Mostrar debilidades que cualquier otra persona poseía no era su mejor cualidad, sin embargo desde la noche anterior, su lado humano estaba saliendo a relucir y eso la asustaba completamente. En primer lugar, jamás se imaginó hablando con alguien sobre la muerte de sus padres o sobre sus gustos en general; y en segundo lugar, nunca creyó que dentro de ella alguna vez se despertará interés genuino en otra persona, y eso es lo que Samantha había provocado.
Después de tomar una ducha exprés, la rubia se vistió con rapidez y sin que la ojicafé se percatara de sus movimientos, salió de la habitación.
Tan pronto como el aire fresco golpeó su rostro, Abril se sintió un poco más aliviada, o al menos así se sintió hasta que el aroma y la sonrisa de su asistente llegaron a su mente. Sintiéndose nuevamente asfixiada por lo que estaba sintiendo en su interior, la morena comenzó a dar vueltas sin sentido hasta que fijó su vista en una bicicleta.
-Espero que a nadie le importe que te tome prestada. -murmuró la ojimarrón a la bicicleta que estaba apoyada en un pequeño muro de leña.
Pedaleando lo más rápido que pudo, Abril se adentró entre los árboles. El viento golpeaba su rostro con suavidad mientras ella avanzaba cada vez más rápido.
-Sólo tienes que concentrarte, Abril. -se dijo a sí misma- Concentrate. -de alguna manera tenía que hacerse entender que no podía confundir su relación con Samantha, tenía que ser clara consigo misma para después no arrepentirse- Es un trato de negocios. Eso es todo, sólo se trata de negocios. Todo va a salir bien, se casarán y en dos años podrán tramitar el divorcio. -trató de asegurarse.
La manera en que ella y la ojicafé se habían observado aquella mañana después de que le sirviera café, hizo que todo en la mente de la rubia se volviera un lío. Por unos momentos parecía que ambas verdaderamente se sentían atraídas y Abril no podía permitir eso.
-Maldita sea, esto está muy rocoso. -se quejó la castaña mientras pedaleaba con dificultad por la gran cantidad de rocas pequeñas que habían en el camino- ¡Dios mío! -grito cuando golpeó su rostro con unas cuantas ramas que sobresalían de un árbol- ¡Odio la naturaleza, la odio! -se quejó malhumorada.
Antes de poder volverse a quejar, la rubia se percató de que acababa de perder el control absoluto de la bicicleta, Abril ya no estaba pedaleando, la bicicleta simplemente estaba avanzando por su propia cuenta gracias a que la morena se había metido en un camino empinado que la estaba llevando a toda velocidad.
-Esto no está bien. No estoy parando. -dijo preocupada al ver que los frenos de la bicicleta no parecían funcionar- ¿Por qué no te detienes? -habló a la bicicleta con temor mientras seguía avanzando a toda velocidad- ¡Alto, alto, alto, alto!
Estando a nada de llegar al final del camino que daba al mar, la ojimarrón bajó los pies de los pedales y los colocó contra el suelo para frenar de manera improvisada, logrando que la bicicleta se detuviera y se barriera un poco de lado, dejándola al borde del acantilado.
-Dios mío. -suspiró viendo hacia donde estaba a punto de caer- ¿Qué estoy haciendo aquí? -se levantó del asiento sin bajarse de la bicicleta y entonces apoyó sus brazos en el manubrio para después dejar caer su cabeza contra ellos- Sólo necesitaba un poco de aire. -murmuró débilmente.
Mientras la rubia estaba recuperando el aire y tratando de regular los latidos de su corazón por la experiencia extrema que acababa de tener con aquella bicicleta, muy a lo lejos se comenzó a escuchar como resonaba una melodía, la cual logró llamar la atención de Abril.
-Un segundo. -levantó el rostro y miró a los lados- ¿Ahora qué? ¿Qué es eso? -frunció el ceño tratando de concentrarse para oír mejor.
La curiosidad que habitaba dentro de la rubia fue más fuerte que su sentido común y entonces volvió a montarse sobre el asiento de la bicicleta para empezar a pedalear. Conforme más iba avanzando, el sonido comenzaba a hacerse más fuerte y su curiosidad solo iba cada vez más en aumento, ocasionando que no pudiera detenerse.
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The Proposal | Rivari
FanficAbril Garza, una famosa e influyente editora de Nueva York que repentinamente se enfrenta a ser deportada a Canadá, su país de origen. Para evitarlo, la astuta ejecutiva declara que está comprometida con su asistente Samantha Rivera, a la que lleva...