CAP 14 - UN SALTO DE FE

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Qué asco. No pensé que haría trabajo de establo después de los catorce años. Mi único consuelo es que Marx está dentro del barco, quizás haciendo otro trabajo o debe seguir en el calabozo. Ya creo que ha pasado suficiente tiempo para pedirle a la capitana que lo libere. Al menos que tenga una hamaca junto con la tripulación o algo.

—Veo que trabaja' duro, alteza. —me interrumpe una voz.

Volteo y me encuentro a Jyssara, la que estuvo cuidando de mí en su mayoría, el cual estoy agradecido.

—A ganarse el pande ca' día, como dicen...—digo suspirando exageradamente.

Ella ríe en respuesta con una mueca extraña en la cara.

—Sonaste más pirata que príncipe, ¿ayye? —dice a lo que yo no puedo creer. Ni si quiera me di cuenta—. En fin, quería darte una última revisa' en tus brazos y manos. A ver si ne'sitas una sesión más de sanación o no.

Me seco el sudor de la frente con uno de los antebrazos vendados y asiento. Dejo el rastrillo a un lado, pero cuando paso junto a ella, me detiene.

—No pensarás que te vo'a revisar así de sucio, ¿no? Lávate las manos aquí. —dice al mismo tiempo que patea un balde de agua a su lado derecho.

Me río un poco por el tono asqueado y demandante, me hizo recordar a una de mis hermanas, un poco obsesionada con la limpieza. Me lavo las manos, aunque mi ropa sigue sucia y apesto a sudor, así que no sé qué diferencia hace, pero vamos a la enfermería. Estuve aquí los primeros dos días antes de regresar al camarote porque me dio fatiga, cosa que no me pasaba hace mucho tiempo.

—Cuando usa su' habilida'es más de lo que's capaz, le afecta físicamente, en quemaduras. —empieza a decir más para sí misma que a mí—. Aunque no creo que tu problema fue'so... ¿La conversión de rayos a fuego? —termina en tono de pregunta.

Me sorprende que lo haya descifrado tan rápido, considerando que no hay muchas personas del reino de Emberpeaks que pueden llegar a manifestar los rayos y se sabe muy poco al respecto.

—Lo normal es convertir las llamas a rayos. Hacer lo contrario cuesta más y no lo practiqué mucho. Solo teoría. —digo con una mueca.

Miro hacia otro lado para que no se me note la pequeña frustración que llevo de algo que debería ser fácil para mí, me costó cuatro días en recuperarme. Cuando veo alrededor, noté la cámara más acogedora.

Con varios estantes con diferentes hierbas y plantas, vendajes y pomadas. Lo que más me gusta es el incienso de olor a canela, que me hace recordar a los postres que mi hermana pequeña hacía para la familia en ocasiones especiales antes de casarse hace un año. Las velas generaban un ambiente más acogedor en vez de usar las piedras luminiscentes que se usan para no incendiar el barco de casualidad. La imagen irónica del barco encendido en llamas cuando yo podría apagarlas en un segundo me provoca una pequeña sonrisa. Y las dos camas, de las cuáles estoy sentada en una, me trae de vuelta al recuerdo de la capitana sanándome en mi inconsciencia. Sin darme cuenta, mis dedos recorrían la piel en el lugar donde la capitana había tomado mi mano, sentí el eco de su poder... Un sentimiento frío y refrescante, como una brisa marina que sanaba todo mi cansancio.

—Parece que todo va bien. No quedarán cicatrices si sigues usando este ungüento por si las moscas. —Jyssara interumpe mi pensamiento y yo dejo caer mi mano mientras venda mi brazo de nuevo—. Lo único que no me gusta es...

—¿La marca del rayo? —pregunto y ella asiente.

Levanto la camisa para dejarla verlo. Yo lo estuve revisando todos los días frente al espejo, pero ningún cambio. Drakorath también mencionó que las marcas dadas por la naturaleza de tu propio elemento, pueden llegar a ser parte tuyo. Así que supongo me quedaré con esta marca por el resto de mi vida, aunque no me molesta. De cierta manera se ve genial.

Flames & TidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora