CAP 16 - RITMOS ENTRE EL MAR Y EL FUEGO

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Busqué ropa seca y limpia, pero no encontré. Me quejo de frustración y frío que tengo, para salir e ir a mi camarote. Toco la puerta en caso Aiden siga ahí y resulta que sí porque me abre la puerta ya cambiado.

—Por fin. —digo con una sonrisa y entro por debajo de su brazo extendido.

Voy directo a los cajones de arriba donde está mi ropa interior, lo cierro rápido y abro el de abajo para sacar un pantalón doblado. Al final, voy al armario para descolgar una camisa limpia. Mientras hago todo eso, puedo sentir la mirada de alguien, más específicos Aiden. Así que me quito la toalla que llevaba en los hombros, que era suya, y se la lanzo a la cabeza. Bueno, esa era mi intención, pero logra agarrarla en el aire. Aprovecho ese momento de distracción y entro al cuarto de baño.

—Esp-...—escucho cuando cierro la puerta y pongo seguro.

¿Y ahora qué quiere decirm...? Detengo la hilación de ideas cuando veo su ropa mojada tirada en el suelo. Evito reírme en voz alta poniendo mi mano sobre la boca y tapo su ropa interior con la camisa antes de cambiarme. Una vez seca, salgo como si no hubiera visto nada y dejo mi ropa mojada en el cesto de ropa sucia que tengo dentro del armario. Veo de reojo cómo entra rápido y recoge la ropa del suelo. Lanza un ligero suspiro de alivio mientras sigue mis pasos y tira su ropa en el cesto también.

—Creo que tenemos que hablar. —digo al fin mientras me siento en el borde de la cama.

Ugh, cómo extraño dormir en mi cama. Aiden no dice nada, pero se sienta a mi costado, hundiendo el borde del colchón con su peso.

—Primero, ¿qué hacías ahí abajo? La última vez que revisé, mi trabajo era mantenerte oculto y a salvo, principito. —digo dejando que se note un poco de irritación en mi voz —. Jyssara no estaba muy feliz, según me dijeron.

Mientras, tomo la toalla que había dejado cerca y me seco un poco más el cabello, definiendo mis ondas negras.

—Podía ayudar. —dice levantando los hombros.

Esta vez, cuando le tiro la toalla a la cabeza, no la atrapa y le cae de lleno en la cara.

—No importa. Te pusiste en peligro innecesario, —por mí— de nuevo. No ayudas a hacer mi trabajo más fácil. ¿Es que tienes deseos de morir o qué? —pregunto levantando una mano en gesto de pregunta.

—Soy útil, no puedes negarlo. —responde—. ¿Tan poco confías en mi criterio o habilidad que no pudiste decirme que había otro barco y ya? ¿Mantenerme al tanto es un crimen? —pregunta en tono irónico.

Yo decido qué se te dice y qué no. Es mi barco. Ni si quiera fue una pelea por asunto tuyo. Era nuestro Código. —contraataco.

—Lo único que dijiste es yo, mi, nuestro. Pero ¿qué crees? Estoy en este barco y si me haces limpiar las cubiertas del barco, me importa si otro va a venir a destruirlo. —dice exasperado—. Literalmente evité lo más posible para que la estructura no se dañe y te hundas más rápido y ni un gracias pudiste decir.

Su tono de voz me recordó por un momento que es un príncipe, voz dura, llena de autoridad y...

—Pues gracias, aunque no lo pedí. —digo rodando los ojos.

Siento cómo su cabeza gira hacia mí como látigo. Abre la boca para decir algo, sin embargo, en lugar de eso, se frota la cara con las manos y da una inspiración profunda.

—¿Cómo crees que me sentí cuando me enteré sobre los niños secuestrados? ¿Haciéndoles qué? Sabrán los dioses. Pero es mi deber como príncipe mantener a mi gente a salvo y se lo debo al resto de la nobleza de los otros reinos también. —dice de sopetón y esa emoción en su voz me toma por sorpresa—. Pude haber ayudado y evitar que se quemaran. Pude mantener el barco a flote contigo dentro. Estoy acostumbrado a pelear lado a lado con mis guerreros, mis soldados, mis compañeros. No seré parte de la tripulación, pero crees que, si una sola vida de ellos se pierde, ¿a mí no me importará? ¿Acaso piensas que yo creo que soy más importante que los demás? —termina su monólogo con una pregunta a la que no tengo respuesta.

Flames & TidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora