándose a él mientras el brillo aumentaba cada vez más, y más.

Alastor había dejado de respirar, la otra mano de Lucifer estaba junto a su cabeza, apoyada en el respaldo del sillón mientras mantenía un nivel de concentración que no pensaba capaz en ese extraño monarca.

—Prepárate.

Fue un aviso muy pobre para Alastor, ¿para qué? ¿Cuándo? ¿Ya? Muchas preguntas. Pero entonces Lucifer tiró, tiró de la cadena haciendo que su pecho se alzara del respaldo y la presión en su garganta aumentó, un aumento que crecía junto al calor del metal. Pero Lucifer sonreía sin dejar de mirarlo, su cabello se había caído hacia delante cubriendo salvajemente uno de sus ojos. Si moría ahora, al menos la vista merecía la pena.

Lucifer se inclinó un poco más sobre él y las alas a su espalda se abrieron, rebotando la luz que había inundado el estudio, ya Alastor no podía respirar y sus ojos se cerraron de forma automática. La música que hasta ese momento los había acompañado se silenció.

—Allá vamos.

¿Cómo que allá vamos? Ese cabrón lo iba a ahogar.

Y con un nuevo tirón Alastor sintió la cadena explotar y sus pulmones volvieron a inflarse, qué cojones. Ese poder angelical era aterrador. Su pecho subía y bajaba, pero sus ojos seguían cerrados mientras todo le daba vueltas, sus extremidades entumecidas se estaban despertando y su cabeza era un caos. Menos mal que estaba sentado.

—Sssh —susurró Lucifer, y por lo cerca que Alastor lo podía escuchar juraría que seguía en la misma postura, pero si abría los ojos sentía que se iba a desmayar— estoy devolviéndote poco a poco tus poderes, mantén la calma.

Sus poderes. La mano de Alastor se cerró sobre la del rey que seguía en su cadena, pero el calor que ese brillo había recorrido sus venas ahora estaba alcanzando la base de su cráneo. Nunca había experimentado algo así. Un momento, la cadena seguía ahí si Lucifer la estaba sujetando. Mierda.

Hazbin Hotel Series: Jaque al CiervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora