Capítulo 2: La Diosa Ligera de Ropa y el Arte de No Cagarla

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Abres los ojos, parpadeando. Todo está... blanco. Pero no blanco tipo "playa paradisíaca con arena brillante", no. Más como el blanco infinito de un cuarto de hospital, pero sin paredes, techos, ni ninguna clase de decoración que te recuerde que la vida sigue teniendo sentido. Nada. Ni una triste planta de plástico.

"¿Dónde demonios estoy?", piensas. No hay nada alrededor excepto tu creciente sensación de que el destino te odia. Entonces, de la nada, aparece ella. La diosa. Y no, no es la viejecita sabia que esperabas. Tampoco el mago barbudo que te enviaría a una épica misión de salvación mundial. No, por supuesto que no. Esto es una invocación a otro mundo, y ya conoces el tropo: es una diosa ligera de ropa.

Ahí está, flotando grácilmente, como si acabara de salir de una sesión de fotos para una revista interdimensional, con apenas lo justo para no romper las reglas del pudor divino. La tela que lleva no alcanza ni para envolver una barra de pan, y su cuerpo parece esculpido por los mismísimos dioses del gimnasio.

"Ah, has llegado." Su voz resuena de manera celestial, aunque, para ser sincero, tú solo puedes pensar en cómo su top, si es que se puede llamar así, está al borde de rebelarse contra las leyes de la física.

Ella comienza a hablar, desplegando un rollo cósmico sobre cómo eres el elegido, la reencarnación de un héroe milenario, bla, bla, bla... Pero a medida que sigue parloteando, algo empieza a hacer clic en tu cabeza. Un clic molesto que te dice: "Espera... esta diosa es un desastre".

Y entonces lo ves: es una diosa inútil.

Mientras te explica sobre las maravillas y los peligros del nuevo mundo al que te enviará, algo en su mirada vacía te deja claro que, aunque tenga el título de diosa, sus habilidades no pasan de lo estético. ¡Vamos! Esta es la típica diosa incompetente, encargada de invocar a los héroes por pura casualidad, como si eligieran su nombre de una tómbola en la fiesta del barrio.

Consejo rápido: nunca hagas muchas preguntas cuando te enfrentes a una diosa de este calibre. Cuantas más preguntas hagas, más evidente será su inutilidad. Si la empiezas a incomodar, su ego podría salir lastimado, y antes de que te des cuenta, en vez de mandarte a una linda pradera o un tranquilo bosque, te planta en un desierto infernal. Créeme, no quieres que eso pase.

Ella sigue con su cháchara, moviéndose de un lado a otro, y tú solo puedes centrarte en dos cosas: en lo ajustado que le queda ese "atuendo" celestial (si es que se le puede llamar así) y en la posibilidad de que, si juegas bien tus cartas, podrías conseguir una habilidad útil. Porque sí, aunque la diosa sea más inútil que una patata en una carrera de caballos, todavía tiene cierto poder. Si logras halagarla, podrías salir con algo decente: magia elemental, aumento de fuerza, o quién sabe, invocar comida deliciosa de la nada.

Pero cuidado, si la haces enfadar, es probable que te dé la peor habilidad imaginable. Algo así como: "Puedes hablar con piedras, pero solo las que estén húmedas." 

Así que respira hondo, sonríe y asiente cada vez que te mire, intentando no distraerte demasiado con el movimiento de su ropa celestial, que parece estar a punto de colapsar. Adular a la diosa es el primer paso para sobrevivir en otro mundo, así que sigue el guion. ¿Te pide que confíes en ella? ¡Hazlo! (Pero no demasiado). ¿Te pregunta si crees en su poder? ¡Por supuesto que sí! (Aunque por dentro sepas que no podría ni encender una vela mágica sin hacer explotar el altar).

Despues de un rato de chaharra, seguramente ella te dira algo así: "Bueno, te enviaré a tu destino... ¡Suerte!", Y antes de que puedas protestar o intentar negociar algo mejor, tu cuerpo se siente como si estuviera siendo absorbido por una aspiradora gigante, las luces se apagan y te encuentras viajando a toda velocidad a través del espacio interdimensional.

Consejo: cruza los dedos, porque la próxima vez que abras los ojos, podrías estar en una linda y acogedora pradera... o en un desierto infernal lleno de monstruos. Todo depende de lo bien que jugaste tus cartas con la diosa ligera de ropa


¿Cómo negociar con una diosa provocativa sin morir en el intento?

Este es el momento clave. Tienes que pedir tu habilidad mágica. Pero no puedes simplemente soltar algo como: "Quiero ser superpoderoso" o "Dame la magia más fuerte". No, no, amigo mío. Hay que ser sutil, inteligente. Si la diosa detecta una pizca de desesperación o, peor aún, de lujuria mal controlada, podrías terminar con una habilidad tan patética que preferirías haberte quedado en el limbo para siempre.

Estrategia #1: Hazte el interesante. Tienes que actuar como si no estuvieras demasiado impresionado por su presencia (aunque, seamos honestos, lo estás). Intenta una frase casual del estilo: "Oh, ¿así que tú eres la diosa encargada de invocarme? Bueno, supongo que podrías ayudarme a sobrevivir en el otro mundo, ¿no?" Recuerda, las deidades siempre tienen egos frágiles. Hazles creer que no te importa demasiado, y puede que se esfuercen más en impresionarte.

Estrategia #2: No te excedas con los cumplidos. No puedes decirle algo como "¡Wow, nunca había visto a una diosa tan hermosa!" Eso solo hará que ruede los ojos y te dé una habilidad tan inútil como poder cambiar el color de tus uñas a voluntad. En su lugar, opta por un enfoque más neutral. Algo así como: "Me siento honrado de estar en tu presencia, oh gran y poderosa deidad, y confío en que me otorgarás la habilidad adecuada para cumplir mi misión." Con suerte, eso hará que se sienta importante sin hacer que piense que eres un baboso.

Estrategia #3: Si todo falla, hazle reír. Las diosas (y dioses) tienen un lado suave para aquellos que pueden hacerles soltar una carcajada. Tal vez un comentario astuto sobre tu encuentro con Camión-san podría funcionar. Algo como: "Bueno, he sobrevivido a ser aplastado por una tonelada de metal rodante, así que lo que venga en ese otro mundo no puede ser peor, ¿verdad?" Si logras sacar una risa, puede que te den una habilidad decente, o al menos una que no te convierta en el bufón del otro mundo.



Consejos finales para sobrevivir a tu encuentro con la diosa provocativa:

No pierdas la cabeza (literal y figurativamente). Si te dejas llevar por sus "encantos", puedes perder la oportunidad de pedir algo útil. Mantén los ojos en la meta (no en su escote).

Sé específico al pedir tu habilidad. No quieras ser el tipo que pidió "poder volar" y terminó flotando a dos centímetros del suelo. Recuerda, las deidades pueden ser irónicas.

No intentes coquetear... demasiado. Un pequeño guiño puede ser aceptable, pero si te excedes, podrías encontrarte con un hechizo que te transforme en un sapo en lugar de un héroe.

No los hagas enfadar. Las diosas con mala leche son peligrosas. Podrías terminar en un nivel del inframundo diseñado solo para las almas más desafortunadas.

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