Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Lynn
Llevé a Giselle a mi casa para refugiarnos de la tormenta que azotaba la ciudad. Ella temblaba de frío, sus labios ligeramente morados, y yo sentía una necesidad apremiante de protegerla. Al llegar, cerré la puerta tras de nosotros, creando un pequeño espacio de calidez en medio del mal tiempo. Subimos las escaleras rápidamente y, una vez en mi habitación, aseguré la puerta tras de mí.
-Quítate la ropa -le dije, abriendo mi closet con decisión, aunque mi voz temblaba un poco por la tensión del momento.
Giselle me miró con sorpresa, sus ojos azules amplios como platos.
-¿Cómo? -preguntó, un destello de incredulidad en su tono.
Me di vuelta, sintiendo una mezcla de confusión y urgencia. Era obvio que la estaba incomodando, pero mi instinto de cuidar de ella me impulsaba a actuar.
-No pensarás quedarte con esa ropa mojada -respondí, intentando sonar más segura de lo que me sentía-. Te voy a prestar algo. Aunque quizás te quede grande; mis músculos no soportan cualquier prenda -dije, levantando el brazo y flexionando ligeramente el bíceps para subrayar mi comentario. Ella rodó los ojos, claramente tratando de ocultar una sonrisa.
Le lancé una camiseta mía y un pantalón. Giselle me observó, y su mirada parecía insinuar que deseaba que me diera la vuelta para poder desvestirse con comodidad. Así que, obedientemente, me di la vuelta y crucé los brazos.
-No entiendo por qué hacemos esto, si ya te conozco toda -dije, tratando de restarle importancia a la situación.
-Pero ya no es lo mismo, Lynn -me respondió, su voz suave pero cargada de significado mientras comenzaba a desabrocharse.
En ese momento, mi mente se nubló. No sé por qué, pero me encontré observando el reflejo de Giselle en uno de los cuadros que tenía Lucy en la pared. Primero se sacó el vestido, y este cayó al suelo, dejando al descubierto su ropa interior color negro de encaje. Mordí mi labio involuntariamente, sintiendo que el corazón me latía con fuerza. Ella se dio cuenta de que la estaba mirando.
-¡¿Qué haces?! -gritó, su tono entre la sorpresa y la indignación. Me sobresalté tanto que tiré algunos objetos de mi escritorio al suelo, los ecos del impacto resonando en la habitación, mientras giraba para enfrentarla. Giselle se cubría apresuradamente con la camiseta que le había prestado.
-Perdón... No pude evitarlo, es que... -intenté explicar, aunque las palabras se amontonaban en mi mente, sin poder salir con coherencia.
-Lynn, ¿te olvidas de lo que acordamos? Somos amigas y nada más -dijo, levantándose mientras dejaba la camiseta a un lado, sin darse cuenta de lo que hacía. En ese instante, mi mirada volvió a desviarse hacia su cuerpo.
-¡Deja de mirar mis senos! ¡Mis ojos están aquí! -exclamó, señalando sus ojos con una mano, intentando hacerme regresar a la realidad.
-¡Perdóname! No puedo evitarlo -respondí, frustrada, llevándome las manos a la cabeza mientras mi mente luchaba por comprender la situación.
