SEIS

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Where are you?

El regreso al hospital fue silencioso, pero no incómodo. Jungkook empujaba la silla de ruedas de Taehyung con la misma energía de siempre, aunque ambos parecían estar sumidos en sus pensamientos. El aire fresco seguía impregnando sus sentidos, y la pequeña Polaroid que Taehyung sostenía en la mano se había convertido en un símbolo de algo que ni siquiera él podía definir con claridad. Algo había cambiado en ese paseo, como si hubiera recuperado un poco de la libertad que sentía perdida.

De vuelta en su habitación, el ambiente clínico del hospital se sintió menos opresivo. La luz artificial ya no era tan fría, y la monotonía que antes lo agobiaba parecía haber cedido, al menos por un rato. Taehyung observó la foto de nuevo y la dejó sobre la mesita de noche, justo al lado de los libros que llevaba semanas sin abrir.

—Te dije que te haría bien salir un poco —comentó Jungkook, apoyándose en el borde de la cama con una sonrisa satisfecha.

—Tienes razón, lo necesitaba —admitió Taehyung, sin quitar la vista de la foto—. Fue... bonito. Hacía tiempo que no me sentía así.

Jungkook lo miró con una mezcla de orgullo y alivio, pero también con esa chispa de entusiasmo que siempre lo acompañaba.

—¿Qué te parece si hacemos de esto una costumbre? —sugirió Jungkook—. Cada semana, un paseo diferente. Hay más sitios que quiero mostrarte.

—¿Un paseo semanal? —Taehyung sonrió ante la idea, pero había un tinte de escepticismo en su mirada—. Sabes que no siempre estoy lo suficientemente bien para eso, ¿verdad?

—Lo sé, pero por eso lo haremos cuando puedas. No tiene que ser algo grande. Solo... salir un poco del hospital. Cambiar de aire —insistió Jungkook, con esa determinación que lo caracterizaba.

Taehyung no pudo evitar reír. Jungkook siempre encontraba la manera de motivarlo, de hacer que creyera que, a pesar de todo, la vida aún tenía algo que ofrecerle. Era un alivio, en cierto modo, tener a alguien que no se daba por vencido tan fácilmente.

—Está bien, acepto el reto —dijo Taehyung finalmente—. Pero no te emociones demasiado. No siempre tendrás un paciente tan cooperativo.

—Oh, lo sé. Tú eres el paciente más difícil de todos —respondió Jungkook, con una sonrisa traviesa.

Ambos rieron. El sonido de sus voces resonó en la habitación, llenándola de una calidez que no tenía que ver con la temperatura, sino con la compañía. Taehyung se sentía agradecido, aunque no lo dijera en voz alta. Jungkook había logrado lo que muy pocos: hacer que su estancia en el hospital fuera algo más que una espera interminable.

Después de un rato, Jungkook se despidió, prometiendo volver al día siguiente con nuevas ideas. Taehyung lo observó salir de la habitación y, por primera vez en mucho tiempo, no se sintió solo al quedarse. Había algo en el horizonte, algo que lo esperaba fuera de esas paredes.

Esa noche, Taehyung durmió mejor que en días anteriores. En sus sueños, el viento otoñal seguía soplando, las hojas seguían cayendo, pero esta vez, él no estaba atrapado viendo todo desde una ventana. Caminaba entre los árboles, libre, con Jungkook siempre a su lado.

Al día siguiente, sin embargo, las cosas comenzaron de manera diferente. Taehyung se despertó con una sensación extraña, una inquietud que no podía sacudirse. Algo en el ambiente se sentía distinto, como si una sombra hubiera caído sobre el día. Esperaba la llegada habitual de Jungkook, pero las horas pasaron y la puerta nunca se abrió.

Las enfermeras entraron y salieron, pero ninguna trajo noticias de Jungkook. Taehyung intentó ignorar la sensación de vacío, pensando que tal vez algo había surgido de último minuto. Sin embargo, cuando la tarde comenzó a caer y el sol se ocultaba detrás de las montañas, la preocupación se instaló en su pecho.

—¿Has visto a Jungkook? —preguntó a una de las enfermeras que entraba para cambiar las sábanas.

La mujer lo miró sorprendida.

—¿Jungkook? No lo he visto hoy, pero puedo preguntar en el control.

Taehyung asintió, agradecido, aunque su inquietud no disminuyó. Algo no estaba bien, lo sentía en el aire. Pasaron unos minutos y la enfermera regresó con una expresión tranquila, pero que no ofrecía respuestas.

—Parece que no ha venido hoy. Tal vez se tomó el día libre —dijo, intentando restar importancia al asunto—. Seguramente estará aquí mañana.

Taehyung intentó sonreír, pero una sensación de duda lo asaltó. Jungkook nunca faltaba sin avisar. Siempre aparecía, incluso cuando estaba agotado o tenía otros compromisos. ¿Qué había pasado?

La noche cayó, y con ella, el silencio se hizo más pesado. Taehyung no podía evitar darle vueltas al asunto, y la pequeña Polaroid en la mesita de noche se convirtió en un recordatorio de la conexión que habían forjado. Por primera vez en semanas, sentía que algo escapaba de su control, y esa incertidumbre era lo que más le pesaba.

A la mañana siguiente, Taehyung despertó con la misma sensación. Las horas pasaron de nuevo, y no hubo señales de Jungkook. Ahora la preocupación se había transformado en algo más tangible: una inquietud que comenzaba a deslizarse por sus pensamientos, nublando todo lo demás.

Finalmente, al caer la tarde, la puerta de la habitación se abrió. Pero no era Jungkook quien entraba, sino una figura diferente: una mujer de unos cuarenta años, con el mismo uniforme del personal del hospital. Parecía nerviosa, y al verla, Taehyung se sentó más erguido en la cama, con una mezcla de expectativa y temor.

—¿Es usted Kim Taehyung? —preguntó la mujer, como si no estuviera segura de estar en el lugar correcto.

—Sí, soy yo —respondió Taehyung, con la voz ligeramente tensa.

La mujer dudó por un momento antes de hablar.

—Soy la encargada de las visitas voluntarias aquí en el hospital. Quería informarle que Jungkook... el joven que suele visitarlo, el que hace de payaso voluntario en el hospital, no podrá venir durante los próximos días.

Taehyung sintió un nudo formarse en su estómago.

—¿Por qué? ¿Le pasó algo? —preguntó de inmediato, su voz traicionando la calma que intentaba mantener.

La mujer hizo una pausa antes de continuar.

—No estoy autorizada a dar detalles específicos, pero tuvo que ausentarse por motivos personales. Nos aseguraremos de que alguien más venga a acompañarlo mientras tanto.

Taehyung sintió que el aire abandonaba la habitación. Las palabras "motivos personales" parecían vacías, como si no explicaran nada. Pero sabía, en lo profundo de su ser, que algo había cambiado. Algo que no podía controlar ni entender por completo.

—Gracias... —murmuró, sin saber qué más decir.

La mujer asintió, hizo una pequeña reverencia y se marchó, dejándolo solo de nuevo.

Taehyung miró la Polaroid una vez más, y esta vez, el sentimiento de esperanza que antes había representado parecía desvanecerse. ¿Qué había pasado con Jungkook? ¿Volvería? ¿Y si no lo hacía?

El vacío en su pecho creció.

Cáncer | KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora