NUEVE

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Oh...

La habitación del hospital se sentía más fría de lo habitual. A pesar del cálido día otoñal que se desarrollaba fuera, Taehyung se encontraba en su cama, envuelto en la monotonía de un entorno que empezaba a resultarle opresivo. Había pasado la última semana luchando contra una creciente ansiedad mientras su enfermedad avanzaba, dejando cicatrices visibles en su cuerpo. La mayor señal de su lucha era el cabello que comenzaba a caerse; mechones finos se desprendían con cada leve movimiento, y Taehyung no podía evitar mirarse en el espejo con un nudo en el estómago.

Los días se habían convertido en un ciclo interminable de tratamientos y monitoreos, y el reflejo que le devolvía el espejo se había vuelto un recordatorio doloroso de lo que estaba perdiendo. Había días en los que incluso se sentía demasiado cansado para levantarse de la cama. Pero hoy, en particular, había una sensación de inquietud en el aire. Jungkook, su querido amigo y payaso voluntario, no había estado presente en los últimos días, y esa ausencia se sentía como un vacío que ensombrecía todo.

Mientras miraba por la ventana, sumido en sus pensamientos, la puerta se abrió de golpe. Jungkook apareció, con su rostro iluminado por una sonrisa que, aunque sincera, parecía oculta tras un velo de preocupación.

—¡Taehyung! —exclamó, acercándose a la cama—. Lamento haber estado ausente. He estado muy ocupado.

Taehyung se forzó a sonreír, pero no pudo evitar que un tono de decepción se colara en su voz.

—Lo sé... Pero te he echado de menos. Pasé días sin verte.

Jungkook tomó un respiro profundo, su expresión tornándose seria.

—Lo sé, y lamento no haber podido estar aquí. Mi abuela estuvo enferma, y necesitaba ayudar a mi familia con todo lo que sucedía. Pero te prometo que no era mi intención dejarte solo.

—No tienes que disculparte. Entiendo que la familia es lo primero —respondió Taehyung, aunque en el fondo sentía que su propia lucha no era menos importante.

Jungkook asintió, pero no pudo evitar mirar hacia abajo, como si sintiera la culpa de haber estado ausente en un momento tan crucial.

—Pero tú eres importante para mí, Taehyung —dijo Jungkook, alzando la vista nuevamente—. Tu salud es mi prioridad, y estoy aquí ahora.

Taehyung notó el cambio en el aire. A pesar de la preocupación que lo envolvía, había un alivio al saber que Jungkook había regresado. Sin embargo, el peso de su enfermedad seguía presente. La caída de su cabello era un recordatorio constante de la fragilidad de su situación.

—Jungkook… —comenzó Taehyung, sintiendo que las palabras se acumulaban en su garganta—. Mi cabello… está empezando a caer.

La sinceridad de su confesión colmó el aire entre ellos. Jungkook se acercó, su mirada de preocupación ahora se mezclaba con una determinación profunda.

—¿Te gustaría que lo viéramos juntos? —preguntó, tomando un pequeño espejo de la mesita de noche—. A veces, es más fácil enfrentarlo de dos en dos.

Con un leve asentimiento, Taehyung sintió cómo su corazón se aceleraba. Mirarse al espejo se había convertido en un acto de valentía. Jungkook se sentó a su lado, sosteniendo el espejo con delicadeza. Cuando Taehyung se miró, la realidad lo golpeó. El reflejo mostraba un rostro cansado y la evidencia de su batalla: mechones más delgados, su cabello ya no era lo que solía ser.

—Es normal que esto pase —dijo Jungkook, tratando de ser optimista—. Pero no dejas de ser tú. Tu belleza está más allá de lo físico.

Las palabras de Jungkook resonaron en su interior, pero Taehyung no podía evitar sentirse vulnerable. La pérdida de su cabello era una de las muchas cosas que sentía que le eran robadas por su enfermedad.

—A veces, me pregunto si podré volver a ser como antes —admitió Taehyung, su voz apenas un susurro.

—No tienes que volver a ser nada. Eres perfecto tal como eres —respondió Jungkook, su voz suave y sincera.

Taehyung sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Agradecía el apoyo de Jungkook, pero la lucha interna era abrumadora.

—Gracias por estar aquí —dijo, su voz temblorosa—. A veces, me siento tan solo en esto.

—Nunca estás solo —afirmó Jungkook, acercándose más—. Estoy aquí contigo, y no me iré. Te lo prometo.

Con esa promesa, Taehyung sintió un pequeño rayo de esperanza. Aunque su enfermedad era un desafío monumental, el amor y la amistad de Jungkook le daban fuerzas para seguir adelante.

—¿Podrías quedarte un rato más? —preguntó Taehyung, sintiendo que la compañía de Jungkook era justo lo que necesitaba.

—Claro que sí. Quedarme contigo es mi lugar favorito en el mundo —respondió Jungkook, sonriendo con sinceridad.

A medida que pasaban los minutos, comenzaron a hablar de cosas cotidianas, de anécdotas y recuerdos. Las risas llenaron la habitación, y por un momento, la sombra de la enfermedad se desvaneció.

A medida que la tarde avanzaba, Jungkook comenzó a contar historias de su infancia, de los momentos en los que había hecho reír a su familia en situaciones difíciles. Taehyung se unió, compartiendo algunas de sus propias anécdotas, recordando momentos felices antes de que la enfermedad comenzara a dominar su vida.

—Recuerdo cuando intenté hacer un pastel y terminó siendo un desastre total —dijo Taehyung, riendo al recordar la situación—. ¡Nunca pude entender cómo mi madre lo hacía tan bien!

—Y yo que pensaba que los payasos eran buenos en la cocina —bromeó Jungkook, haciendo un gesto teatral que provocó más risas.

Mientras la tarde se desvanecía en la noche, la habitación del hospital se llenó de risas y recuerdos compartidos. Taehyung sintió cómo su corazón se aligeraba, incluso con el peso de su enfermedad. La conexión que compartía con Jungkook era un faro de esperanza en medio de la tormenta.

Finalmente, Jungkook miró su reloj, y la expresión de su rostro cambió, aunque aún mantenía una sonrisa.

—Debería irme, pero volveré mañana, ¿te parece? —dijo, su voz suave pero firme.

—Sí, estaré aquí —respondió Taehyung, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud.

Cuando Jungkook se levantó, se acercó a Taehyung y lo abrazó con fuerza. Taehyung se aferró a él, sintiendo la calidez y la seguridad que ofrecía. En ese abrazo, las palabras que no podían expresarse fueron transmitidas a través del silencio: no estaba solo en su lucha.

—Te veo mañana —dijo Jungkook, sonriendo mientras se alejaba.

Mientras la puerta se cerraba tras él, Taehyung se sintió más fuerte. Sabía que la lucha contra su enfermedad no había hecho más que comenzar, pero también sabía que tenía a Jungkook a su lado. Con un corazón lleno de gratitud y un ligero rayo de esperanza, se acomodó en la cama, listo para enfrentar lo que vendría, sabiendo que la amistad era un refugio poderoso contra cualquier tormenta.

Cáncer | KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora