Beware! Wild Dog!

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Dog:

Dejamos atrás los ángeles rumbo al desierto de Nevada territorio de los Rolling Devils.

     Estaba jodidamente furioso. Apretaba el volante con saña como si fuera el cuello de mi hijo o el de Black Timber.

     A mi lado, en el asiento del copiloto, Noah temblaba aún en shock con la mirada perdida en el vasto paisaje.

     Cuando llegamos a la primera zona de descanso llené el depósito, la acompañé al aseo y le compré comida. A pesar de sus evidentes ganas de morirse ella tenía que cuidar de sus bebés. Con toda la paciencia y el tacto caballeroso que yo poseía, la convencí para que comiera.

     Bien aprovisionados con agua, comida y dulces, continuamos con nuestro camino hasta que estuve demasiado cansado como para conducir. Alquilamos una habitación en un motel, finalmente doble, y tras la cena Noah se metió en el servicio y por fin la escuché romper a llorar.

    Yo estaba sentado sin zapatos en el sofá donde dormiría, con una cerveza en la mano mirando un partido de fútbol. Al levantar el rostro, ese que tanto dicen que se parecen al de mi hijo, le sonreí con calma, pero su expresión me puso en alerta.

— ¿Va todo bien, princesa?

— Estoy sangrando— dijo sin más.

— Túmbate en la cama, voy a revisarte. Soy ginecólogo y obstetra. ¿Alergias?

— Al látex.

     La revisé con la preocupación en el rostro. A duras penas fui capaz de contener el aborto de Noah. Decidí que lo más sensato, como no había prisa, era aguardar hasta que ella estuviera más fuerte y el peligro más inmediato hubiera pasado.

     Llegamos al territorio de los Devils casi dos semanas después. Amy salió a nuestro encuentro seguida de cerca por Jack Roberts, mi vicepresidente, cuyo nombre de carretera es Beast. Era tan alto como su jodido padre, dos metros. Tenía el cabello negro de su madre, Jackie, y los ojos azul grisáceo con pigmentos dorados de su padre. El color de sus ojos contrastaba con el ligero bronceado de su piel.

     Amy cogió el bolso de mano de Noah, yo llevaba su maleta y Jack tras dedicarle una tímida sonrisa pidiéndole permiso la cogió en brazos. La instalamos en una de las habitaciones en la planta que compartíamos mi vicepresidente, al que adopté de bebé, y yo y la dejamos reposar. Me refresqué y me cambié de ropa mientras Jack reunía a los chicos.


— Como sin duda os habréis dado cuenta, tenemos a una ilustre invitada. Es Noah, la primera dama de Los Bombers. En estos momentos, su relación con ellos está bastante jodida, así que os lo voy a resumir para que os entre en vuestras malditas cabeza de serrín. Los Bombers no saben que ella está aquí y hasta que ella indique lo contrario así va hacer. Si Beast o yo nos enteramos de que alguien habla de esto fuera de estas paredes... Es hombre muerto. ¿Recordáis la tortura de la "Gota China" que hizo el ejecutor de Los Bombers? ¿Quién creéis que se la enseñó?




Steelo:

     En las siguientes semanas comenzaron a llegar rumores a través de clubs hermanos sobre el aborto que había estado a punto de sufrir nuestra mujer. A continuación, nos llegó a Recursos Humanos de la clínica una carta de renuncia irrevocable escrita de puño y letra de Noah.

     Las cosas tampoco estaban muy bien por el club. Aprovechando nuestras desapariciones, las damas y novias, lideradas Abigail Storm, dama de Black Bear, cerraron filas en torno a quienes ellas consideraban como la primera dama oficial.

     La noticia del riesgo real de aborto de nuestra mujer llegó al club al mismo tiempo que lo hacíamos nosotros. Casi le cuesta la vida a Timber que sufrió un episodio cardíaco por el terrible estrés al que había que sumar el desconocimiento de su paradero.

     Pedí una larga excedencia en la clínica para liderar a los rastreadores que no dejaban de buscarla, pero era como si se la hubiera tragado la puta tierra. Estábamos desesperados. Realmente desesperados.

     El detonante de la fuerte crisis que casi disuelve a Los Bombers, la gota que colmó el vaso de la paciencia de Timber, fue encima recibir los parches de propiedad de Noah cuando Channel comenzaba a provocarnos a todos marcando su territorio por los locales que controlábamos con el antiguo chaleco de primera dama del club. Las damas y novias acabaron arrinconándola en las duchas del despacho del Bombardier dándole la más terrible de las palizas.

     Channel acabó perdiendo un ojo, el bazo y uno de sus riñones. Las autodenominadas damas de "Noah West-Hillstrandt" juraron matarla si volvían a verla cerca de algunos de nosotros o por alguna zona de influencia del club. Como consecuencia Timber se vio forzado, aunque realmente estaba más que encantado, de contactar con la Hiena para que se la llevara definitivamente del país.



Noah:

     Aquellas semanas inmediatamente posteriores a mi marcha fueron terribles. Me despertaba todas las noches la misma maldita pesadilla: Channel jadeando como una puñetera gata en celo entre mis hombres. En ocasiones cuando miraba por la ventana, dejaba vagar mi pensamiento hasta Los Ángeles, me sobresaltaba la voz en el pasillo de Dylan con las expresiones que tanto utilizaba Steelo. Era una auténtica tortura. No sabía nada de ellos, ni tampoco había querido preguntarle a Dylan. ¿Para qué?

     Seguramente ellos serían felices con la maldita rubia que había usurpado mi lugar. A estas alturas seguro que ella ya compartía la cama en la que ellos me habían hecho tan feliz o quizás fingían hacerlo. Me la imaginaba duchándose con ellos, preparándoles el café...

     Los maldije en silencio una y mil veces. Los maldije entre lágrimas enroscadas en mis frías sábanas cien mil veces. Los maldije a gritos un millón más. los odiaba por amarlos y amaba odiarlos.

     En las siguientes semanas, el impresionante y sexy Jack se me fue acercando sentimental y físicamente. De hecho, casi no se separaba de mí, yo sabía que era por orden directa de Dylan, pero realmente me reconfortaba a su compañía. Pese a lo bruto y fiero de su aspecto, tenía un buen corazón, era directo y franco, aunque algo serio para mi gusto.

     Deseché la idea al instante nada más venírseme a la cabeza. Mis hormonas me tenían revolucionada todo el día. A pesar de ello ya había decidido no caer dos veces en la misma trampa. Yo era una chica del montón con un chico que al igual que Steelo o Paul atraería a un montón de mujeres con su sexy sonrisa.

     La cuestión era saber si conseguiría mantenerme a salvo de sus encantos ahora que tenía otras prioridades y eran mis hijos. Aquellos hermosos angelitos que ellos me habían regalado. ¡NO!, grité en mi interior. Ellos ya formaban parte de mi pasado, aunque tuviera que arrancarme la piel a tiras, tenía que olvidarlos.


— No sé en qué pienses, bella mía— noté el cálido aliento de menta sobre mis cabellos y su incipiente barba arañando con dolorosa sensualidad mi oreja derecha—. Pero creo que deberías concentrarte en las clases.

     Yo estaba tumbada contra el cálido y firme regazo de Jack quien me ayudaba con las respiraciones. El olor a coco de su aftershave me tenía realmente caliente. Las hormonas me tenían muy revolucionada. Amanda y Dylan cuchicheaban entre risitas mientras nos señalaban. Parece que se lo estaban pasando en grande con nosotros. Dejé de pensar en cuanto sentí los dulces y cálidos labios de él posándose con calma sobre los míos.

     Abrí mucho los ojos... ¿Me estaba besando?

— Lo siento, bella. No pude resistirme. Yo...

     Esta vez fui yo quien lo besó con urgencia pidiéndole con desesperación que me ayudara a olvidar.

Y comenzó con un beso +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora