Hermanos de Sangre (I)...

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Dog:

Me fumaba un cigarro a las puertas del modesto hospital esperando. La noche había sido jodidamente larga.

     Gracias al Dios de los Pistones que la sangre no llegó al río.

     Joder. Steelo es mi hijo y está sufriendo por Noah, Black Timber es mi hermano y está enamorado hasta la jodida médula, Jack es también mi hijo, aunque no sea biológico, yo lo he visto crecer...

     Cerré los ojos y recordé a Amy. Se me apretaron las pelotas al recordarla ahí. Tan poca cosa delante de esas jodidas bestias.

     En teoría los Bombers y los Devils eran hermanos, aunque no estaban hermanados. Los unía la sangre de Jack, aunque Timber aún no lo supiera.

     La cosa con Amy se rompió cuando ella eligió a Steelo antes que a mí. No podía culparla, era nuestro hijo. Yo lo habría elegido también.

     La echaba de menos horrores. No habría cosa que me haría más feliz que Amy llevando mis parches tal y como los lleva Jackie. Ella decidió poner tierra de por medio cuando se enteró de la llegada al territorio de los Devils de Black Timber con los Bombers... Seguía sin querer saber nada de él.

     Sin embargo, ahora mismo en mi mente no había más lugar para otra cosa que no fuera Amy.

     Abrí los ojos y me puse en pie. Llegué a la cercana floristería y...

— Buenos días, Wild Dog— me saludó aquella niñatilla sonrojada—. Y ¿Beast?... ¿Cuál es su signo? ¿Y su cumpleaños? ¿Cuál es su color favorito? ¿Número de la suerte? ¿Qué edad tiene? ¿Sabes cuál es su canción favorita? ¿Y su comida? ¿Y su...?

— Oye, chica... Suelta puño— le espeté—. Regla número uno: Jamás hables a no ser que yo te pregunte. Así que cierra el puto pico y escucha de una jodida vez. Dame un ramo de rosas blancas.

     Salí del local antes que aquella puta chiflada siguiera dándome el coñazo con Jack. En parte lo comprendía, mi hijo era atractivo y las tenía haciendo cola para follárselo. Él nunca había tenido problemas de autoestima. Tenía esa seguridad en sí mismo tan Hillstrandt que casi rozaba la arrogancia. Todo se fue al carajo por culpa de aquella zorra.

     Su primera esposa.

     Abrí la puerta del cuarto y las observé. Noah y Amy estaban mirando absortas a los pequeños.

     Mi mirada se centró en Amy. Era una verdadera belleza. Seguía teniendo mis pelotas en sus manos.

     Amy abrió los ojos en cuanto vio el ramo. Mi sonrisa vaciló cuando ella me lo quitó y miró a Noah.

— Mira, cariño... Las primeras flores para la bella mami.

     Mi puta avanzadilla se había jodido estrepitosamente.

     Solo vencen los valientes. Pensé con determinación.

     Agarré a los niños y los mecí con mucho cariño. Amy se acercó y besó a ambos bebés en los pies. Me miró a los ojos seguramente recordando a nuestro hijo, Steelo cuando era un bebé.

     Junté mi frente con la suya y a punto estuve de besarla. Ella se separó totalmente ruborizada.

     Noah nos veía aguantando la risa. Solo le faltaban las palomitas. Les devolví los niños a Noah y me senté a leer el periódico.

     Objetivo cumplido. Pensé.

     Media hora después llegaron los chicos.

— Ahora que están aquí, ¿por qué no descansas un poco, nena? — Le dije a Amy.

Y comenzó con un beso +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora