Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sol se filtraba suavemente por las cortinas de la habitación, iluminando el espacio en la casa de Emma. Giselle aún dormía profundamente, completamente desparramada en la cama. Emma, vestida con una camiseta grande y shorts, entró en la habitación con una sonrisa divertida. Se acercó lentamente a la cama, disfrutando del momento antes de sacudir a Giselle ligeramente.
—¡Despierta, bella durmiente!—bromeó mientras le daba un ligero empujón en el hombro.
Giselle gruñó, negándose a despertar del todo, cubriéndose el rostro con la sábana.
—Anda, Gigi. Es hora de que te despiertes. No querrás que mi mamá venga a verte así y sepa que anoche bebiste.
Al escuchar esas palabras, Giselle abrió los ojos de golpe y se incorporó, desorientada.
—¿Qué? ¿Qué pasó anoche?
Emma se sentó en el borde de la cama, cruzando los brazos y mirándola con una sonrisa.
—¿De verdad no te acuerdas de nada?
Giselle se frotó los ojos, tratando de ordenar sus pensamientos. Lo último que recordaba era estar en la fiesta, pero después de eso... nada.
—Recuerdo que estaba en el jardín con Lynn... ¿y luego?
—Bueno, Lynn te cargo hasta mi habitación y nos dijo que habías bebido un poco de más. Decidimos que era mejor que no volvieras a tu casa en ese estado. Ya sabes cómo es tu mamá.
Giselle se llevó la mano a la cabeza, intentando conectar los puntos.
—Espera, ¿le dijeron a mi mamá que iba a quedarme aquí?
—Exacto. Lynn me dijo que la llamara y le dijera que ibas a pasar la noche conmigo. No quiso que te metieras en problemas.
Giselle suspiró aliviada, pero aún tenía esa incómoda sensación de no recordar del todo lo que había ocurrido.
—¿Entonces no hice nada demasiado vergonzoso?
—Nada que yo sepa. No estuve contigo toda la noche, pero Lynn solo dijo que habías bebido demasiado, Y estuvo al pendiente de ti en todo momento, hasta que llamamos a tu mamá.
Giselle soltó una risa nerviosa, claramente intentando juntar más detalles de la noche.
—Bueno, supongo que me salvé... Gracias por dejarme quedar aquí.
Emma sonrió mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta.
—No hay problema, linda. Baja cuando quieras, mamá está preparando el desayuno. ¡Y necesitas un café gigante!
Giselle asintió, aún algo aturdida, mientras Emma salía de la habitación. Se dejó caer de nuevo en la cama, intentando recordar los detalles de la noche anterior y preguntándose qué más habría ocurrido entre ella y Lynn.
