Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Margo
El sol apenas comenzaba a bajar cuando el sonido de las risas y gritos llenaba el campo de fútbol. Desde las gradas, Paula y yo observábamos cómo Lynn se movía en el campo con la agilidad de siempre. Pero algo en ella no estaba bien hoy. Sus pases eran más lentos, sus decisiones más erráticas. Paula se dio cuenta de inmediato, claro. Si alguien podía leer a Lynn en cualquier situación, era ella.
—Está en otra parte—dijo Paula, su tono calmado, aunque lleno de preocupación. Yo asentí, mordiendo el borde de una barra de chocolate, intentando hacerme la desentendida, pero sabiendo muy bien que Paula tenía razón.
—Sí, la veo rara. Algo pasa—añadí, estirándome en el asiento de las gradas. Me encantaba observar los entrenamientos, pero hoy era diferente. Podía notar cómo Lynn tensaba los hombros cada vez que tocaba el balón.
El silbato de la entrenadora resonó, anunciando el final de la práctica. Vi cómo Lynn caminaba hacia el borde del campo, las manos en las caderas y la mirada perdida. Esto no era normal.
—Voy a hablar con ella. O me golpea o se abre, pero al menos conseguire algo de ella—dije mientras me levantaba, Paula siguiéndome de cerca.
Cuando nos acercamos a Lynn, vi cómo intentaba no hacer contacto visual. Sabía que iba a intentar evadirnos, pero no hoy. Algo estaba mal y teníamos que saber qué.
—¿Todo bien, Loud?—pregunté con una sonrisa despreocupada, pero sabiendo que no obtendría una respuesta sincera de inmediato.
Lynn suspiró, secándose el sudor de la frente con la muñeca.
—Sí, solo un mal día—respondió, intentando sonar casual, pero la conozco demasiado bien para caer en eso.
Paula se cruzó de brazos, mirándola con esa mezcla de comprensión y firmeza que solo ella sabe usar.
—Vamos, Lynn. Te conocemos. Algo te está molestando—dijo Paula en voz baja, su tono cálido pero insistente.
Lynn nos lanzó una mirada rápida, luego volvió a centrarse en el suelo. Podía ver cómo su resistencia se rompía lentamente, como si las palabras de Paula y yo fueran demasiado pesadas para seguir cargándolas sola.
—No es nada...—comenzó a decir, pero su voz se quebró un poco. Y entonces, finalmente, se rindió—. Está bien, no es solo el entrenamiento. Es... todo lo que está pasando con Giselle, y lo que pasó con Luan.
Paula y yo intercambiamos miradas. Sabíamos que había algo más, pero escuchar que mencionara a Luan nos sorprendió. Luan, había sido un tema complicado para Lynn últimamente.
—¿Quieres contarnos?—pregunté con suavidad, dándole espacio para que decidiera si quería abrirse.
Lynn respiró hondo, y por un momento pensé que volvería a cerrar la puerta, pero en su lugar, empezó a hablar.
