Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Lynn
Me encontraba en el partido, la adrenalina invadiéndome como un torrente. Por alguna razón, sentía una rabia acumulada que necesitaba soltar. Estaba jugando con cada parte de mí, pero mi mente divagaba. ¿Alguien puede decirme por qué tengo la sensación de que estoy en un episodio de “Cazadores de Fantasmas”?
De pronto, mi vista se desvió hacia las gradas. Allí estaba Giselle, sentada y radiante, con esa sonrisa que siempre iluminaba mi día. Se veía tan hermosa, tan sonriente como siempre. Sus ojos azules, brillantes como el cielo despejado, me derretían cada vez que los veía. ¿Por qué carajo no puedo apartar la vista de ella? Esto no es un juego de “¿Dónde está Wally?”, ¡es un partido de fútbol!
Justo en ese momento, sentí un brutal impacto; choqué con una jugadora del equipo contrario.
—¡Loud, despierta!—gritó la entrenadora, su voz resonando en mi cabeza como un tambor lejano.
—¡Despierta, Lynn, despierta!—me grité a mí misma, golpeándome la cabeza con desesperación. La gente debe pensar que tengo una convulsión o algo.
Al volver a la acción, mi rabia aumentó aún más. ¿Por qué demonios no puedo sacarme a Giselle de la cabeza? Se supone que ella ya no me interesa. Estoy intentando seguir adelante con Lia. Pero, claro, lo único que hago es pensar en Giselle. Quizás debería tener una sesión de terapia en la banca, con un té de hierbas y todo.
Me movía con agilidad, tan sumida en mis pensamientos y en mi enojo que estaba jugando sola, como si todo el mundo hubiera desaparecido. No di pases; me quedé con el balón en todo momento. Estaba demasiado alterada para pensar claramente. ¿Quién necesita un balón cuando tengo mis propias crisis existenciales para lidiar?
Y de pronto sin darme cuenta, les prometo que no quise hacerlo, estaba demasiado alterada para ser conciente de mis acciones. Tacleé a una de las jugadoras del equipo contrario. No fue un tacle normal; fue con una brutalidad inusitada. Sentí que la chica voló por los aires. En un instante, la realidad me golpeó con fuerza. La vi sacarse el casco, su rostro cubierto de sangre. No podía levantarse, claramente había sufrido una lesión en la pierna y en ambos brazos. Qué exageración.
—¡Loud, a la banca!—ordenó la entrenadora, y la frustración brotó en mí. Perfecto. Justo lo que necesito: un asiento en la primera fila de “El Show de Lynn” donde soy la estrella del desastre.
—¡Joder!—exclamé, tirando el casco al suelo y sentándome en la banca. ¿A quién carajos se le ocurre mandar a Lynn Loud a la banca? ¡Bola de idiotas!
Mi mirada se desvió de nuevo hacia Giselle. ¿Por qué esta mujer me afecta tanto? Era solo una chica común con una cara bonita, una voz angelical, inteligente, con una hermosa sonrisa y… ¡BASTA, LYNN, BASTA! Giselle no es para ti. Era como un mantra que intentaba repetirme, pero era más fácil decirlo que hacerlo.
