Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Giselle
Llegué a la escuela junto Marcos, que, para variar, parecía sorprendentemente relajado y seguro como siempre. Su sonrisa despreocupada me irritaba un poco, pero tenía que reconocer que era un poco gracioso.
—¿Es necesario que te haga un recorrido? O ya conociste todo el día que casi me provocas un infarto—le dije, recordando su estúpida broma que me hizo la primera vez que nos vimos.
—Relájate, piccolina, estoy bien—respondió, alejándose un poco como si realmente le estuviera preocupando.
—Sí, Marcos, estás súper bien. Tanto que de camino aquí te dio un ataque de pánico porque "según". Peter iba a chocar—dije, rodando los ojos y manteniéndome sería.
—No es mi culpa que en Italia se conduzca del lado contrario. Se nota que no sabes nada de las costumbres italianas—protestó, poniendo una mano en su pecho como si estuviera ofendido.
—Mi mejor amiga es italiana, con eso te digo todo. Así que, lárgate. No quiero que me vean contigo—le dije, tratando de sonar seria. La verdad, lo que menos quería era que me relacionaran con sus locuras.
—Gracias por la cálida bienvenida, piccolina—dijo con sarcasmo, y no pude evitar sonreír de nuevo.
—Es mi condena como prima—respondí, alejándome de él, y añadí en voz alta: —Te veo a la salida—grité mientras me alejaba, y Marcos solo hizo un gesto como de saludo militar, riendo.
Me dirigí a mi casillero. Abrí la puerta con un poco más de fuerza de la que pretendía, y el impacto de la puerta chocó accidentalmente con un chico que estaba justo al lado.
—¡Oh! Perdón, perdón. No fue mi intención—dije, apurada, mientras me agachaba para ayudar al chico a levantarse. Cuando él levantó la mirada, sentí un pequeño sobresalto.
Era Freddie, el chico que había conocido en el parque. La forma en que su mirada se iluminó al verme me sorprendió un poco.
—Sé que odias a mi hermano, pero golpearme como venganza no resolverá nada—dijo él, tocándose la nariz con una expresión cómica, como si estuviera verificando si estaba herido.
—Vale, vale—reí ante su comentario, aliviada de que estuviera bien. —No sabía que estabas tan cerca. Lo siento de verdad.
—No te preocupes, estoy bien—dijo Freddie, sonriendo mientras se incorporaba. —Vine a traerte esto—agregó, sacando unas fotos de su mochila.
Eran las fotos que había tomado en el parque. Este chico realmente tenía talento. Me puse a revisar las imágenes, admirando los colores y la forma en que había capturado la luz.
Mientras pasaba las fotos, me encontré con una imagen mía. La sorpresa me hizo fruncir el ceño.
—¿Y esta foto?—pregunté, enseñandosela con una sonrisa confundida.
