Los Gemelos

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Marian cerró el libro, las páginas no pudieron juntarse unas con otras en su totalidad. En algún punto se separaban dejando un espacio vacío donde aguardaba la carta, leída y releída. El libro entró en el estante y el desperfecto quedó oculto entre el lomo y la pared oscura.

En otro lugar del castillo el príncipe Juan contaba sus monedas. Tenía bolsas bajo sus ojos y mientras metía en el cofre la última tanda bostezó más de una vez. Cerró el baúl y sonrió contemplando la tapa. 

- Yo le digo. 

- No, yo le digo. 

Las voces provenientes del pasillo le hicieron suspirar. Se puso de pie y caminó hasta el trono para posicionarse en él. La puerta se abrió de golpe y los gemelos atravezaron el umbral corriendo. 

- Señor, su desayuno se retrasa - dijeron al unísono, luego, en sincronía perfecta apoyaron sus manos sobre sus rodillas y jadearon buscando recuperar el aliento. 

- ¿Por qué? - los gemelos comenzaron a discutir de nuevo, insultos y agresiones físicas inofensivas pero irritantes para el príncipe, quien de inmediato masajeó su sien.

Al no encontrar tranquilidad el joven buscó refugio en el balcón. El viento sacudía las ramas del bosque de Sherwood y aún a la distancia se podía ver. Desde aquel balcón todo era insignificante, manipulable, todo transcurría en el orden que debería y en el tiempo que debería, excepto por una cosa: una cabellera rojiza vestida de azul que se aproximaba a la salida. 

- ¡Ralph! ¡Rolph! - de inmediato los gemelos estuvieron a ambos lados suyos - ¿La que está saliendo del castillo es Marian? - tras observar con atención dieron su respuesta: 

- Si señor, es Marian la que sale del castillo.  

- Quiero que vayan de encubiertos, que la sigan y que averigüen a dónde va. 

- Si señor. 

En el bosque la vida continuaba tranquila, los árboles bloqueaban el viento, por lo que no había nada que pudiera interferir con la apacible mañana. 

La princesa caminaba a pasos lentos mientras murmuraba algunos nombres. 

- El sheriff... No, habría hablado con el príncipe antes que conmigo. Matilda... Es una idea absurda. ¿Lady Rohesia? 

Aquella era una lista de posibles sospechosos, quienes pudieron haber enviado la carta. En cierto punto del camino, muy cerca de la guarida hubo nombrado a todos sus conocidos y allegados y descartó a cada uno por distintos motivos. 

- Scarlett - dijo de pronto - No... Pero... Estaba tan interesada en que me alejara de Robin que... 

El árbol guarida apareció ante ella sin que pudiera anticiparlo. Detuvo su andar y tomó una bocanada profunda de aire y juntó sus manos alrededor de su boca. Un silbido conocido se escuchó, proveniente de la copa de árbol y fue suficiente para silenciarla. Mientras esperaba a sus amigos Marian se quedó en completa calma, escuchando los sonidos del bosque. 

- Dame el arco, Ralph - las hojas de un arbusto se movieron ocasionando ruido - El príncipe me pidió que la vigilara y como soy el hermano mayor debo tenerlo yo. 

Marian no se quedó a escuchar el resto de la conversación, de inmediato reanudó la marcha a una velocidad mucho mayor. Como imaginó, los gemelos la siguieron al instante. Rodeó el arbol con la esperanza de que todo pasara en el momento indicado. Por otro lado Robin y sus amigos bajaban las escaleras esperando encontrar a Marian, el líder advirtió algo, se detuvo e impidió el paso a sus amigos. Frente a sus ojos Ralph y Rolph salieron de entre la maleza, uno sosteniendo un arco y otro un carcaj con flechas. 

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