Al ver como los labios de la morena comenzaban a temblar, la abuela Annie frunció el ceño con preocupación y extrañeza, por lo que se acercó más a ella y colocó una de sus manos en su espalda oyéndola suspirar por el contacto.
-¿Estás bien, querida?
-Yo... -la rubia humedeció sus labios- Es que yo... -cerró los ojos por unos segundos y después los volvió a abrir para mirar a Annie- Estoy un poco inquieta por el vestido. -se apresuró a decir- La verdad es que me gustaría saber si estará listo para mañana. -murmuró mientras comenzaba a jugar con sus manos.
Annie esbozó una sonrisa cargada de ternura al oírla y entonces le dejó una pequeña caricia en la espalda antes de alejarse de ella y dar por terminado el contacto.
-No te preocupes por eso. -rió ligeramente- El vestido estará listo y te vas a ver hermosa. dijo mientras se acercaba a una pequeña mesa para tomar un bote transparente- Ahora, vamos a quitarte esos alfileres, se acercó nuevamente a ella- levanta los brazos. -le pidió a la morena.
-¿De esta manera está bien? -preguntó después de aclararse la garganta para que la abuela de la ojimarrón no se diese cuenta que en esos momentos se encontraba muy sensible.
-Así es, perfecto. -hizo un ruidito con la boca en aprobación- Y dime, Abril, ¿tú y mi nieta viven juntas o...?
-Vivimos juntas. -dijo rápidamente después de hacer una mueca al sentir como un alfiler le rozaba el abdomen- Eso dolió un poco. -murmuró.
-Lo siento. -respondió Annie- ¿Qué es lo que más te gusta de mi nieta? -la abuela decidió continuar con la conversación, la verdad es que quería conocer más a su futura nieta, pero primero necesitaba asegurarse de que era la persona ideal con la que Samantha siempre había
esperado casarse.
-Hmmmm. -la ojimarrón se mordió el labio inferior mientras pensaba- Sus ojos. -respondió con sinceridad- Tiene un bonito color café claro en ellos.
-Los heredó de mi familia. -se jactó la anciana.
-Suena creible. -dijo Abril con una sonrisa.
-Espero que sus futuros hijos continúen con el legado de ojos claros. -Annie quitó el último alfiler después de decir aquello y se alejó con el bote en las manos dejando sola a la rubia con los nervios de punta por la insinuación sobre tener hijos.
Luego del comentario sobre los hijos, los últimos minutos que pasó Abril con la madre y la abuela de la ojimarrón fueron los momentos más incómodos de su vida. No es que las señoras fueran insufribles e irritantes, más bien era el hecho de que jamás se había detenido a pensar en formar una familia; no desde que había perdido a la suya.
Tras la muerte de sus padres, la morena se había encerrado en una burbuja laboral irrompible que jamás se había abierto a diversas posibilidades donde no se implicara la palabra soledad. Ni en sueños habría pensado en casarse, y ahora estaba próxima a hacerlo; y sí, tal vez no era precisamente el matrimonio más deseado, de hecho, era para salvarle el pellejo, pero lo haría, se casaría y tendría deberes que dejar de lado para comenzar a cumplir otros.
Entonces, ¿por qué huir tanto de formar una familia?
Cinco tazas de té después, Abril salió corriendo de Rivera Style Emporium luego de que Rosario le dijese que ya podía irse si quería. La rubia se la había pasado toda la "plática" indagando en lo más profundo de su mente y analizando sus más escondidos deseos. Anhelaba una familia, por supuesto que lo hacía, pero no podía ni quería dar su brazo a torcer; no permitiría que la familia de Samantha se entrometiera en su deseo egoísta de obtener su visa, pero tampoco podía evitar sentirse culpable e incluso melancólica.
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The Proposal | Rivari
FanfictionAbril Garza, una famosa e influyente editora de Nueva York que repentinamente se enfrenta a ser deportada a Canadá, su país de origen. Para evitarlo, la astuta ejecutiva declara que está comprometida con su asistente Samantha Rivera, a la que lleva...