Bajo la sombra de un árbol, la reina Alicent estaba sentada en un banco de piedra tallada, rodeada por sus damas de compañía. La suave brisa del mediodía acariciaba las flores en plena floración, mientras las hojas de los árboles susurraban con cada movimiento del viento.
Alicent, con su vestido de seda verde adornado con bordados dorados, sostenía una copa de vino en una mano, mientras escuchaba las risas y conversaciones animadas de las damas a su alrededor.
Mina, sentada a su lado, participaba en la charla con la confianza característica de alguien que sabía moverse en los círculos más altos de la corte. Anne, sin embargo, permanecía en silencio, junto a su hermana, sus manos entrelazadas en su regazo y la mirada baja, perdida en sus pensamientos.
—El banquete de anoche fue un éxito— comentó una de las damas, Lady Elinor Bracken, con una sonrisa encantadora.—La música, la comida… todo fue perfecto, como siempre, Majestad.
Y los bailes—intervino otra dama, Lady Alyssa Blackwood—fueron especialmente memorables. Los caballeros parecían particularmente ansiosos por encontrar buenas parejas.
Lady Bracken lanzó una mirada de desdén ante la repentina participación de Alyssa. Ambas se llevaban terriblemente mal, como era habitual entre sus familias, y siempre estaban peleando una con la otra.
—Ese no fue tu caso, ¿Verdad?—dijo Elinor —te ví sentada en tu asiento casi toda la noche. Nadie te sacó a bailar.
Alyssa la miró con los ojos llenos de rabia, pero trató de mantenerse lo más calmada posible por respeto a la reina.
—Hablas como si todos los caballeros de la Corte se hubieran peleado por bailar contigo. Apenas si te notó Ser Harwin para sacarte a bailar un momento, pero claramente no lo impresionaste. Es más, hasta dicen que lo pisaste un par de veces—replicó, lanzando una risita despectiva.
Alicent, observando la batalla de insultos con una mezcla de entretenimiento y cansancio, decidió intervenir antes de que la situación escalara.
—Por favor, jovencitas.—murmuró suspirando—no empiecen.
Lady Bracken y Lady Blackwood se miraron brevemente antes de inclinarse en señal de respeto hacia la reina, aunque el filo en sus palabras no había pasado desapercibido para nadie.
—Sí, Su Majestad.—dijeron casi al unísono, dejando la confrontación por el momento, pero con la certeza de que la contienda no había terminado.
Mientras la conversación fluía de nuevo hacia temas más ligeros, Anne seguía callada, observando cómo estas mujeres, cada una con sus propios intereses y rivalidades, navegaban las complejidades de la corte con una habilidad que ella aún no dominaba. Era un recordatorio constante de que, en ese mundo, las palabras podían ser tan peligrosas como las espadas, y que su posición en la corte dependería de su capacidad para aprender a manejar ambas.
Alicent, que había estado observando a Anne con una mirada que mezclaba curiosidad y preocupación, decidió intervenir.
—Lady Anne, debo decir que fue un placer verte bailar anoche. Gwayne parecía muy interesado en ti. ¿Disfrutaste de su compañía?
Anne levantó la vista brevemente, encontrándose con los ojos amables de la reina. —Sí, Su Majestad. Ser Gwayne fue muy cortés conmigo—respondió en un tono suave y reservado.
—Me alegra escuchar eso—dijo Alicent, con una sonrisa tranquilizadora.—Estoy segura de que él disfrutó de tu compañía tanto como tú de la suya.
Las damas intercambiaron miradas, algunas con interés genuino, otras con un toque de envidia. La atención de Gwayne Hightower no era algo que pasara desapercibido en la corte, y saber que había mostrado interés en Anne Tyrell era motivo suficiente para que muchas de ellas comenzaran a especular.
Mina, percibiendo la tensión en su hermana, decidió cambiar de tema, dirigiendo la conversación hacia un terreno más seguro.
—Majestad, ¿qué le pareció la nueva música que se interpretó anoche? Escuché que fue especialmente compuesta para la ocasión.
Alicent, captando la intención de Mina, respondió con entusiasmo, agradecida por la oportunidad de alejarse de un tema potencialmente incómodo para Anne.
—Fue maravillosa, Lady Mina. Me he asegurado de que esos músicos estén presentes en futuras celebraciones. La música tiene una forma de elevar el espíritu, ¿no crees?
Mientras la conversación continuaba, volviendo a temas más triviales y alejados del banquete, Anne se permitió relajarse un poco. Sin embargo, la presión de las expectativas seguía pesando sobre ella. Sabía que, aunque la conversación había cambiado, la corte nunca olvidaba, y que cada mirada, cada gesto, era observado y comentado.
Mientras las risas de las damas resonaban en el jardín, Anne permanecía en silencio, su mente aún enredada en las dudas y temores que habían surgido desde la noche anterior. Para todos los demás, era sólo otro día en la corte. Pero para Anne, cada momento se sentía como una prueba que debía superar, aunque no supiera cómo.
Un guardia, con su uniforme impecable y su espada al costado, se acercó al grupo de damas. Tras él, una nueva figura hizo su aparición: Floris Baratheon, con la gracia y la confianza que caracterizan a alguien que está acostumbrado a ser el centro de atención.
Floris, con un vestido de un vibrante tono azul que destacaba contra el verde del jardín, caminaba con una elegancia natural que hacía que todos los ojos se volvieran hacia ella. Su cabello oscuro estaba recogido en un elaborado peinado adornado con pequeñas gemas que brillaban a la luz del sol. Su rostro, enmarcado por una expresión de serenidad y determinación, mostraba una belleza que no podía pasar desapercibida.
Anne y Mina, observando desde sus lugares, intercambiaron miradas de reconocimiento y preocupación. Sabían que la llegada de Floris no era solo una cuestión de cortesía; era una jugada estratégica en el complicado juego de tronos.
Alicent, quien había estado conversando animadamente con sus damas, se levantó para recibir a la nueva invitada con una sonrisa cálida.
—Lady Floris, qué alegría verte aquí—dijo, su voz cargada de hospitalidad genuina.—Espero que tu viaje haya sido placentero.
Floris hizo una elegante reverencia ante la reina.
—Mi Reina, es un honor estar aquí. El viaje ha sido largo, pero la belleza de la Fortaleza Roja y la calidez de su anfitriona han hecho que todo valga la pena.
Mina la miró de arriba a abajo. Sus ojos azules la evaluaron completamente y no pudo evitar hacer una ligera mueca ante la adulación de Floris con Alicent.
Anne, por su parte, se sentía aún más incómoda. El rostro de Floris reflejaba la misma gracia y autoridad que Anne temía no poder igualar. Cada movimiento de Floris parecía calculador y estratégico, destinado a impresionar a todos, especialmente a Gwayne, cuya atención era el objetivo final de la nueva llegada.Cuando la reina Alicent se levantó para llevar a Floris Baratheon en un recorrido por la Fortaleza Roja, las demás damas de compañía se apresuraron a seguirlas, dejando el jardín más tranquilo. Anne y Mina, sin embargo, decidieron quedarse atrás. Las dos hermanas observaron en silencio cómo la nueva invitada se alejaba, rodeada de la comitiva real.
Mina fue la primera en romper el silencio.
—"La calidez de su anfitriona han hecho que todo valga la pena"—dijo, imitando la voz melosa de Floris con una mueca, su voz cargada de un desdén apenas disimulado.—Es obvio por qué está aquí. Borros Baratheon no pierde el tiempo. Cree que su hija es la mejor opción para Gwayne, y envía a Floris para asegurarse de que todos lo sepan.
Anne, que aún sentía la presión del encuentro con Floris, asintió lentamente, pero su respuesta fue más mesurada.
—Es verdad, padre ya nos lo advirtió. Pero no podemos negar que Floris tiene presencia. Y la reina parece realmente interesada en ella.
Mina soltó una risa corta, sin rastro de humor.
—Presencia, sí. Pero no es más que otra Baratheon, con esa misma arrogancia que los caracteriza. Se creen que pueden irrumpir en la corte y obtener lo que quieren solo con su nombre y una sonrisa encantadora.
Anne miró a su hermana, notando el veneno en sus palabras.
—No te gusta, ¿verdad?
Mina la miró con una ceja levantada.
—¿Te sorprendería si dijera que no? Las Floris del mundo son peligrosas, Anne. No por lo que son, sino por lo que representan. Si dejamos que una mujer como ella se acerque a Gwayne, todos nuestros esfuerzos habrán sido en vano.
Anne bajó la mirada, inquieta.
—Lo sé, Mina. Pero no puedo evitar sentir que Floris es… diferente. Hay algo en ella que parece genuino. No creo que esté aquí solo para seguir los planes de su padre. Quizás, de verdad, quiera algo más.
Mina negó con la cabeza, impaciente.
—Anne, no seas ingenua. Todo en esta corte es una jugada, un movimiento en un tablero que no siempre vemos completo. Floris puede parecer genuina, pero no te dejes engañar. Todos aquí tienen un motivo oculto, incluso nosotras.
—Pero… ¿y si Gwayne realmente se siente atraído por ella? ¿Qué podemos hacer entonces?
La voz de Anne reflejaba la preocupación que la había atormentado desde la llegada de Floris.
Mina suspiró, suavizando un poco su tono al ver la ansiedad en su hermana.
—Si Gwayne realmente se siente atraído por ella, entonces nosotras tenemos que trabajar aún más duro. Tú debes hacerlo, Anne. Esta es tu oportunidad para demostrar que no eres solo otra dama de la corte. Debes hacer que él vea en ti lo que no encontrará en Floris: inteligencia, sutileza, y un encanto que no sea solo superficial.Anne se quedó en silencio por un momento, pensando en las palabras de su hermana. Sabía que Mina tenía razón en parte, pero también sentía que estaba luchando en una batalla para la que no estaba preparada.
—No sé si puedo competir con alguien como ella—admitió finalmente.
Mina la miró fijamente, su expresión seria pero no sin afecto.
—Anne, no tienes que ser Floris Baratheon. Solo tienes que ser tú misma, pero la mejor versión de ti. Padre tiene grandes expectativas, pero recuerda que tú también tienes tu propio valor. Usa lo que tienes. No subestimes tu poder.El silencio cayó de nuevo entre las dos hermanas, roto solo por el suave murmullo del viento en las hojas. Anne sabía que el desafío que tenía ante ella no era fácil, pero las palabras de Mina le dieron un poco de coraje. Aun así, la sombra de Floris Baratheon parecía alargarse sobre ella, una nueva amenaza en el ya complicado mundo de la corte.
Mientras Mina observaba a su hermana, una leve sonrisa se formó en sus labios, una mezcla de determinación y orgullo. Sabía que Anne enfrentaba una dura prueba, pero también creía que su hermana tenía la capacidad para superarla. Por mucho que despreciara a Floris, Mina estaba segura de una cosa: nadie, ni siquiera una Baratheon, eclipsaría a una Tyrell en la corte.
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La Conspiración de las Rosas [Gwayne Hightower X OC] [House Of The Dragon]
FanficAnne Tyrell es la joven hija de Gerald Tyrell, quien ambiciona casarla con Gwayne Hightower, hermano de la reina Alicent. A pesar de su belleza, Anne lucha por captar la atención de Gwayne, mientras su padre intenta manipular las intrigas cortesanas...