Capítulo 22

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Gerald Tyrell supo en el momento en que Gwayne Hightower regresó a Desembarco del Rey que el tablero estaba dispuesto nuevamente, y esta vez no estaba dispuesto a dejar que su estrategia fallara. Los años en Highgarden no habían sido en vano. Desde el fallido intento de matrimonio entre Anne y Gwayne, había observado y aprendido. Sabía que ahora debía jugar todas sus cartas con cautela y precisión. El cuervo que envió esa mañana  llevaba un mensaje claro y conciso. Anne debía regresar a la corte, y esta vez no lo haría sola. Su hermano Edric la acompañaría.

«Anne,
Prepara tus pertenencias. Viajarás a Desembarco del Rey, esta vez con Edric. Sé que estás lista para enfrentar lo que venga.
Esta vez no fallaremos.»

Las palabras de su padre resonaban frías y calculadoras, pero Anne sabía que detrás de ellas había una expectativa que no podía ignorar.

Durante los dieciséis años en Highgarden, Anne había cambiado. Los días de una joven tímida, vulnerable ante las intrigas de la corte, habían quedado atrás. Ahora era una mujer recatada, inteligente, que había aprendido a observar y escuchar antes de actuar. La vida en Highgarden le había enseñado a moverse con sutileza en el delicado juego del poder. Había observado a los señores que lo visitaban, a su hermano Edric, y había aprendido de cada uno de ellos.

Sin embargo, en su interior, una parte de ella seguía siendo la misma. La joven que había mirado a Gwayne Hightower desde la distancia, que había sentido su corazón acelerarse cada vez que él estaba cerca. Aquellos sentimientos no habían cambiado, aunque los había enterrado bajo capas de reservas y autocontrol. Pero ahora, con la orden de su padre de regresar a la corte, sabía que tendría que enfrentarse a lo que aún guardaba en su corazón.

Anne, vestida con una túnica de color verde  que realzaba su porte elegante, caminó por los pasillos de Highgarden en dirección a los jardines, donde su hermano Edric solía pasar el tiempo cuando no estaba atendiendo los asuntos del dominio. El viento suave  acariciaba su cabello, mientras ella intentaba procesar lo que su regreso a Desembarco del Rey implicaba.

—Edric—lo llamó con suavidad cuando lo encontró de pie, mirando hacia el horizonte.

Su hermano se giró hacia ella, sus ojos reflejando la seriedad que siempre lo caracterizaba. Edric había crecido rodeado de las mismas intrigas que ella. Había desarrollado una aguda habilidad para el juego de la política, aunque lo hacía con una calma que a veces desconcertaba a los demás.

—¿Padre te ha enviado un cuervo también?—preguntó Anne, sabiendo que la respuesta era afirmativa.

—Lo ha hecho...—asintió con una leve sonrisa—Parece que esta vez quiere asegurar que todos los Tyrell estén presentes para este nuevo intento.

Anne suspiró. Sabía lo que implicaba todo esto. Su padre no había abandonado sus planes de hacer una alianza poderosa, la oportunidad parecía perfecta para revivir esa antigua ambición. Pero lo que Gerald no entendía era que ella ya no era la misma. No seguiría ciegamente los designios de su padre. Esta vez jugaría su propio juego, de manera recatada, pero con una precisión que Gerald no podría prever.

—Supongo que no tenemos otra opción—dijo Anne, aunque su tono dejaba entrever que no era una simple resignación, sino una aceptación calculada de lo que vendría.

—No la tenemos —replicó Edric—pero no estamos indefensos. Ambos conocemos la corte y sus juegos. Esta vez, jugaremos a nuestro favor.

El viaje a Desembarco del Rey estaba decidido. Anne prepararía sus pertenencias, y en pocos días partirían hacia la capital. Sabía que volver a la corte significaba enfrentarse a Floris Baratheon, quien aún seguía allí, y a las expectativas de su padre, pero lo que más la inquietaba era reencontrarse con Gwayne. La noticia de su regreso había llegado a ella con otro cuervo, uno proveniente de Mina, que le informaba que el hermano de la Reina había regresado para las celebraciones del onomástico de los pequeños príncipes. No sabía qué esperar de él. ¿Habría cambiado tanto como ella? ¿Seguiría siendo el hombre que una vez amó en silencio?

Mientras caminaba por los pasillos de Highgarden, el recuerdo de Gwayne apareció fugazmente en su mente. Recordaba su rostro y el porte firme con el que caminaba por los pasillos de la Fortaleza Roja. Recordaba su risa, su seriedad en momentos clave, pero también su amabilidad, una amabilidad que ella había apreciado más de lo que debería haberlo hecho.

Y ahora, volvería a verlo.

Cuando el día de la partida llegó, Anne se encontraba frente a los carruajes, su mirada fija en las torres de Highgarden por última vez. Sabía que cuando regresara, lo haría siendo una mujer diferente a la que había dejado la corte. Edric la acompañó al carruaje, su presencia serena y calculada un recordatorio de que ya no estaba sola en este juego.

—¿Lista? —dijo él, ayudándola a subir.

Anne no dijo nada, pero asintió con firmeza, y cuando los caballos comenzaron a moverse, una sensación de determinación se apoderó de ella. No sabía qué le depararía el futuro en Desembarco del Rey, pero estaba preparada. Esta vez, ella sería quien movería las piezas.

La Conspiración de las Rosas [Gwayne Hightower X OC] [House Of The Dragon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora