XXXI. Punto de quiebre

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Vale, esto es incómodo.

Una de las cosas más incómodas en mi vida y eso que llevo vivo rato. Pero primero, vamos a recapitular los hechos: Devon está atado en una silla. Atado por cazadores. Cazadores con máscaras animales. El zorro lleva pantalones blancos y maldita sea si no reconozco yo esas piernas en ellos y ese culo, y oh-, joder, ha hecho ejercicio. Y estamos en Milán, un 12 de Julio. Bien. Sí, claro, todo tiene sentido.

Nada en esta mierda tiene sentido.

¿Qué carajos?

Levanté las manos con lentitud, amenazado y juzgado por una banda completa de cazadores, No Control completo por supuesto, no necesito mirar al resto. Sé que la voz con la cuchilla a mi cuello es Mateo, que Paris está mirándome, así que los demás están ahí también. Escuché a Faraón maullar con desagrado, y de reojo ahí está el cabrón, siendo llevado el pellejo por otro más de los chicos. Esto es incomodísimo ¿Cómo se rompe el hielo en esta situación?

Primero, quitando la daga de mi cuello.

—Chicos, esto puede hablarse...

—Calla —amenazó Mateo, su voz en un murmullo grave.

—Wow, si, ah, mira, eso es muy agresivo y preferiría que alejaras eso de mí. Así que, Mateo, por favor...

No me extrañó verlo dudar en cuanto dije su nombre, sabía que nunca los usaban cuando llevaban las máscaras encima. Aproveché y moví los dedos, un pequeño empuje de energía que lo apartó de mí y me permitió dar unos pasos hasta el centro del salón, aun con manos alzadas y ahora, en señal de paz, puesto que vi al resto amenazarme con sus armas, dudosos, pero con mucha firmeza en el agarre. Joder, esto es muy nuevo para mí. Normalmente usaría la magia para atacarlos, matarlos e irme, pero eran los chicos.

—¡Vengo en paz! ¡Vengo en paz! —aseguré, sintiéndome apresado por un montón de depredadores —. Bajen las armas, y podremos hablar.

—¿Te crees con ese poder? —acusó Mateo, tomando el mandato. Vale, él al parecer era la cabeza en el grupo cuando de cazar se trataba. Estoy entendiéndolo poco a poco —. ¡Y nos atacas-¡

—Bueno, chico, que dramático. No soy yo el que los ha recibido con una daga en el cuello ¿Pueden liberar a mi amigo ahí al fondo, y luego hablamos?

No mires hacia la silla, Rex Gold. No mires hacia allá, Rex. No mires. No mires o tu actuación de "Hola, soy Rex Gold, el brujo/hombre más despreocupado de todo el mundo" se va a ir al garete en el segundo que veas sus ojos verdes a través de la máscara. Con la ilusión y la amargura de su mentira, aun así, están ahí. Por algo siempre te resultó inquietante, no te resultaba conocido, ni eran parecidos, el problema era ese: que eran el mismo verde.

—¿Qué haces aquí?

Y mierda. Ahí se iban mis intentos de no mirar ¿por qué tuvo que ser él quien abriera la boca?

Aparenté lo mejor que pude mientras giré, lentamente, hasta volver a tener los ojos sobre Paris... Alan, el cazador con máscara de zorro, como tantas otras veces le he tenido frente a mí. Mismo atuendo, pese a los años: chaqueta de cuero marrón, botas de combate, pantalones blancos, cabello miel revuelto sobre una máscara decorada en sobre exageración. Estoy bien, lo juro, no tengo el corazón acelerado ni nada, estoy bien, lo estaré mientras tenga la máscara puesta.

—Venimos por la comic con de Milán —expliqué con calma. No le debía nada ¿verdad? No entiendo lo que hago —. Devon incluido. Habrá un gran problema si lo matan.

Sus labios se apretaron en una mueca indescifrable para muchos, pero no para mí. Joder, adoro ese gesto, está pensando y luchando para no decir otra cosa, así que me despierta la curiosidad de saber ¿qué iba a decir de verdad? ¿qué fue lo que pensó su cabeza?

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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