13.

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Pasaron la tarde como si no fuera a haber otra. Kaylie le perdió el miedo a la magia y le pedía a Azmir que le enseñara más, lo que no era demasiado, ya que la mayoría de los hechizos que conocía solo servían para supervivencia; pero se las ingenió para hacer juegos con las cosas que encontraba e hizo que Kaylie volara por los aires un poco.

Ahora jugaban al Ajedrez en la mesa del comedor. Kaylie decía sus jugadas para que Azmir moviera las piezas con su magia. Aún con lo simple del hechizo, la pequeña estaba más que contenta con solo ver cosas moviéndose por sí mismas.

—Ahora tomo tu torre con mi alfil —dijo.

—Oye, no vi venir esa. Eres muy buena en esto. —Azmir retiró la torre negra y colocó el alfil blanco en su lugar con su magia.

Todos rieron, incluso Eleo que estaba mirando la partida justo al lado. Entonces se escuchó la puerta siendo tocada. Eleo fue a atender. No le había apartado el ojo a Azmir ni a Kaylie por seguridad, después de todo la unicornio seguía siendo una extraña, pero confió en ella por esta vez.

Al otro lado de la puerta se encontró con Gerenish y la noche que se avecinaba; había perdido la noción del tiempo por tener las cortinas totalmente cerradas.

—Hola de nuevo, tío —dijo Gerenish—. Vengo por mi hermana, ¿se la han pasado bien hoy? —Hizo amago como para entrar, siempre solía entrar cuando recogía a su hermana.

Eleo le obstruyó el paso.

—¡Sí, sí, por supuesto! ¿Puedes esperar aquí un momentito? La traeré enseguida.

—Claro. —Le sonrió Gerenish y luego le cerraron la puerta en la cara.

Eleo volvió al comedor y se dirigió a Kaylie.

—Tu hermana está esperando afuera.

—¿Qué? Pero yo quería quedarme un rato más.

—Lo sé. —Eleo tomó una silla a su lado y se sentó en ella—. Te quería decir...

—¿Puedo volver pronto? —le interrumpió Kaylie—. Quiero ver más magia.

—Creo que no será posible, nena. Azmir tiene que irse.

La pequeña miró a Azmir que le dedicaba un rostro entristecido.

—¿Por qué?

—Solo tú y yo sabemos que es una unicornio —respondió Eleo—. No podemos dejar que se enteren, no sabemos lo que le podrían hacer, o a mí por traerla. Solo vino de visita por unos días y luego se irá. Por eso te quería pedir que no menciones absolutamente nada de lo que viste hoy, a ningún pony, ni siquiera a Gere.

—¿A nadie?

—Nadie. ¿Puedes prometerme que no dirás nada? Y con nada me refiero a nada.

Kaylie miró con aflicción a la mesa.

—Está bien —masculló.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Eleo le sonrió, le dio un abrazo y un beso en la frente.

—Vamos, despídete de Azmir.

Con la cara larga, Kaylie bajó de la silla, rodeó la mesa y se abrazó con Azmir.

—Fue lindo conocerte. Prometo no decir nada.

—Gracias, Kaylie —dijo Azmir—. Serás una pony preciosa, yo lo sé. —Lágrimas le bajaban por el rostro mientras sollozaba.

—Azmir... ¿estás bien?

Buscando la ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora