Capítulo 9

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Después de que le preguntarán porque de repente sus mejillas se habían tornado de color rojo, Abril se disculpó con todos y anunció que iría a tomar un poco de aire.

Sus pensamientos la habían traicionado y se había sonrojado pensando en aquellos besos que había compartido con su asistente desde que habían llegado a Sitka; así que excusándose diciendo que necesitaba aire para que se le bajase el alcohol, salió del bar y se quedó en recargada en una barandilla mirando hacia la nada.

-Adiós. -dijo despidiéndose del líquido marrón que había dentro del vaso de cristal que traía en las manos antes de tirarlo al suelo.

Con suma atención observó como el alcohol descendía al piso y después de que se vaciara todo, colocó el vaso sobre la barandilla y con disgusto se quitó la diadema de novia que aún tenía puesta, para finalmente acomodarse el cabello y suspirar.

-Ahí estás. -dijo una voz a sus espaldas. Él ex novio de la ojimarrón hacia acto de presencia y se colocaba con una sonrisa a un lado suyo recargándose también en la barandilla- ¿Qué tal todo? -le preguntó amablemente.

-Todo bien. Ya me siento casi en mis cinco sentidos. -mintió- Y bueno, ahora estoy tratando de broncearme un poco. -bromeo.

-¿Te sentiste abrumada? -cuestionó el pelinegro ignorando su broma.

-No estoy muy acostumbrada a esas cosas. -dijo con sinceridad- La verdad es que mi ambiente ideal es en lugares tranquilos.

-Si. Los Rivera pueden ser un poco abrumadores en ese tipo de cosas. -rió- Ellos prefieren un ambiente más movido y extremadamente social.

-Eso veo.

-¿Es distinto en Nueva York? -preguntó el pelinegro, Abril volteó a verlo sin entender muy bien su pregunta y entonces él agregó- Hmm, ya sabes. El ambiente.

-Oh. Sí, un poco. -respondió- ¿Has ido a Nueva York?

-No. -negó con una sonrisa- Ese era el sueño de Samantha, no mío.

Al oír el nombre de la ojimarrón, Abril volvió a voltear a ver a Félix, quien tenia la vista fija a la calle, y se dijo a sí misma que era el momento perfecto para indagar sobre la relación pasada de la castaña. No desaprovecharía esa oportunidad.

-¿Era una relación muy seria? -se atrevió a preguntar llamando la atención del pelinegro, quien volteo a verla y asintió con una media sonrisa.

-Salimos en el bachillerato, y continuamos en la universidad. -explicó- Éramos muy jóvenes. Unos chicos inexpertos. -rió un poco.

-¿Y por qué terminaron?

-Bueno, la noche antes de graduarnos de la universidad ella me propuso matrimonio. -algo dentro del estómago de la morena se revolvió al oír eso- Ella dijo que quería fugarse conmigo a Nueva York. Y yo... -su voz se fue apagando.

-Tú le dijiste que no. -dijo la morena completando lo obvio.

-Y yo dije que no, si. -asintió apretando la cerveza en sus manos- Nunca he estado en otro lugar que no sea Sitka. Este es mi hogar. No podía y no puedo imaginarme en un lugar ajeno a este. -explicó- En fin, eres una mujer afortunada. -la elogió.

- Sí. -respondió apretando los labios.

No cualquiera se casaba con su asistente ejecutiva. Quizá si era algo afortunada, ahora tendría su café a primera hora en la mañana y no en el trabajo.

-Ella es una buena mujer. -dijo Félix con una sonrisa- Pero bueno, eso obviamente tú lo sabes. -dejó escapar una risita

-Si, me he dado cuenta. -respondió.

The Proposal | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora