Epílogo

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7 años después.
Diciembre.

El aroma a galletas recién horneadas golpeó el rostro de la castaña al traspasar la puerta principal de su casa, en donde la música navideña sonaba a todo volumen siendo acompañada por la voz de su esposa y los balbuceos de su hijo pequeño, a quienes se les podía oír cantar.

Quitándose el abrigo para después colgarlo en el perchero, la ojimarrón caminó en silencio hasta la cocina, lugar donde se concentraba todo el ruido que había en su casa. Al llegar a la entrada de la cocina, Samantha se recargó en el marco de la puerta al mismo tiempo en que una enorme sonrisa se formaba en sus labios al ver como su esposa tenía entre sus brazos a su hijo mientras bailaba y cantaba con él al ritmo de Santa Claus Is Comin' to Town.

La morena estaba tan concentrada en su pequeño show navideño que no se dió cuenta de la presencia de la castaña hasta que sacó las galletas del horno y sin dejar de bailar y cantar se volteó para dejarlas sobre la barra de la cocina.

-¡Samy! -gritó Abril con sorpresa al verla parada frente a ella.

-Mommy is coming to town... -cantó la ojimarrón mientras se adentraba a la cocina para así acercarse hasta donde estaba la rubia y plantarle un beso en los labios- Hola, mi amor.

-¿Qué haces aquí? -preguntó Abril sin evitar soltar una pequeña risita de felicidad para después abrazar a la ojimarrón con todo y su hijo en brazos, quien balbuceaba sin parar el nombre de la ojimarrón y se retorcía entre ellas- ¿No ibas a regresar el veintiocho?

-No podría haber soportado pasar otra navidad lejos de ustedes. -respondió alejándose un poco de la morena para poder darle un beso a su hijo- Cancelé todo lo que tenía que hacer allá en Australia y tomé el primer vuelo a Nueva York.

-¿Hablaste con los editores?

-Por su puesto. -dijo mientras le quitaba de los brazos a su hijo para poder cargarlo- Hubiera sido horrible que yo me tomará vacaciones navideñas y a ellos los dejase trabajando. -hizo una mueca- No soy una mala jefa, ya sabes. -se encogió de hombros.

Abril observó a su esposa con ternura y asintió. Samantha realmente era de todo excepto una mala jefa; desde hace cuatro años, cuando su ojimarrón fundó su propia editorial, supo que no iba a importar el éxito que alcanzara, ya que ella siempre mantendría su sencillez.

-Habló tu madre. -comentó la morena al mismo tiempo en que movía las galletas hacía un pequeño bol y llenaba dos vasos de leche caliente.

-¿Vendrá?

-Sí... -apretó los labios mientras preparaba la mamila de Evan.

-¿Hay algo más? -preguntó la ojimarrón sin apartar la vista del rostro de su esposa; la conocía lo suficiente como para saber que había algo que no quería decirle

-No vayas a molestarte, por favor. -tomó al bebé de un año en sus brazos nuevamente y entonces le ofreció la mamila, la cual aceptó con rapidez para después fijar sus pequeños ojos en el rostro de la castaña- Al parecer tu padre ha decidido viajar este año a Nueva York con ella y con Annie. -la ojimarrón frunció el ceño.

-¿Por? ¿Qué quiere? -preguntó irritada mientras salía de la cocina y se sentaba en el sillón con los brazos cruzados- ¿Arruinar la navidad con su amargura y malas vibras?

-Quiere conocer a sus nietos, Samantha.

-No quiero que los conozca.

-Amor. -la morena se sentó a lado de ella y la tomó del rostro con una sola mano, pues cargaba al bebé aún- Ya ha pasado mucho tiempo desde lo que pasó en nuestra boda, las personas cambian, yo lo sé y tú lo sabes, soy un claro ejemplo de ello. Somos humanos, no somos eternos, no sabemos en qué momento dejaremos de estar presentes. Tu papá ya está grande, dale el beneficio de la duda.

The Proposal | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora