Los ponis de tierra no podían hablar de frío cuando en las nubes el clima era más extremo. Aun sin ser amigo de un pegaso, no era raro escuchar a alguno quejarse de eso. Cualquier pegaso menos Xhinnadhel, que tenía unos ánimos que ni el viento podía frenar: le bastaba con un abrigo de algodón y unas medias azules con franjas oscuras en sus piernas traseras.
Se acercó a una nube que parecía una plataforma en el cielo, allí había una brigada de guardias pegasos como centinelas de piedra, vigilando el enorme panorama que iba desde una alta montaña cubierta con un manto de nieve hasta un bosque junto a un amplio lago.
—¡Buenos días, señores! —Xhinnadhel aterrizó en la nube—. ¿Cómo ha ido todo? ¿Ya vencieron a los Yentis de por acá? No se les ve heridos ni fatigados.
Un pegaso alto con una armadura plateada se le acercó.
—¿Quién es usted?
—¿Qué no lo sabe? Soy Xhinnadhel, o Xhinna, si así lo prefiere. Soy la mensajera oficial del comandante, lo dice esta marca. —Apartó un poco sus alforjas para presumir la marca pegaso en su flanco.
—Oh, mis disculpas, mensajera oficial Xhinnadhel. Le informo que no ha habido avistamientos de Yentis por esta zona.
—¿En serio? —se extrañó Xhinna.
Se asomó al borde de la nube para inspeccionar con la mirada el área. El guardia de armadura plateada les hizo un gesto a los suyos hacia Xhinnadhel y estos se acercaban a ella con cautela.
—¡Qué raro! —comentó Xhinna sin levantar la mirada—, se suponía que esta zona estaba infestada de Yentis.
Sin darse cuenta, los guardias la rodeaban cada vez más con lanzas en sus alas y rostros acechantes.
—¡Lástima! Y yo que quería ver un poco de...
—¡Xhinna!
—¡Ah, hola, Zhellax!
El capitán se acercaba volando hacia la nube en la que se encontraban. Al escuchar aquel nombre, los guardias apartaron sus lanzas de la mensajera.
—Supe que estarías aquí. —Zhellax aterrizó en la nube y luego se dirigió a los guardias—. ¿Y ustedes qué se supone que hacen? Esto es un puesto de vigilancia, ¿recuerdan?
—E-en eso estamos, señor.
—No los estoy viendo en sus puestos. ¡Andando!
Los guardias acataron la orden a regañadientes.
—Eso es raro también —comentó Xhinnadhel—, hace un segundo estaban...
—¿Qué es eso que llevas puesto? —preguntó Zhellax de repente, entrecerrando uno de los ojos con extrañeza.
—¿Esto? —Xhinnadhel miró su abrigo azul—. Es el abrigo que me regaló mi madre hace unos días por ganarme el honorario puesto que acabo de conseguir. ¿Te gusta?
—Me refería a tus... —Zhellax miró de reojo los cascos traseros de ella.
—¡Ah, estas! —Xhinna miró sus medias azules—. Me las pongo para dormir todas las noches, me dejé el otro par en casa.
—¿Tus medias de dormir...?
—¡Así es! ¿Te gustan también?
Zhellax cerró los ojos para contener la paciencia.
—Xhinna, tengo que hablar contigo.
—¿En serio? —Ella le dedicó una mirada traviesa—. ¿Adónde me llevarás?
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Buscando la Armonía
FantasyLos unicornios son considerados extintos luego de una guerra contra los ponis terrestres y pegasos. Pero Eleo, un estudioso de la historia y cultura unicornio, conoce a Azmir, una de las pocas unicornios supervivientes de Equestria. Juntos entablará...