Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Mientras disfrutaban de su almuerzo, Lynn miró a Giselle con una expresión pensativa que rápidamente se transformó en una sonrisa traviesa.
—Oye, ¿qué te parece si, vamos a mi casa después de clases? Y terminamos el proyecto de una vez por todas y, de paso, relajarnos un poco.
Giselle levantó una ceja, sintiendo un cosquilleo en el estómago ante la idea.
—¿Tu casa? ¿Y no te preocupa que tengamos más distracciones allí?—preguntó, intentando mantener la seriedad, aunque su sonrisa la traicionaba.
Lynn se inclinó hacia ella, la mirada llena de picardía.
—Oh, vamos, ¿qué podría ser más distractor que esto?—Dijo mientras señalaba a todo el ruido y desorden que había a su al rededor, y claro, es una escuela, no un museo—Además, tengo un sofá muy cómodo y una nevera repleta de snacks. Imagina: un lugar donde podemos trabajar sin interrupciones.
Giselle se mordió el labio, considerando la propuesta. La idea de estar a solas con Lynn la emocionaba y la inquietaba al mismo tiempo.
—Suena tentador, pero solo si prometes no intentar robarme mis snacks de nuevo—bromeó, tratando de mantener la calma.
—Te lo prometo—replicó Lynn, levantando la mano como si hiciera un juramento—. Es una promesa. Solo nosotras, el trabajo y, tal vez, un par de películas.
—¿Películas? Ahora me estás tentando de verdad—respondió Giselle, sus ojos iluminándose con entusiasmo.
—Así es, pero no tenemos que mirarlas si quieres-dijo Lynn, levantando la ceja, a lo que Giselle rió—. Entonces, ¿qué dices? ¿Hacemos de esto una noche de estudio y diversión?
Giselle no pudo evitar reír, sintiendo que la idea se tornaba cada vez más atractiva.
—De acuerdo, pero si te pones demasiado cómoda en el sofá, no me hago responsable de lo que pueda pasar.
—No puedo prometer nada, pero definitivamente haré todo lo posible para que tengamos un buen tiempo-dijo Lynn, dándole un suave apretón a la mano.
Ambas sonrieron, la emoción del encuentro en casa de Lynn llenando el aire con expectativas. El timbre sonó, marcando el final del recreo, pero la anticipación de la tarde que se avecinaba resonaba en sus corazones.
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